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Hay un recuerdo en la memoria de Leehan, un recuerdo que quizás siempre ha hecho eco en su cabeza desde que tenía doce años. Él y Junhan han sido inseparables desde que eran apenas unos pequeños de seis años, junto con Taesan, quien era apenas un año menor. Crecieron juntos, casi al punto de considerarse hermanos o al menos significaba así para Junhan y Leehan, por esa misma razón Han Hyeong-jun le hizo prometer a Kim Dong-hyun que jamás en su vida se fijaría en Taesan y que siempre debía procurar protegerlo como a un hermano pequeño. 

En ese momento fue fácil para Leehan aceptar la promesa de su mejor amigo, Taesan era apenas un niño, aunque solo fuese un año menor. Sin embargo, un día las cosas fueron diferentes para él. Taesan había crecido, quizás un poco más que él y que Junhan. Se dio cuenta que de aquel niño pequeño ya no quedaba ni una sola pizca, porque incluso sus facciones tiernas y aniñadas, se habían convertido en facciones mucho más masculinas. 

Leehan sintió cosas que no había experimentado antes, al menos no con Han Dong-min, el hermano menor de su mejor amigo. 

―¿Estás esperando a mi hermano? ―. Preguntó Taesan, sentándose a un lado del chico ―. No está, creo que se va a demorar porque Gunil se lo llevó a quien sabe donde con mucha prisa. 

―Ah, está bien ―. Abultó sus labios ―. Debí haberle avisado que vendría por unos apuntes de Inglés. 

Leehan se levantó de su puesto con la idea de marcharse de aquella casa, sin embargo, Taesan tomó su mano y lo detuvo. 

―Hannie deja sus cosas en su escritorio siempre que viene a pasar el rato en casa, tal vez los apuntes que quieres deben estar arriba ―. Mencionó ―. ¿Quieres que los busquemos? 

Leehan no comprendía por qué de la nada se sentía extrañamente nervioso con la compañía de Taesan, no es como si no lo conociera o como si le fuera indiferente. Era un amigo. O quizás ese era el problema, Taesan no era cualquier amigo para él. Movió su cabeza a modo de respuesta y cambio recibió una pequeña sonrisa de parte de Taesan; se dejó guiar por el más alto, percatándose de que en ningún momento había soltado su mano. Leehan notó lo grande de esta a comparación de la suya. 

Leehan se preguntó si al igual que su mano, todo lo de Taesan era así de grande. Aunque claramente se arrepintió de haber tenido ese pensamiento; sus mejillas se colorearon y el calor se apoderó de su cuerpo. Agradeció estar detrás de él, de ese modo no notaría que ahora se encontraba sonrojado. Se adentraron a la habitación de Junhan. Estaba igual que siempre: posters de bandas de rock en las paredes pintadas de color azul oscuro. Figuras de colección sobre un estante repleto de comics y algunos libros. Un escritorio con una lampara y una libreta de dibujo encima. 

―Deben estar en los cajones ―. Habló Taesan ―. Si quieres puedes revisar, yo iré a traerte un vaso con jugo. 

―Está bien. 

Leehan quedó solo por algunos minutos, fue entonces que aprovechó para sentarse sobre la cama de su mejor amigo y dejó escapar un suspiro profundo. Dejó caer su rostro sobre sus manos y cerró sus ojos con fuerza... ¡¿En qué demonios estaba pensando?! Se regañó a sí mismo como si acabara de hacer la cosa más terrible del planeta. Leehan sabía que no había nada de malo en sentir atracción por una persona, mucho menos si se trataba de un chico, el problema estaba en que él se consideraba heterosexual y Taesan era el hermano de Junhan, quien le había hecho prometer que jamás se fijaría en su hermano menor. 

―Qué tontería... ―. Pensó. 

Sacudió su cabeza y se puso de pie para buscar la libreta de Inglés; revisó algunos cajones, sin embargo no lo encontró, en su lugar, halló una vieja fotografía donde estaba él, Junhan, Taesan y otra persona más. Los recuerdos que revivieron en su cabeza le dieron nauseas y ganas de vomitar. 

 𝗩𝗘𝗖𝗜𝗡𝗢𝗦 𝗬 𝗩𝗜𝗟𝗟𝗔𝗡𝗢𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora