Capítulo 1. Cadenas.

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Aquí estamos con mi próximo fanfic largo, he tenido esta idea por mucho tiempo, una historia muy diferente a todo lo que han visto en este perfil, esto está ubicado en un universo alterno donde no existen países de nuestro mundo aunque si está ubicado a mitad del siglo XX, hay teléfonos, autos, pero no hay internet ni celulares, sin más que lo disfruten.

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27 de noviembre de 1944

El sonido de sus propias cadenas la perturbado por días, cada tintineo del metal se había grabado en fuego en su mente desde que la capturaron.

No es un sonido reconfortante, el tintineo estuvo ahí cuando vio morir a toda su familia, estuvo ahí cuando la apresaron, estuvo ahi en cada momento gracias a sus manos temblorosas mientras fue condenada en un juicio que estaba segura no fue legal.

Ahora la acompaña junto con otros presos en la parte trasera de esa camioneta GMC 1940. Mira afuera con sus ojos azules inyectados en sangre entre las rendijas de las tablas de madera que conforman la caja trasera intentando adivinar su destino; encontrándose con un páramo olvidado debajo de densas capas de nieve que le recuerdan el frío invierno.

Un hombre cerca de ella reza, agitándose en posición fetal mientras murmura algo parecido a Philip, tratando tal vez de aferrarse a su propio nombre para no caer en la locura. Ella no se atreve a decir su nombre, aunque en la corte la reconocieron como la princesa Kara Zor-El, heredera al trono de Krypton, ningún guardia o posteriores se ha referido a ella de esa manera y cree que es mejor dejarlo así, no quiere saber que le harían de enterarse.

Ella lo vio venir, las señales eran obvias y quiso hacerle saber a su padre que esta guerra civil no era el problema minúsculo que él pensaba, trató con todas sus fuerzas de convencerlo de llegar a acuerdos con el pueblo pero fue ignorada, ahora él ya no puede decirle nada.

La camioneta que había estado luchando con el lodoso sendero estremeciéndose descuidada, se detiene de manera abrupta. Kara vuelve a mirar por las rendijas, solo ve un grueso muro de concreto y una puerta metálica. Un penal de maxima seguridad para prisioneros de alto rango supone, deben mantenerla segura pues la guerra no ha terminado, hay destrucción por todas partes, vandalismo, el hambre azota al 80% de la población y es seguro que sus tropas en en el sur aún no han sido vencidas, aunque dieran con el escondite de su familia.

La puerta del conductor abriéndose  le da la señal de que pronto podrán salir de esa pequeña caja en la que han defecado las últimas 48 horas, por lo que su atención va a las puertas; al abrirse cuatro rostros rojos por el frío miran dentro con curiosidad, tres soldados, un civil. El chofer es un hombre robusto que probablemente era carnicero antes de que todo esto empezara, cuya única forma de ser útil al conflicto es transportar con su camión a prisioneros de la ciudad a este pequeño castillo en la colina, una forma elegante de llamar a la estructura gris envuelta como un rollo de canela por muros impenetrables y altos.

-La nueva carga- dice el soldado que parece estar al mando, también el mayor, su bigote congelado lo delata-. ¡Bájenlos!- ordena.

Los soldados gritan, jalando de sus cuerpos sin ninguna contemplación, aunque una cadena única una los grilletes de todos. Abajo la princesa se percata de que son al menos treinta personas, a su lado está un tipo pelirrojo y de baja estatura que llora mirando el piso, se le hace familiar ¿El ministro de agricultura quizá? Entonces el hombre a cargo se acerca leyendo sus etiquetas en sus sacos, cuando lee la de ella, en silencio como las demás, la mira por algo más de tiempo, debe reconocer la aunque esté hecha un asco, no le han dejado comer ni dormir apropiadamente los ultimos cuatro días, su cabello rubio es una mata, aunque después de unos segundos el soldado pasa al siguiente. Entonces los dividen en hombres y mujeres, haciéndolas pasar primero, Kara da una ultima mirada atrás pregutándose si los verá de nuevo.

Tras el aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora