Único

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El gran reloj marcaba las 8:14 p.m, todo estaba listo para el gran baile que habría está noche, la emoción estaba a furor de piel, el imaginar que habría chicos lindos  por ahí está noche me mantenía radiante ante cualquiera.

—hija, es momento de bajar.— la voz ronca de mi padre se hizo presente detrás de la puerta de mi habitación.

— Enseguida bajo—  anuncie suavemente.

Me levanté de mi tocador, después de revisar mi imagen ante el espejo, todo se veía bien, mi sutil maquillaje se encontraba radiante, mi cabello castaño recogido con unas delgadas trenzas hacían resaltar mi rostro redondo, y por último mi elegante vestido celeste, dí una suave sonrisa al espejo y me levante de ls silla; cerré la puerta de mi habitación y baje junto a mi Padre.

                                 [♡]

El gran salón estaba repleto de personas,no había mas que rostros ancianos y sin chiste, a mí parecer este baile iba a ser una velada bastante aburrida.

Tome mi propio rumbo cuando observé a mi padre irse con sus colegas de vestiduras refinadas. Camine por el gran salón, observando la gran arquitectura, los grandes arcos de marfil, los grandes candelabros que iluminaban el lugar; estaba tan hipnotizada por todo esto hasta que mi mirada cayo ante unos ojos negros, que mantenían una mirada cansada hacía mí; su piel se iluminaba levemente del lado derecho dando un gran deleite visual de su mandíbula suavemente marcada. Fue una sensación en el estómago hechizante, no pude evitar caer ante esos ojos cansados.

Las primeras palabras que salieron de su boca fueron lo que terminaron de engancharme a el, su tono de voz, su forma tan segura de gesticular, fue asombroso.

—¿Cómo te llamas?— pregunto con unos ojos que reflejaban curiosidad.

—Julieta ¿Y tú?—

—Benjamín, un gusto Julieta.

Así de sencillo, así de correcto se sintió conocerte.

El tiempo fue demasiado rápido que ni siquiera lo sentí estando contigo, fue tan emocionante, no me dí cuenta cuando habíamos salido del gran salón a una de las habitaciones del lugar; la cercanía se volvía casa ves más latente, el deseo de querer tocar al otro era más que evidente, su respiración en mi cuello era la más endulzante sensación— ¿ Puedo tocar tu hermoso cuerpo?— Una leve sonrisa salió de mis labios, después de un asentimiento, sus suaves manos recorrieron de mi muslo a mi cadera, recogiedo mi bello vestido celeste.

—Eres tan hermosa— sus labios dejaron de besar mi cuello para subir a mi boca y unir nuestros deseos en uno. Sus manos no se mantuvieron quietas después de mi permiso, su suave boca bajo debajo del vestido dándome una vista demasiado erótica que en mucho tiempo no olvidaré. Bajo mis bragas y lamio suavemente al rededor de mis muslos mordiendo algunas veces, hasta que finalmente lamio el pequeño centro de nervios, apreté fuertemente su cabello undiendolo a mi entre pierna haciendo que el estímulo fuera más profundo. Suaves jadeos salieron de mi boca haciendo que su lengua dancara más rápido, cuando fue demasiado para mí estire su cabello negro fuera de mi entrepierna, observando su boca y barbilla brillar por mis fluidos.

— Eso fue jodidamente bueno — Solté en un tono cansado, sus hábiles manos nos desvistieron a los dos rápidamente.

Sus rápidos manos intentaron colocarme en la cama, pero solamente resivio un azote de mi parte — Cariño, no me gusta ser una damita que se deja hacer en la cama— solté con una risita — déjamelo a mí.— avente suavemente suavemente a la cama observando desde arriba lo sumiso que se veía.

—tan bonito— me subí en su regazo, coloque mis manos en su pecho, acaricie suavemente con la yema de mis dedos alrededor de su tetilla, ocasionando que el área se crispara por la sensación —mm,¿ se siente bien? — solté con sierta fascinación.

El soltó un leve jadeo, casi podía leer sus pensamientos, se veía inexperto, podía jurar que jamás lo habían tocado tan delicadamente sus áreas erógenas, que al ser hombre era un tabú para el, me sentí grata de ser la primera mujer que le brindaría tanto placer como me sea posible.

Mis labios se dirigieron a su cuello dejando besos húmedos por el lugar, el cerro su ojos extasiado, mis labios subieron hasta su oreja y dí una pequeña mordida para después susurrar — ¿Me dejarías hacer con tu cuerpo lo que se me plazca? —mi voz sonó un tanto más dulce.

Abrió lentamente sus ojos, perdidos, estaba en un estado de sedación por mis toques suaves y el calor corporal de nuestro cuerpo creando una hermosa atmosfera lujuriosa entre los dos.
El asintió y le dedique una linda sonrisa.

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⏰ Última actualización: May 20 ⏰

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