Obscuridad.

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Te encuentras sola, en un rincón de tu habitación, llorando en silencio mientras recargas tu cabeza en la pared y miras a la nada, sientes como las lágrimas salen de tus ojos sin parar y sonríes con ironía. Recuerdas tu vida mientras sostienes una cuchilla con tu mano derecha, bajas la mirada y ves como de tu muñeca izquierda brota una gran cantidad de sangre al igual que tus lágrimas y no le das importancia. Sabes que él no vendrá a detenerte y a ayudarte a curar, no lo hará por que el decidió irse, decidió dar su vida en la guerra, ríes con ironía pues tu deseabas la muerte en ese momento y ahora lo haces con más ansias.

Te levantas y te diriges al baño mientras observas la tina blanca y pulcra, abres la llave del agua fría y te adentras en aquellas frías aguas mientras recorres con la mirada aquel camino de sangre que has dejado. Miras la cuchilla ensangrentada y la entierras en tu mano perforándola simultáneamente, dejas la cuchilla en el agua y miras la sangre que sigue sin parar de salir, sientes como el agua está a una altura adecuada. Cierras la llave y te relajas, miras el techo y recuerdas aquella sonrisa que te ayudo a salir adelante, pero te das cuenta que ya no es suficiente, ni siquiera aquella hermosa sonrisa logro que pararas si quiera en pensar en el futuro, porque tú ya no quieres un futuro.

Comienzas a recordar tu vida, aquellos maltratos que de niña te dejaron cicatrices no solo en el cuerpo sino también en el alma, sabes que estas rota y no harás nada para repararte, estas harta de pararte y caer, porque la caída era más fuerte cada vez y pararte era más pesado y difícil.

Tu vista comienza a nublarse, no sabes si son por las lágrimas o por la pérdida de sangre, comienzas a sentir pesado tu cuerpo al igual que tus párpados, cuando por fin se cierran, y sientes que tu conciencia se está yendo, sientes el agua meterse a tus pulmones, pero ya no tienes la fuerza para luchar por algo de oxígeno, te rindes y sientes como si el agua te succionara.

Ya todo era obscuridad, pero una pequeña luz se dejó ver junto a una voz. - ¡Hinata! -.

Aquella voz te tienta a avanzar hacia la luz, pero tu dolor es más grande, así que simplemente decides quedarte en esa obscuridad que ya es demasiado conocida para ti. Porque tú sabias que terminarías rota en miles de pedazos, sabias que no podrías seguir, así que simplemente, te rendiste. Y dejaste que la obscuridad te absorbiera dejando todo atrás.

Obscuridad (Naruhina).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora