Capítulo único

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—¿Es tan necesario venir a la biblioteca, Draco? —preguntó Blaise fastidiado.

Draco era perseguido tras cada paso por su amigo moreno, y éste no paraba de quejarse. Draco caminaba entre libreros y pasillos buscando entre libros algo específico, pues apenas levantaba un libro que no deseaba, lo volvía a colocar en su sitio.

—Eres libre de irte, Zabini —replicó él de mala gana. A Blaise no le afectaba en lo absoluto la respuesta agria de Malfoy.

—Sólo hay dos personas en todo el colegio que vienen a la biblioteca a voluntad propia —habló Blaise—, Theo y Granger. No querrás ser el tercero.

Draco rodó sus ojos, Theo le agradaba, pero le parecía absurdo ser comparado mínimamente con Hermione Granger, ellos eran totalmente diferentes. Además, no pudo evitar verla salir de la biblioteca unos minutos atrás justo cuando él llegaba junto a Blaise. Iba con varios libros contra su pecho y su típica expresión seria, casi mandona. Tampoco pudo evitar notar que sus rizos marrones flotaban alrededor de su rostro de una manera elegante y jovial, tamborileaba sus dedos contra la pasta dura de los libros que llevaba y desprendía un fuerte olor a canela y vainilla cuando caminaba a su alrededor.

Se sacudió la cabeza preguntándose por qué demonios sabía todo aquello.

—Ya te dije, Blaise, necesito superar a Potter en Pociones, ¿desde cuándo es tan ágil en la materia? —dijo él— Hay algo raro allí.

—Quizás sólo le esté yendo bien por el nuevo profesor, Slughorn —Blaise se encogió de hombros. Draco le lanzó una mirada fulminante—. No me mires así, Potter no me agrada un pelo, pero me da igual lo que haga en clases, en cambio tú pareces obsesionado.

Draco se apoyó en una mesa cercana a él, pensando más en el libro que buscaba que en las palabras de Blaise. Juraba haber visto ese libro antes en la sección que había revisado, y al ser un libro de Pociones avanzadas dudaba de que alguien, además de él, le interesara llevárselo.

En ese preciso momento pasó la Señorita Pince, la bibliotecaria, quién paseaba a menudo entre pasillos para vigilar la quietud y silencio de quienes visitaban la biblioteca.

—Señorita, disculpe —le habló Draco llamando su atención—, he buscado el libro de Pociones avanzadas para Aurores, Medimagos y otras profesiones, pero no lo encuentro.

—La única copia disponible se la llevó la Señorita Granger hace unos minutos —respondió severamente—, así que tendrá que esperar a que ella lo desocupe... A menos que le guste leer en compañía.

Y se retiró, dejando a Draco con su ceño fruncido y a Blaise con una risita burlona. Le parecía absurdo el tan sólo pensar congeniar con Granger, mucho menos se sentaría a su lado a leer juntos. ¡Qué aberración!

—Maldita sabelotodo —espetó Draco con sus labios fruncidos—, no sé porque no me sorprende saber que es un maldito dolor de cabeza.

—Es Granger —dijo Blaise con obviedad—, por supuesto que sólo alguien como ella buscaría un libro que esté a un nivel superior del colegio... Además de ti —agregó—. Ahora que lo pienso —en su cara se formó una sonrisa pícara—, tienes más en común con la rata de biblioteca de lo que imaginabas.

Draco lanzó todo su odio a través de una mirada amenazadora a Blaise, que no se inmutó en lo absoluto.

—No seas idiota, Blaise, Granger y yo no tenemos ni una sóla cosa en común —comentó Draco—. El día en que eso pase te regalaré mi Nimbus 2001.

Blaise bufó sabiendo que era algo que nunca pasaría.

—Salgamos de aquí, si el libro de pociones no está, no hay nada que hacer —habló Draco fastidiado—. Recoge tu cuaderno de la mesa y larguémonos.

El diario de Hermione Granger (DRAMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora