Príncipes & Caballeros

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Era un día nublado en el reino de Dakobia. Mi madre la reina Clarisse y mi padre el rey Nicholas, eran los dueños de tan amplio territorio lleno de riquezas naturales y minerales. Toda mi vida he estado ahí junto a mi hermano menor Edward, dicen que somos parecidos pero yo la verdad no creo que lo seamos.
Mi cabello es dorado, tengo ojos verdes, una tez muy clara y soy un poco flacucho y bajo de estatura, en cambio Edward es alto, musculoso, tiene una tez un poco más oscura que la mía, sus ojos son color miel y su cabello es castaño claro, es una réplica de mi madre.
Desde que tengo memoria, mamá nos contaba cuentos para dormir, regularmente hablaban sobre princesas que eran rescatadas por caballeros, hermanastras odiosas, jóvenes atrapadas en una torre, chicas que hablan con animales y se convierten en princesas, de bosques encantados, en fin era una larga variedad de cuentos con finales felices. Mi vida en el palacio había sido increíble, a parte de los cuentos que me contaba mamá, recuerdo que me gustaba jugar con mis amigos y con Edward en el bosque, también recuerdo que varias doncellas me iban a ver y para ese entonces yo no sabía que lo hacían por que mamá y papá me buscaban esposa.
Dentro de unos días cumpliría dieciocho y no solo eso, también sería mi coronación.
Al medio día regresé al castillo, ya que había ido con mis amigos los soldados del castillo a dar una vuelta cabalgando por el bosque, algunos de ellos eran más jóvenes que yo, otros tantos me doblaban la edad y aún así me parecía divertido estar con ellos ya que los conocía desde siempre.
Subí a mi habitación pero en el trayecto, una voz interrumpió mi camino.
-¿Dorian?
-¿Si?...¿Padre?
-Ven un momento
Me dirigí al gran salón y ahí estaba él
-¿Ocurre algo?
-Si hijo mira... Como sabes vas a heredar el trono, por tanto... Todo rey necesita una reina
-Aja -repuse
-Bueno cariño verás -comenzó mi madre-. ¿Recuerdas a la princesa Verena?
-Si, solíamos jugar todo el día y me obligaba a jugar al té con ella
-Si, y tu la obligabas a jugar en el lodo -reí, en parte era cierto-. Pues has estado comprometido con ella
-¿Qué? -dije confuso-. ¿Desde cuándo?
-Desde que eran pequeños. Ustedes dos serán los encargados de unir los reinos y llenar de felicidad sus tierras, por cierto un día de estos vendrá ella y su familia a cenar para que se conozcan mejor -dijo mi padre emocionado
-¿Ahh si? -dije con voz temblorosa-. Este... Que bien. Creo que saldré un rato, a... Caminar
-¡Espera, Dorian! -gritó mi padre pero salí corriendo.
Me monte en mi caballo y salí directo al bosque, no tenía rumbo alguno, solo esperaba perderme un rato para pensar las cosas de manera clara. ¿Casarme yo? Aun no estoy listo, tan solo la idea de saber que yo reinaría y la vida de una nación completa estaría bajos mis manos me aterraba. Quizás Edward pueda hacerse cargo, su sueño siempre ha sido ser rey. Me detuve cuando llegue a un pequeño río rodeado de árboles y vegetación, amarré a Joe -mi caballo- a un árbol cerca del río para que tomara agua y me senté en una gran roca mirando la pequeña cascada que conectaba al río.
-Hola -escuché una voz la cual me sobresaltó
Miré a mi alrededor para ver de donde provenía la voz y de entre los árboles un apuesto joven apareció ante mi.
Su cabello era castaño claro, sus ojos eran verdes con una tez clara que hacia que todo de él combinara a la perfección.
-Hola -dije sonriendo
El joven se aproximó y se sentó junto a mi abrazando sus piernas al igual que yo con las mías.
-¿Quién eres? -preguntó extrañado
Por lo visto no era de por aquí ya que cualquiera se hubiera dado cuenta de que soy el príncipe.
-Me llamo Dorian ¿y tú?
-Soy Terrence, vaya te llamas como el príncipe del reino vecino -dijo sonriendo
-Si este... Yo vengo de ahí, ¿y tú?
-Yo vengo de Ashcar, es muy cerca de aquí, por cierto... Yo también vengo a este lugar cada vez que necesito un poco de soledad y tiempo para mi
-O sea que ¿ya habías estado aquí antes?
