Hoy he vuelto a recorrer ese sendero antiguo, el mismo camino por el que paseo a diario, el cual está grabado en mi mente, árido y solitario, desprovisto de la vida que suelen traer los animales e insectos revoloteando y ayudando a la vegetación a florecer. Es un camino apartado de la sociedad, donde a pesar de nuestra constancia diaria, nunca nos encontramos con nadie más. Me hace pensar que quizás somos los únicos que han pisado y descubierto este lugar, y aún así sigo regresando día tras día, esperando que vuelvas tú.Conozco cada piedra de memoria, al igual que tú. Hemos pasado por aquí incontables veces, y conozco el camino tan bien como las arrugas que se forman en mi mano o en mi rostro cada día sin ti, o tan íntimamente como recuerdo las ubicaciones exactas de los miles de lunares que adornaban todo tu cuerpo, sin dejar ningún espacio vacío. Sí, los recuerdo. Te recuerdo. Pero sobre todo, recuerdo cuál era mi favorito: en tu clavícula, a la derecha, un poco por encima de tu pecho. Tenía forma de corazón.
Cada vez que escucho el crujido de la tierra y las piedras bajo mis pies al dar otro paso, mi mente no puede evitar rememorar aquel día. Aquel día en que corrías sin parar, de un lado a otro del camino, a veces saliéndote de él para jugar con la hierba amarilla y seca, mientras tus Converse rojas quedaban manchadas por el barro de la tormenta de esa mañana. En una de tus aceleradas vueltas, caíste, y recuerdo cómo te lastimaste la rodilla, ya que llevabas pantalones cortos y las piedras pudieron clavarse más fácilmente. Me preocupé y corrí hacia ti para socorrerte. Tu pierna estaba cubierta de sangre que fluía sin cesar, pero tú ignoraste mi preocupación y reíste. Te levantaste y seguiste corriendo, aunque ahora cojeabas un poco, animándome a que te siguiera mientras gritabas: "¡Las heridas te hacen fuerte, ¿sabes?! ¡Cada una de ellas!". Todavía me pregunto de dónde sacaste esa actitud tan repentinamente.
Pero dejando atrás la nostalgia, aquí estoy en el lugar, tras tres horas de camino, un tiempo que contigo se hacía más corto y fácil, aunque quizás sea cierto que me estoy haciendo viejo. De cualquier manera, tenías razón, me he acostumbrado tanto a tu presencia que detesto no verte a mi lado.
He dado una vuelta por el sitio y sigue igual, sin cambios. Es el mismo lugar al que íbamos sin falta cada día, sin importar el clima o nuestras condiciones de salud. Es el mismo lugar donde finalmente la vegetación ha retomado su lugar, gracias al pequeño río que serpentea a través del paisaje. El agua sigue tan fría como la recuerdo.
Rememoro besos, risas, abrazos, charlas, baños, peleas, amor y mucho más. Con gran esfuerzo, me he sentado en el suelo, me he quitado los zapatos y remangado los pantalones para sumergir mis piernas en el agua fría y aliviarlas del cansancio de la caminata.Lamento no ser el mismo que conociste, cuando finalmente nos volvamos a encontrar. He envejecido y cambiado, pero si te sirve de consuelo, mi amor por ti sigue siendo tan joven y enérgico como en el primer momento.
Atentamente, alguien que te recuerda.
Julio, 1982
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Somewhere Only We Know.
Romance¿Que harías si tuvieras prohibido ser feliz con el amor de tu vida? ¿Que harías si el amor de tu vida desapareciese para siempre? Él seguiría escribiéndole cartas. Él seguiría siendo fiel a su lugar especial. Él seguiría esperando, ilusamente, a que...