ABSENCE【 𝗛𝘂𝘀𝗸𝗲𝗿𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼 】

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Final alternativo del OS.

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Abrió sus ojos al tope.

Los latidos acelerados de su pobre corazón le robaban el aliento con cada pulsación, provocando el peor de los temblores.

Fatigado, abrumado, asustado.

Así se sentía.

¿Qué había sido todo eso?

Alastor se pasó una mano por el rostro, sintiendo la particular humedad provocada por sus propias lágrimas, lágrimas que había derramado en su inconsciente.

No lo culpen. Todo se había sentido tan real.

Se mordió los labios y buscó tranquilizarse, adaptarse a su entorno y asegurarse de que esto no formara parte de algún otro sueño.

Necesitaba tranquilizarse.

Con el antebrazo se secó las muchas lágrimas que caían de sus ojos rojizos que brillaban ligeramente cristalinos pese a la parcial oscuridad de la habitación.

Era desagradable.

Había sido una desagradable pesadilla.

Una que se había sentido tan real.

Llevó una de sus manos a su vientre vestido por la suave tela de un camisón. No sentía aquella conexión tan fuerte que tuvo en su sueño, tal vez porque no había nada gestándose allí.

Aún no.

Tomó asiento en la cama y se abrazó a sí mismo, frotando sus brazos y repitiendo mentalmente que ahora todo estaba bien.

Lo que no sabía era que inconscientemente liberaba feromonas de angustia que no tardaron en despertar a alguien que a su lado descansaba.

—¿Al...? —Alastor se exalta cuando escucha la voz de su esposo; ronca y ligeramente rasposa al estar recién despierto—. Al ¿Qué pas-

Mas calló cuando recibió en brazos a un alterado castaño que se aferró a él como si de eso dependiera su vida. Lo escuchó sollozar contra su pecho, sintiendo su cuerpo temblar de pies a cabeza y su aroma amargarse; poniéndolo inevitablemente en estado de alerta.

—Alastor —llama, pero no recibe respuesta verbal; Alastor lo abraza con aún más fuerza. Ya empezaba a ponerse nervioso—. Alastor, cielo... —siguió sin tener una contestación.

Pasaron largos minutos en los que no pudo sacar a su Omega de ese estado de histeria, así que en un intento desesperado por tranquilizarlo le devolvió el gesto al abrazarlo y acariciar su espalda de arriba para abajo en lo que liberaba feromonas para calmar su estado de ánimo.

No sabía bien qué hacer o cómo es que habían llegado a esto.

Hace tan solo unas horas habían consolidado su unión mediante acciones carnales, habían sido los momentos más plenos y placenteros para ambos y ahora una rara melancolía opacaba esa tranquilidad que brindaba la noche.

"Mierda ¿Qué habrá soñado ahora?" Pensó Husk. Él no era ignorante, conocía bien a su esposo como para ya saber que tenía problemas para conciliar el sueño a causa de sus constantes pesadillas.