-Si, es muy hermoso ¿no crees? -dijo y se puso de pie dirigiéndose a un arbusto-. A veces pienso que este lugar es mágico o algo así, como en los cuentos de hadas sobre princesas, caballeros y animales parlantes -se acercó de nuevo a mi y se sentó-. ¿Quieres? -dijo extendiendo la palma de la mano para que tomara algunos frutos de que había recogido del arbusto
-Gracias. ¿A ti también te contaban esas historias?
-Si. Al parecer a todos los niños les cuentan esas historias, pero que lástima que solo sean un invento
-¿Eso crees? -dije con curiosidad
-Bueno... Yo no soy precisamente un príncipe o algo cercano a la realeza, soy simplemente un aldeano que trabaja día y noche para ayudar a su familia y... Esas historias solo ocurren con príncipes y princesas.
-Hmm ya veo -dije pensativo
- Y bueno.... ¿Qué hay de ti? -dijo sonriendo, cada vez que sonreía sentía un cosquilleo en mi estómago.
Después de comerme aquellos extraños y deliciosos frutos volví a abrazar mis rodillas, él estaba más relajado y quedó inclinado hacia atrás con las piernas estiradas recargándose sobre sus antebrazos.
-Bueno... Yo vengo de una familia un tanto poderosa ya que es dueña de un amplio terreno, mi padre suele ser muy estricto conmigo y quiere que herede todo lo que le pertenece no sin antes haberme casado -dije con voz temblorosa
-Y a ti te da miedo -repuso como si me conociera a la perfección
-¿Qué cosa?
-Ambas cosas, quiero decir ser dueño de un gran territorio y casarte
-¿Cómo lo sabes? -dije volteando a verlo
-Lo adiviné -sonrió
-Eres bueno adivinando entonces -dije y reímos
Nos la pasamos platicando y regresé a casa. Toda esa última semana nos habíamos visto en aquel bosque que para mi comenzaba a ser especial.
Por la mañana desayuné y me dirigí al pueblo. Una de mis cosas favoritas era estar con aquellos aldeanos, su humildad me hacia sentir odio a mi mismo por tener tanto y ellos tan poco, pero aún así me llevaba bien con ellos y ellos me querían.
Antes de regresar a casa, cabalgué al pueblo vecino. Comencé a caminar y vi a toda la gente convivir entre ellos, unos danzaban, otros tantos cantaban y los niños jugaban. Me acerqué más y vi a Terrence en un puesto comprando algo, un niño se le acercó y él lo cargó y lo sentó en sus hombros mientras bailaba al ritmo de la música, después lo soltó y El Niño se fue con sus papás sonriendo.
Debo admitir que Terrence es muy apuesto.
Seguí caminando y sin darme cuenta choqué con alguien haciendo que tirara una caja con verduras
-Oh lo sien...¿Dorian? -dijo Terrence sonrojado mientras ambos recogíamos la verdura
-Hola -sonreí.
Nuestras miradas se encontraron y no pude evitar sonreír
-¿Qué haces aquí?... Bueno.. Eh... No es que te corra pero... -dijo nervioso
-Solo viene a dar una vuelta por aquí, y de paso... Vine a verte-dije con las mejillas calientes
-¿A mi?... Quiero decir, no te esperaba, yo... -le puse mi dedo índice en los labios
-Tranquilo, ¿necesitas que te ayude a llevar esto?
-Si, por favor.
Dejamos las cajas en un puesto y enseguida nos fuimos a caminar.
-¿Te apetecería conocer a mi familia?
-Hmm eso suena bien
Después de un rato de estar platicando, me llevó a su casa.
Era muy linda, de hecho parecía muy humilde ya que consistía e solo un piso y cada habitación era pequeña, yo estaba acostumbrado a las grandes habitaciones y a jugar a las escondidas en los cinco pisos del palacio, pero de alguna manera estar en aquella pequeña casa me hacia sentir no como en casa, sino como en mi hogar.
-¿Mamá?, ¿Papá?
-En la cocina -dijo una mujer
Nos acercamos a aquella habitación y ahí estaba su familia ayudando a preparar el almuerzo
-Vaya, no nos dijiste que traerías visitas -dijo una chica
-Ella es Madeleine, mi hermana menor-dijo Terrence mientras la chica se enrollaba un mechón de cabello en el dedo
-Oh, hola. Yo soy Ria, la madre de Terrence y él es Derek, mi esposo -dijo aquella mujer amablemente
-Hola, yo soy Dorian, mucho gusto -les estreché la mano a cada uno y me dedicaron una sonrisa de aprobación.
