Capítulo 3

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El pitido del árbitro resonó en el estadio, marcando el inicio del esperado enfrentamiento entre River Plate y Palmeiras

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El pitido del árbitro resonó en el estadio, marcando el inicio del esperado enfrentamiento entre River Plate y Palmeiras. Claudio Echeverri se encontraba en la fila junto a sus compañeros, sintiendo la tensión palpable en el ambiente. Con cada paso hacia la cancha, su determinación se fortalecía.

Observó a los jugadores del Palmeiras al otro lado del campo. Eran imponentes, con una mirada fiera y determinada. Sabía que no sería un partido fácil, pero estaba listo para el desafío.

Entre ellos esta Endrick, la máxima estrella del equipo...

Mientras avanzaban por el túnel hacia la luz brillante del estadio, Echeverri se concentró en su respiración. Cada inhalación calmada y cada exhalación controlada le ayudaban a mantener la calma en medio de la emoción y la adrenalina.










Finalmente, emergieron al césped verde, recibidos por el estruendo de los aficionados que llenaban el estadio. El rugido de la multitud era ensordecedor, pero Echeverri se sentía en su elemento. Era su momento para brillar.

El árbitro realizó el sorteo de campo y River Plate tomó la posición de inicio. Echeverri se alineó en el centro del campo, con la mirada fija en el balón que reposaba en el círculo central.

El silbato del árbitro cortó el aire una vez más, y el partido comenzó. Echeverri se lanzó hacia adelante con determinación, moviéndose con elegancia entre los jugadores del Palmeiras. Cada toque de balón era preciso, cada movimiento calculado.

El juego se desarrollaba lentamente al principio, con ambos equipos midiendo sus fuerzas. Echeverri se encontraba en el centro de la acción, distribuyendo pases y buscando oportunidades para atacar. Cada vez que tocaba el balón, podía sentir la electricidad en el aire, la expectativa de lo que estaba por venir.

A medida que los minutos pasaban, la intensidad del partido aumentaba. Los jugadores de ambos equipos luchaban con ferocidad por el control del balón, mientras la multitud rugía con cada movimiento emocionante.

Echeverri se movía con agilidad por el campo, anticipando cada jugada y respondiendo con rapidez. Con el balón en sus pies, sentía una oleada de confianza recorrer su cuerpo. Este era su momento para brillar, para demostrar su valía como jugador.

El primer tiempo llegó a su fin con el marcador aún en tablas, pero Echeverri sabía que el verdadero desafío estaba por venir en la segunda mitad. Con el sudor en su frente y el corazón latiendo con fuerza, se preparó para el enfrentamiento que definiría su destino en el mundo del fútbol.








Pov Claudio

Caminamos de regreso al vestuario, con el sudor aún fresco en nuestras frentes y el sabor agridulce del primer tiempo en nuestros labios. Endrick y sus secuaces nos observan desde la distancia, con esa mirada desafiante que solo los verdaderos depredadores poseen. Pero yo no titubeo. No hay lugar para la duda en este juego.

Mis pensamientos se centran en las oportunidades perdidas, en las estrategias que debemos implementar para romper la defensa del Palmeiras. Endrick es la estrella, el punto focal de su equipo, pero no nos intimidará. Encontraremos una forma de neutralizarlo, de hacerlo a un lado como un peón insignificante en nuestro tablero de ajedrez.

Con cada paso que damos, las voces de mis compañeros resuenan en mis oídos, discutiendo tácticas y posibilidades. Pero en mi mente, estoy en otro lugar. Estoy calculando, evaluando, buscando el punto débil en la armadura de nuestros rivales.

El vestuario es un santuario de sudor y determinación, donde los sueños se forjan en el calor del combate. Me siento en el banco, con la mirada fija en el suelo, visualizando cada movimiento, cada pase, cada gol. No hay lugar para la complacencia aquí. Solo hay espacio para la determinación implacable y el deseo ardiente de la victoria.

Endrick y sus defensas son como muros de piedra, impenetrables e inamovibles. Pero incluso la roca más sólida puede resquebrajarse con el golpe adecuado. Buscaremos sus debilidades, exploraremos cada grieta en su armadura, y encontraremos la forma de romperlos.

El árbitro suena su silbato, anunciando el inicio del segundo tiempo. Es hora de volver al campo, de enfrentarnos a estos brazucas





Me pasan la pelota, al instante hago un pase largo a mi compañero que fue rápido, ahora tenemos la oportunidad de gol

Es hor-

Nos... quitaron la pelota...





Derecha....

















Izquierda...















Bicicleta....


















Sombretito, no lo pueden detener...

















Se está pasado nuestro equipo...


















La futura joya del Palmeiras:


Endrick...

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Fin Capítulo 3

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⏰ Última actualización: Apr 29 ⏰

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"El Diablito": Un prodigio entre gigantes (hecho por IA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora