El origen

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Creo que esto será una buena terapia para no olvidar lo que soy. Además, Umbrella dice que lo mejor es mantenerse ocupado en algo en estos momentos, así que, si alguien está leyendo esto, significa que ha servido o todo terminó muy mal. Así que comencemos por el principio.

Usaré el nombre que adopté luego de entrar a Umbrella, ya que no tengo permitido decir quién soy realmente.

Nací en las afueras de Raccoon City. Desde pequeño, me incliné hacia la biología y la farmacéutica, algo relativamente común en mi ciudad, debido a que la gran Umbrella Corporation era un orgullo para todos nosotros.

Debido a esto, siempre quise estudiar algo relacionado con la medicina, pero mis padres no estaban de acuerdo. Ellos siempre fueron parte de la vida militar, sirviendo en el ejército desde muchas generaciones atrás. Por eso, mi padre me inscribió a temprana edad en una escuela militar, con el objetivo de que participara junto a él en las guerras que se desataban en todo el mundo.

Es en esa escuela donde comienza mi historia. Ya con 15 años, me encontraba frente a mi primera prueba con armas reales. Mi entusiasmo no era mucho, pero aún así quería cumplir con todo lo que se me pidiera.

6:00 A.M., y las alarmas comenzaron a sonar en todo el lugar. Llegó la hora de levantarse.

—¡A levantarse, cadetes! ¡Los quiero formados afuera en 5 minutos! —gritaba el general.

Todos nos levantamos rápidamente, hicimos la cama y nos pusimos el uniforme. Una vez afuera, nos formamos y esperamos las órdenes.

—Muy bien, cadetes —dijo el general—. Hoy es la primera vez que tendrán oportunidad de practicar con armas de fuego reales. Hemos tenido muchas clases sobre el manejo seguro, así que no se permitirán fallos. Si alguno de ustedes comete uno, se verá enfrentado a sanciones, que pueden incluir la expulsión. Así que nada de tonterías, ¿¡está claro!?

—¡Sí, mi general! —respondimos todos al unísono.

—Bien, entonces comencemos.

Después de las clases de seguridad y control del arma, llegó el turno de la primera práctica de tiro. Los cadetes participaban, y pronto se acercaba mi turno.

—Cadete Midweek, es su turno —dijo el instructor.

—Sí, mi instructor —respondí, acercándome de forma segura y confiada a la mesa donde estaba el arma, esperando ser cargada.

—Muy bien, cadete. Tu objetivo es añadir la munición al cargador, cargar el arma, y luego apuntar y disparar a ese objetivo que tienes en frente. ¡Comienza!

Tomé la munición y la introduje en el cargador, lo llené y lo coloqué en el arma. Quité el seguro, coloqué la primera bala en la recámara, apunté y disparé uno tras otro hacia mi objetivo. Una vez que todos los disparos salieron, quité el cargador y dejé el arma en la mesa, lista para el siguiente cadete.

Si bien mi técnica no fue la más rápida, algo llamó la atención del instructor. Mi puntería y mi forma de tomar el arma eran casi perfectas.

—Muy bien, Midweek. Vuelve a la fila, pronto tendrás tus resultados —dijo el instructor.

Esto se volvió una costumbre. Con el paso de los años, fui aumentando mi nivel con las armas, y pronto tuve cuatro favoritas: la Glock 17, la Colt M1911, el AR-15 y, por último, el A.I. Arctic Warfare.

El sigilo y las tácticas nocturnas se convirtieron en mi mayor virtud, y pronto me encontraba entre el grupo destacado de mi generación, siendo un orgullo para mi familia y listo para enlistarme en el ejército.

El día de la graduación llegó. Dejaría de ser un cadete y pasaría a ser oficialmente un soldado. Me encontraba en las barracas, preparándome para la ceremonia junto a los demás miembros de mi pelotón.

—¡Hey, Midweek! ¿Listo para las ligas mayores? —me preguntó Jones.

—Listo estoy, pero las ganas no son las mejores —le respondí.

—¿Y entonces por qué decidiste llegar hasta el final? Simplemente pudiste dejarlo a mitad del camino.

—Ese no es mi estilo. Si empiezo algo, tengo que terminarlo, y haciéndolo de la mejor forma posible. Además, quería que mi familia estuviera orgullosa de mí.

—¿Entonces después de hoy dejarás esto de lado?

—No, seguiré en el ejército, al menos hasta que encuentre algo nuevo que hacer.

—Bien, entonces nos veremos ahí.

Asentí con la cabeza mientras terminaba de arreglar mi uniforme de gala.

Luego de la ceremonia, me reuní con mis padres, que me esperaban con mucha emoción.

—¡Felicidades, hijo! Ya eres todo un soldado, igual que tu familia —me dijo mi madre, abrazándome fuertemente.

Realmente no recuerdo mucho más de ese tiempo. Han pasado varios años ya desde entonces, así que simplemente relataré algunos momentos importantes que recuerdo antes de ingresar a Umbrella.

Había pasado dos años en el ejército sin novedades, cuando en medio de un conflicto de menor grado recibí una mala noticia. Un escuadrón había sido atacado por el bando enemigo y varios soldados murieron. Entre ellos estaban Jones y mi padre. La noticia me devastó, por lo que mis superiores me ofrecieron la opción de dejar el combate por un tiempo. Pero no acepté. Decidí tomar ese sentimiento y darlo todo en la batalla. Afortunadamente, el conflicto no duró mucho más; tres meses después de ese suceso, se firmó la paz entre ambos bandos y todos pudimos descansar.

Aunque la muerte de mi padre me afectó, no fue el mayor golpe que recibí. Nuestra relación nunca fue muy cercana. Así que, cuando volví al ejército después de las vacaciones, ya me encontraba listo para mi próxima misión, la cual nunca llegaría. Recibí una noticia que cambiaría mi vida para siempre.

La gran farmacéutica Umbrella Corporation estaba buscando gente con conocimiento militar para ser guardias especializados de la empresa. No dudé ni un solo segundo en presentarme. Por fin podría estar en la empresa de mis sueños, aunque solo fuera como un simple guardia de seguridad.

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