-Bueno mamá, ¿necesitas ayuda? -dijo por fin Terrence
-Si cariño por favor
Los cinco nos pusimos a ayudar a preparar el almuerzo mientras reíamos y hablábamos. En menos tiempo del que teníamos pensado terminamos de hacer el almuerzo.
-¿Te quedas a almorzar? -preguntó Ria
-No lo sé, seguro mis padres están esperándome
-Anda, hay un lugar extra en la mesa -dijo Derek
Miré a Terrence que mantenía la mirada firme en mi y le dediqué una sonrisa e hizo lo mismo.
-Esta bien -dije sin separar mi vista de él
Ria se sentó al lado de Derek y yo quedé entre Terrence y Madeleine.
Nos servimos al gusto y cuando terminamos dirigí mis manos a las rodillas-bajo la mesa- y con la punta de mis dedos accidentalmente alcancé a rozar los de Terrence, fui acercando mis dedos poco a los de él, y noté que el hacia lo mismo ya que en tan solo dos movimientos ya estábamos tomados de la mano.
Al finalizar el almuerzo, Terrence me dio un paseo por todo el lugar.
-Vaya, este lugar es muy lindo
-Si, en fiestas de invierno se pone mejor -añadió
Nos sentamos en una de las bancas que había en la plaza principal y seguimos charlando.
-Ven -dijo jalándome del brazo-. Quiero mostrarte algo
-¿A dónde vamos? -pregunté curioso
-Ya verás -dijo sonriente
Me llevo por un sendero que terminaba en las ruinas de un castillo abandonado. Entramos y me llevó por todo el interior de este haciendo que entráramos y saliéramos de varias habitaciones, subiendo y bajando escaleras hasta llegar a una habitación oscura que asemejaba un túnel.
El túnel se iba haciendo cada vez más estrecho. Por fin en el fondo alcancé a ver una luz. Nos fuimos acercando cada vez más y sentí que pequeñas gotas de agua nos salpicaban. Salimos de aquel túnel y me quedé maravillado ante lo que veía. Era la pequeña cascada donde nos habíamos conocido, solo que esta vez estábamos hasta arriba a un lado de ella.
-Que lindo lugar
-¿Eso crees?
-Si -dije aún maravillado
Regresamos a su casa y nos quedamos en su habitación.
-Algún día deberías venir de nuevo
-Hmm y tu tendrías que ir a mi casa
-Esta bien, solo si tu prometes volver-dijo sentándose en la alfombra
Ya por la noche salí de su casa y Terrence me acompañó al bosque
-¿Te volveré a ver? -dijo
-Claro que si, mañana al medio día -dije montado en Joe
Nos dedicamos la última sonrisa y me fui rápidamente al castillo
-¿Dorian? -preguntó mi madre
-¿Si? -le conteste de mala gana
-Estábamos preocupados, ¿dónde estabas? -dijo molesta
-Solo fui a caminar, ya se los había dicho
-Tu padre quiere hablar contigo, esta en la biblioteca
Mi padre estaba leyendo uno de los tantos libros que habían ahí.
-¿Me buscabas?
-Si hijo, ven, siéntate.
Hice lo que me pidió y se sentó a un lado de mi
-¿Y bien?
-Bueno... Es sobre lo que hablamos hace unos días. Sé que te da miedo ser dueño de una nación y de formar una familia, pero debes entender que es tu destino
-Pero... ¿Y si quiero cambiar mi destino?
-¿Qué? Dorian este ha sido tu mayor sueño, y debes luchar por lo que quieres hasta conseguirlo
-No, es el mayor sueño de Edward
-Pero sabes bien que por ser el mayor, la corona te corresponde a ti a menos...
-A menos de ¿qué?
-De que mueras o desaparezcas
¿Desaparecer? No es tan mala idea -dije en mi mente
-Oh, y en cuanto a casarme... ¿Por qué con la princesa Verena?
-Porque es la única que está a tu nivel
-¿Y si... Me agrada alguien del pueblo?
-¿Qué?, no estarás diciendo que quieres casarte con un plebeya ¿o si?
Mi voz se empezó a cortar y respondí con las fuerzas que tenía
-No, ¿pero que hay de malo si fuera así?
