Con cada impacto proporcionado hacia aquella alma corrompida, se preguntaba constantemente, noche tras noche, si lo que hacía cambiaría algo. Aquella sangre derramada, ¿velaría justicia por esas almas despojadas de la vida? Aquellas que fueron víctimas de un acto inmoral, impropio de la vida, gente sin culpa con las que desquitaron su sentir, en las cuales dejaron proyectada su falta de cordura. La culpa invadia su mente y cuerpo, sus ojos reflejaban el dolor de haberse convertido en un desequilibrado más de la vida, originando actos que en un pasado lo habrían asqueado, por los cuales ahora sus manos estaban manchadas, convenciendose una vez más de que hacía lo correcto.