Crecer en la ciudad de Villavicencio, tiene sus ventajas y sus desventajas, sin embargo; a mi edad de ocho años, crecí en un barrio popular, en una familia de clase obrera, no tuve la suerte de conocer a mi padre, pues me dejó a mi suerte junto con mi madre pocas semanas antes de mi nacimiento.
Mi madre, me llamó Lucía, esto a razón de que cuando era sólo una bebé el brillo de mis ojos se hizo a las primeras horas del despertar de la mañana, como la mayoría de madres cabeza de hogar de mi ciudad, mi madre debía cumplir con el sostenimiento económico y al mismo tiempo con mi crianza, a pesar de ello, muchos de mis vecinos consideraban que mi madre era afortunada al contar con la presencia de mi tío, quién recién llegaba de culminar su servicio militar. Mi tío se ofreció a trabajar en la noche para un vecino que poseía un taxi, de esta forma poder contribuir a la estabilidad económica de casa.
Muchos pensarán que mi vida era ejemplar, que a pesar de la ausencia de mi padre disfruté de una infancia feliz, no obstante, fui una niña solitaria, al no tener un padre a quién admirar como la mayoría de mis compañeritas de clase, y la ausencia de mamá en casa tan notable, pasaba la mayor parte de mi infancia, viendo roncar a mi tío en el sofá, puedo recordar la intensidad del aroma a alcohol en su aliento al dormir, su aspecto trasnochado y desarreglado tras cumplir con la jornada laboral de sus turnos en el taxi, algunos vecinos advertían a mi madre verle seguido en antros de mujeres nudistas y prostitutas, donde a veces gastaba de más y ponía en problemas a mamá con el alquiler de nuestra vivienda, o con los servicios básicos, sin embargo, mamá debía pasar todo esto por alto, pues sin el poco dinero que mi tío brindaba, era imposible llegar a fin de mes y ofrecerme mis cosas básicas para ir al colegio.
Mi madre cree que no me daba cuenta, pero siempre antes de irse a trabajar temprano en la mañana, le escuchaba orar, y pedir a Dios, su gran motivación, fuerzas para cumplir con su trabajo, pues siempre pedía lograr ahorrar dinero suficiente para mis estudios, su deseo por verme profesional y realizada era tan fuerte que, a pesar de sus manos cansadas, su carita cansada, siempre tenía una sonrisa para cubrir horas extras, e incluso para darme el diario y poder comerme una empanada y una gaseosa en la escuela a la hora del recreo, mi madre, mi mayor inspiración, se dejaba la piel por según ella, no limitarme a vivir su suerte, por todo ello, siempre ocupé los primeros lugares, era la mejor estudiante de mi clase, siempre he hecho sentir orgullosa a mamá de mi desempeño académico, traté de nunca darle problemas mayores y de ser lo más independiente posible, pues reconocía su valía por mí.
En mi memoria puedo recordar como tuve que afrontar con aquella misma independencia la época en la que mi cuerpo estaba en constantes cambios, recuerdo sentir temor y estar confundida, mi mente era tan inestable, y no es como que tuviese mayor apoyo de amistades, pues estoy segura que era normal entre adolescentes apoyarse en situaciones así y sentir incluso más confianza con las chicas de mi edad que con los propios padres, a pesar de esto, no era buena para las relaciones y comunicarme con mi entorno, solía ser solitaria y aislarme así que tampoco me metía en problemas con nadie, solo estaba centrada en ser la mejor de mi clase.
ESTÁS LEYENDO
rompiendo el silencio
Non-FictionLa historia de Lucía basada en casos de la vida real, inspirada en la valentía de aquellas mujeres que rompieron el silencio para motivar, inspirar y concientizar a otras mujeres.