-Que no esta bien visto que un príncipe esté con alguien inferior a él. Te casaras con la princesa Verena y se acabó
Me fui a pasos largos de ahí. Llegué a mi habitación y cerré la puerta de un golpazo.
Me tumbé en la gran cama y me quedé dormido. Al día siguiente por la me desperté tarde, me arreglé y bajé a desayunar.
-Que guapo se ve hoy niño Dorian
-Gracias Dorothea, tu también te ves muy bien
-Bah cosas suyas
Dorothea es una mujer de cuarenta y cinco años aproximadamente, aun que se veía más joven. Ella es como mi segunda madre, me ha cuidado desde que soy un bebé. Prácticamente ella es más mi madre que mi verdadera madre.
-Y dime ¿para quién se arregló y perfumó? Y no me vaya a salir con que es para la niña Verena porque esa ni usted se la cree
-Dorothea, ya te he dicho mil veces que no me hables de usted, y pues... Voy a ver a alguien -dije riendo al ver su expresión
-Bueno esta bien niñ...-le heché una mirada asesina- Dorian, Hmmm ha de ser muy importante para ti si te esforzaste en verte bien.
-Si Dorothea, lo es. Nos vemos al rato -dije y le di un beso en la frente y salí de la cocina
-No se le olvide la cena esta noche con la familia de la niña Verena.
Ya había pasado más de medio día. Cuando llegué a aquel lugar, vi a Terrence sentado en la misma roca de ayer.
-Vaya, pensé que no vendrías -dijo con el rostro iluminado
-Lo siento,me surgieron unos deberes
Me acerqué a el y me senté a su lado
-Les agradaste -dijo mirando fijamente el bosque
-¿A quién?
-A mi familia, quieren que algún día de estos vuelvas a almorzar con nosotros -dijo sonriendo
-Con gusto
Terrence había cambiado de posición, estaba acostado mirando hacia el cielo con los brazos extendidos hacia abajo, como vi que era una posición muy cómoda, me dispuse a recostarme también. Al momento de bajar mi mano, esta se posó sobre la suya y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Ambos bajamos la mirada y vimos nuestras manos una arriba de la otra. Sentí como las mejillas se me calentaban y no podía articular palabra alguna
-Lo siento -dije con un hilo de voz apenas audible
Nos miramos a los ojos y sentí como su mano daba media vuelta y se entrelazaba con la mía, me dedicó una sonrisa e hice lo mismo
-Es mejor así -dijo ruborizado
Ambos nos giramos y quedamos acostados de lado frente a frente.
Su mirada estaba posada en la mía y nuestras sonrisas eran inevitables
Platicamos un largo rato y después comenzamos a caminar por el bosque.
-¿Sabes algo? -dije pensativo
-¿Qué ocurre? -dijo un poco asustado
-A veces me gustaría que los cuentos de hadas y todo eso fueran reales -dije
-Lo sé, pero lamentablemente de ser reales, jamás me ocurriría algo así... Soy un plebeyo, no de la realeza.
-Bueno... Muchas princesas lo eran y terminaron casándose con el príncipe -dije y el rió
-Si... Pero porque los príncipes son evidentemente de la realeza y ellos eligen con quien casarse, en cambio... Un plebeyo no puede elegir a una princesa para casarse
-Tal vez... Un milagro lo cambie todo -dije dándole esperanzas
-¿Qué quieres decir? -dijo confundido
-Que tal vez con un milagro puedas conseguir a tu princesa y convertirte en caballero y yo... Tal ves... Lo mismo
-Hmm, si, tal vez.
Nos detuvimos al ver a una anciana tumbada en las hojas caídas de los árboles
-¿Se encuentra bien Madame? -dijo Terrence
-Oh si, solo tengo algo de frío ¿saben?, Este bosque es impredecible con su temperatura y un día de estos me provocará neumonía -dijo y empezó a soltar fuertes tosidos
Ambos sonreímos, aquella mujer era muy simpática ya que su apariencia daba un aire de ternura.
-Tome -dije tendiéndole mi capa
-Qué jovencitos tan amables, muchas gracias -dijo y se puso la capa-. ¿Sabían que un acto de bondad que provenga del corazón puede hacer muchos milagros?
-¿En verdad? -dijimos incrédulos
-Si, ahora si me disculpan lindos jovencitos, tengo unos asuntos pendientes por hacer
-Claro Madame-dijo Terrence y regresamos al pequeño río
-Me tengo que ir -dije decepcionado
-¿Tan pronto? -dijo sorprendido
-Si -tengo una cena con Verena y su familia, ya sabes
-Oh... -dijo algo triste
-¿Qué te parece si mañana te invito a mi casa?
-Claro, me encantaría
-Adiós Terrence -dije y me acerqué a él. Nos dimos un abrazo.
Otra extraña sensación recorrió mi cuerpo y lo estreche más hacia mi.
Me fui a casa y vi que Verena y su familia ya había llegado. La cena fue en paz y trate de hablar lo menos posible. Verena había cambiado mucho desde la ultima vez que la vi. Al terminar de cenar nos dirigimos al gran salón y me quedé hablando con ella.
Después de que Verena y su familia se fueran, me quedé con mi familia a solas
-¿Padre?
-¿Qué pasa Dorian?
-Puedo traer mañana a un amigo al palacio
-Hmmm ¿de qué clase social es?
-¿Qué? -dije confundido y molesto
-Quiero decir que si es un plebeyo
-¿Eso importa?
-Para tu reputación si
-Si es por que no me quiero casar con la princesa Verena te tengo una noticia ¡Ella quiere casarse con Edward!
-¿Qué cómo sabes eso?
-Ella me lo dijo
Me fui a mi habitación.
Me la pasé encerrado ahí hasta el día siguiente. Esta vez me levanté muy temprano y fui a ese lugar donde había conocido a Terrence. Podría jurar que ese lugar era mágico o algo así.
Terrence llegó bastante después que yo y me alegré al verlo.
-Hola
-Hola -dijo sonriente
-Ven acompáñame, quiero que conozcas a alguien
-¿A quién? -dijo extrañado
-Solo espera y veras
Caminamos en dirección al castillo con Joe a un lado comiendo todo lo que se encontraba a su paso.
Nos detuvimos frente al castillo
-Dorian... -dijo sin moverse
-¿Si? -me gire para verlo
-Nunca me dijiste que trabajabas en el castillo
-Emm bueno yo... no trabajo en el castillo, amm.... Vivo en el -dije y abrió lo ojos como platos
-Eso quiere decir que eres... Un príncipe -dijo nervioso
-S..si -dije con una mueca simulando una sonrisa
-Creo que no debí venir, lo siento.... Yo no pertenezco a este lugar.
-Tranquilo, todo estará bien -dije y volví a abrazarlo, por una extraña razón me gustaba tenerlo cerca de mi. Lo solté del abrazo y tomé su mano-. Es mejor así -repuse y me dedicó una sonrisa
Caminamos a la entrada del castillo, miré hacia arriba y vi como mi padre nos observaba desde la ventana de una de las habitaciones.
Entramos y nos dirigimos a mi habitación
-Vaya, es muy bonito todo aquí
-Si -dije y me senté en la cama-. Ven, siéntate -le hice un lugar y se sentó al lado de mi
Comenzamos a platicar cuando la voz de Edward comenzó a sonar en el pasillo
-Edward, ven
Sus pasos se hicieron más fuertes y entró a la habitación.
-¿Qué quieres Dor... ? Oh, hola. Soy Edward
-Hola, soy Terrence -dijeron ambos sonriendo
-Por cierto Dorian, papá te está buscando
Salí de la habitación y fui a buscar a mi padre, mientras Terrence hablaba con Edward. No tarde mucho en encontrarlo ya que estaba en la habitación de enfrente
-¿Quién es él? -dijo con voz seria
-Es un... Amigo -dije nervioso
-¿Solo un amigo? -dijo incrédulo
-Si ¿qué creías?
-Quiero que te alejes de él y no quiero volver a verlo en este palacio
-¿Por qué? -dije molesto
-Es mala influencia para ti
-¿Ah si?, son solo inventos de tu imaginación
-¿Crees que no vi como se abrazaban y se venían juntitos tomados de las mano?, dime ¿también se besaron? -dijo furioso
-No, pero tú dime ¿Dónde está la mala influencia?
-Seguro él es quien te mete esas tontas ideas a la cabeza de no querer casarte con Verena
-Estas equivocado -dije molesto
-Por favor, no quiero verlo cerca de ti. Solo es un sucio plebeyo que busca fama por aquí.
Negué con la cabeza.
