Tormenta de emociones

Angelito

Nuestra amistad significa todo para mí. Cuando estamos juntos siento que respirar se hace cada vez menos pesado.
Tu sonrisa es contagiosa tanto que me enferma de alegría cada que la veo.
Me gusta tu cabello, rebelde y salvaje. Aunque al mismo tiempo es sedoso,
suave al tacto cual nube en el cielo.

Ay, el cielo.

Usualmente para mí ver hacia arriba es completamente gris,
sin color,
en un invierno intermitente.
Pero todo cambia al verte
En tus ojos puedo finalmente entender por qué a todos les parece bello el celeste del cielo.
Tan radiantes y llenos de vida.
Tan diferente al color triste y muerto de mis ojos, pero ¿sabés?
No me molesta.
Creo en el fondo, en alguna parte oculta de mí, que estos ojos cafés obtienen algún tipo de brillo al verte.

¿Será tu chispa reflejada en ellos?
Me gusta creer que es así.

Sabes bien que soy creyente no muy devoto, y ahora te confieso que encontré el edén solo a tu lado.
Siempre creí que nunca llegaría a conocer a un ángel,
peor sabiendo el pecado que llevo en mi interior,
mi mente de manera constante e incesante tiende a atacar y llevarme a mi límite.
Aún así el Señor en su infinita bondad me envió al ángel más hermoso de todos.
¿Sabés algo más?
Aquel ángel tiene dos puertas por ojos, permitiendo echarle un vistazo al cielo.
Al mirarme quitan toda duda de mi alma y logran calmar el dolor oculto bajo mi piel.
En contraste de las típicas alas blancas y la aureola con las que romantizamos a estos seres,
Este ángel en especial tiene un hermoso y largo cabello azabache.

Me fui por las ramas una vez más.
¿Pero cómo no hacerlo?
Me pierdo con mucha facilidad intentando describir lo que siento al encontrarme en la profundidad de tu mirada.