Miré hacia el otro lado de la habitación y vi como Terrence estaba parado bajo el marco de la puerta escuchando todo lo que decíamos. Salió corriendo llevándose las manos a la cara
-¡Terrence espera! -miré a mi padre y negué con la cabeza demostrando lo decepcionado que me había hecho sentir
Salí del castillo y vi a Terrence corriendo en dirección al bosque. Lo seguí y por fin lo detuve
-¿Qué es lo que quieres? -dijo molesto tratando de soltarse de mi agarre mientras se secaba las lágrimas de los ojos
-Quiero hablar contigo -dije esperanzado
-Tú y yo no tenemos nada que hablar -dijo forcejeándose
-Eres mi mejor amigo, por favor escúchame-dije para consolarlo
-No para ti y tu familia solo soy un sucio plebeyo, ¿y sabes que es lo peor? Lo peor es que tiene razón.
-Claro que no, mi padre nunca tiene razón
-Pues esta vez la tuvo. Yo sabia que no era buena idea ir castillo pero me arriesgué porque tú me lo pediste por que me importas -dijo mientras caminaba conmigo jalando de su brazo
-Tú también me importas -la conversación cada vez se convertía en gritos
-¿Por qué habría de importante un sucio plebeyo como yo?
Saqué fuerzas y como pude lo jalé hacia mi quedando de frente. Sin pensarlo dos veces junte mis labios con los suyos. Eran suaves y cálidos. El se dejó llevar rodeando mi cuello con sus brazos, yo en cambio lo tomé de la cintura y lo pegué más a mi.
El día menos esperado llegó, varias personas estaban en mi habitación ayudándome a vestir y todo. De repente una voz me llamó
-¿Dorian?
-Hola Terrence
-Solo quería desearte suerte, en tu boda
-Gracias
Nos abrazamos una lágrima corrió por nuestras mejillas.
Tuve una sensación extraña, una voz en mi cabeza me decía que hiciera lo que mi corazón decía, no lo que la gente me ordenaba.
-Espera un momento, tengo que resolver un asunto pendiente-dije y salí de mi habitación
Decidí hacerle una visita a alguien.
-¿Edward? -dije tocando la puerta entreabierta de su habitación
-Oh Dorian, pasa -dijo
Estaba sentado en su cama ya arreglado
-Hola hermanito
-Hola, ¿estás listo para tu coronación? -dijo algo triste
-Mmm creí que ese era tu sueño
-No estarás pensando... -dijo preocupado
-Si. Adiós Edward, te quiero mucho hermanito, vendré a visitarte en algún momento -le di un beso en la coronilla de la cabeza y salí corriendo
-Espera... ¿A dónde vas?
-A hacer lo que hace tiempo tuve que haber hecho.
Fuí en busca de Terrence.
-Ven -dije sonriendo mientras lo jalaba a la salida del castillo
-¿A dónde vamos? -dijo con una sonrisa confusa
-A ser felices -respondí dedicándole una sonrisa.
Al salir del castillo, extrañamente un hermoso caballo blanco estaba esperándonos. Era Joe, y en su lomo traía la capa que le había prestado a aquella mujer.
Montamos en caballo y salimos galopando hacia el horizonte para por fin escribir nuestra propia historia.
Antes de salir del castillo le dejé una nota a mi padre.
"Padre
Se que vas a estar molesto y me odiaras infinitamente, pero para cuando leas esto, yo ya me habré ido. No te preocupes por dónde estaré, tampoco te molestes en buscarme. Sé que estoy haciendo lo correcto ¿sabes por qué? Por que un día me dijiste que tengo que seguir mis sueños y luchar por lo que más quiero hasta conseguirlo y eso es exactamente lo que estoy haciendo. Mi viaje será largo y por si te preguntabas no, no estoy solo. Hace tiempo una persona entró a mi vida y me hizo entender muchas cosas, por ejemplo: no debes juzgar a las personas sin antes conocerlas, el dinero no lo es todo ya que hay cosas más importantes como la familia, no puedes elegir de quien enamorarte y menos a forzar a alguien a estar a tu lado.
Espero me comprendas y te pongas mi lugar. Por fin encontré a la persona que me hace feliz, espero no te hayas molestado con mi decisión. Yo lo amo, el me ama, solo somos dos personas amándose esperando ser felices tal cual lo dice en los cuentos de hadas que mamá me contaba, solo que este cuento no tiene final.
Después de todo no se necesitan princesas ya que todo príncipe también tiene su caballero".

Historias para el Corazón -Gay-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora