⁰⁰¹ || 𝑻𝒉𝒆 𝑪𝒂𝒎𝒑 𝒉𝒂𝒍𝒇 𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒑𝒍𝒂𝒄𝒆 𝒐𝒇 𝒄𝒓𝒂𝒛𝒚

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🗡️🐂 Capítulo 1 "El campamento mestizo lugar de locos"

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🗡️🐂 Capítulo 1 "El campamento
mestizo lugar de locos"

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📍New York — Estados Unidos 📍


EL TIEMPO PARA DALIA después de eso fue lento; su vida fue totalmente en orfanatos; vivió un tiempo en México; se esperaba encontrar algún familiar, pero eso nunca ocurrió, así que fue trasladada a EU. En los orfanatos nunca tuvo una familia. Todas la regresaban al poco tiempo diciendo que no era lo que buscaban, como si fuera un objeto de una tienda. Tuvo una educación algo decente, pero siempre se le complicó todo por su dislexia y TDAH.
Un día se cansó de esta rutina y decidió escapar. Metió sus únicas pertenencias en la mochila, esperó a que se hiciera de noche y cautelosamente salió de la habitación por la ventana. No sabía a dónde iba a ir ahora, pero sabía que no iba a seguir en este lugar.

El bosque solo era iluminado por la tenue luz de la luna. Dalia caminaba temerosa por la orilla de la carretera hasta que un carro descontrolado pasó al lado de ella a punto de atropellarla. Los relámpagos hacían retumbar la tierra y la lluvia la estaba cegando. Dalia vio al carro sin control y comenzó a seguirlo. Tenía tanta fobia a los truenos que lo que fuera que venía en ese carro era mejor que quedarse en el bosque aquella noche. Detrás de aquel carro venía un gran monstruo con calzoncillos corriendo a toda prisa y parecía que había encontrado una nueva presa en Dalia.

—¿Pero qué mierda...? — De alguna forma encontró las fuerzas para seguir corriendo y aumentando el ritmo. Sentía un escalofrío horrible en la espalda; algo malo helaba sus huesos.

Finalmente, el Minotauro había alcanzado el carro. Quien fuera que iba dentro comenzó a golpearlo usando el carro, pero parecía que eso no le hacía ni cosquillas. Finalmente rompió la ventana y el carro salió dando vueltas hacia el bosque.
Dalia se apresuró a esconderse detrás de los arbustos; afortunadamente el minotauro no la alcanzó a ver y este se alejó del lugar. La chica salió de su escondite e inmediatamente corrió a ayudar a las personas en el carro ahora destruido.

Dalia rompió el vidrio y metió la mano buscando a alguien dentro. — ¿Están bien? Soy Dalia—, tomó la mano de uno de los desconocidos ayudándole a salir.

—Grover, mi nombre es Grover—murmuró. Dalia ayudó a salir a otro chico de rizos, el cual apenas podía ver por la oscuridad y la lluvia. Aún tenía aquellas tenues luces en las manos; pero casi no iluminaban nada en esa oscuridad.

El chico de rizos se recompuso rápidamente y corrió hacia la puerta del conductor sacando a quien parecía ser su madre. —Vi lo que pasó, ¿están bien? ¿Puedo hacer algo por ustedes? —tartamudeó nerviosa por el ruido de los rayos. Bajó la mirada y quedó petrificada al ver que el chico al cual sostenía tenía patas de cabra. —¿Qué?... ¿Qué eres?

—Sí, estoy bien —afirmó la señora.

—¿Puedes verlas?—exclamó sorprendido Grover. —¿Viste al minotauro?

—Mi mamá hablaba sobre esas criaturas; nunca pensé que serían reales —contestó.

La señora prendió una linterna, iluminando el camino. — ¿Dónde está tu madre? ¿Qué haces aquí sola? —Preguntó.

«Ojalá mamá estuviera aquí...» «Maldigo a ese que arruinó mi vida, si tan solo pudiera recordar algo de esa noche; algo de mi vida.»

Dalia bajó la mirada y se mantuvo en silencio; ayudó a Grover a subir la pequeña zanja en la que había caído el carro; tomó el dije de su collar, aferrándose a él. —Mi madre murió cuando tenía 8 años; acabo de escapar del orfanato —susurró.

Estaba segura de que lo menos que quería escuchar esa mujer era su triste historia. Acababa de chocar y su carro estaba metido en una zanja; definitivamente, la mujer no le interesaba.

Pero esta, en lugar de ignorarla, se acercó a ella y con cuidado puso su mano en el hombro de la chica: —Soy Sally Jackson, él es mi hijo Percy Jackson y si puedes ver las piernas de Grover y viste al minotauro, debes de tener algo que ver con lo divino. No te conozco, no me conoces, pero tienes que ir con Grover y Percy.

Grover se acercó a Dalia para olerla. —Hueles a semidiós —Dalia lo miró extrañada, pensando que el chico se había golpeado muy pero muy fuerte la cabeza. — ¡Debemos llevarla al campamento!

«¿Campamento? ¿Acaso me quieren llevar a un retiro espiritual? Yo solo quiero conseguir un lugar donde pasar la noche; después buscaré un banco; quizá mamá pensó en que eso pasaría e hizo un testamento.»

La chica sintió a alguien tirar de su mano —¡Por aquí! —señaló Sally.

Grover cojeando se separó del agarre de Dalia. — Estamos aquí. Esa es la frontera. Ningún monstruo puede cruzarla—. Un rayo retumbó en el cielo y la lluvia poco a poco inundaba la carretera. —Percy... y Dalia estarán a salvo del otro lado.


—"Percy y Dalia estarán...". Pero ¿no todos nosotros estaremos a salvo? —volteó rápidamente el rizado buscando respuesta.

Dalia era tal cachorro perdido. ¿En serio estas personas estaban arriesgando lo que fuera que estuvieran haciendo por ella? Eran desconocidos y querían ¿salvarla? Pero ¿de qué?

—¿Qué pasa?— Habló Dalia temblorosa. La lluvia se agudizó, volviéndose rápidamente una tormenta.

—Grover, te estoy confiando que protejas a mi hijo, mi único hijo.

—Percy estará a salvo en el campamento.

Dalia miraba atemorizada entre ambos. La señora Jackson tenía razón; ella no conocía a ninguno de ellos, pero algo le decía que eran una luz de esperanza, su única salida para no terminar durmiendo en la calle de nuevo.

—¡Promételo, Grover! —levantó la voz. —Protégelo de cualquiera o de cualquier cosa que vaya por él, que quiera hacerle daño, que lo mire mal, ¿me entiendes? —suspiro. —Debes protegerla también a ella.

—¡Lo prometo!

A lo lejos se escuchó el rugido de Minotauro. Grandes estruendos en el bosque hicieron a Dalia estremecerse.

—Tengo que irme ahora, cariño —habló la señora Jackson con voz temblorosa hacia su hijo.

—¿Irte? ¿Cómo que irte?

—No puedo ir con ustedes.

—¿Por qué no puede? —preguntó el rizado.

—Es humana—interrumpió Grover.

—Tendrás que ser valiente ahora. Recuerda lo que te enseñe. Recuerda las historias que te conté. En especial las historias—habló Sally Jackson.

—¡Ni hablar!

—Te dirán todo.

—¡No voy a dejarte!

—¡Perseo! Escúchame—tomó el rostro de su hijo—Tú no estás dañado. Eres único, eres un milagro y eres mi hijo. Sujétate; hazle frente a la tempestad. Te amo.

Dalia vio un poco de ella en Percy, vio de nuevo la muerte de su madre frente a ella, como la encerró en el sótano, vio a su madre diciéndole que recordara todo lo que le había enseñado, vio a su madre protegerla de cualquier cosa. «Protege a aquellos que no pueden protegerse...».

El mismo rugido de hace un rato se volvió a escuchar, pero esta vez más cerca. —Debemos irnos —apresuró Grover.

—Denme su abrigo— ordenó la señora Jackson.

—Yo... yo no puedo permitir que haga esto. No por mí—tartamudeó Dalia.

—¿Qué harás?—cuestionó Percy.

Sally se acercó a Dalia, quien la miraba más confundida que nunca. Puso sus manos en los hombros de Dalia. — Te ves como una chica muy fuerte. Tu madre habría querido que alguien mantuviera a salvo a su hija. ¿Puedes intentar mantener a salvo a mi hijo? Por favor —
Dalia temblaba de frío y sentía mucho miedo; siguió el coche porque pensó que la llevaría a un lugar útil. Igual no tenía a donde más ir, no tenía familia o amigos con quienes estar y definitivamente no iba a regresar a vivir en la calle, no de nuevo después de lo que pasó.

—Le juro que su hijo va a estar en buenas manos, señora Jackson, —sonrió temblando.

—Huele a los media sangre, eso es lo que rastrea, ¿no? —continuó la señora Jackson.

—Si.

—Si los huele en varias direcciones a la vez quizá pueda confundirlo y ganar un poco de tiempo para escapar —analizó.

—Mamá, por favor, ¡no! —rogó Percy.

—Estaré bien.

Los arbustos se movieron mientras que sonaba el rugido furioso de algún monstruo; él empezó a correr en dirección a ellos dispuesto a matarlos. Dalia empezó a buscar en el pasto algo para atacar y como arte de magia un pequeño anillo, brillante como la luna, se encontraba a sus pies. Sentía que algo la atraía a este y al levantarlo se convirtió en una larga daga de hierro estigio, empuñadura de huesos negros, el filo curveado y una pequeña flor adornando hasta arriba en la empuñadura.

Sally abrazó rápidamente a su hijo —dejando un último beso en su frente—. ¡Vayan! ¡Ahora! — Sally corrió y Grover jaló a Percy y Dalia en dirección contraria.

Dalia corrió detrás de Percy y Grover, el cual caminaba con ayuda de Percy. Caminaron unos cuantos metros más y Percy dejó a Grover recargado en una roca.
Un fuerte rugido se escuchó detrás de ellos.

—¡Oye! ¡Mira!—gritó Sally. —Vamos. Vamos —susurró mostrando las chaquetas de Dalia y Percy ante el Minotauro.

—No, no, no, no, no, no, ¡mamá! —Un rayo cayó al lado de él.
El monstruo tomó a Sally en su mano, cerró el puño y la asesinó haciéndola polvo dorado. —¡Mamá!

—¡Señora Jackson! —gritó Dalia. Se cubrió la boca con la mano ante la escena. —Perseo...

Dalia sabía que ahora estaba en deuda con la señora Jackson. ¿Por qué lo hizo? Se sacrificó por la chica huérfana que acababa de conocer. Ese extraño destello se le hizo raro, conocido como un deja vu; pero ahora estaba segura de haberlo visto.

Percy sacó un bolígrafo del bolsillo de su pantalón, el cual rápidamente se volvió una espada. —Per... ¡Percy! Percy, ¡no! — Grito Grover.

El rubio corrió hacia el minotauro sosteniendo su espada. —Lo tengo que ayudar —dijo Dalia mirando a Grover.
Apretó el puño donde tenía la daga y suspiró mirando hacia el cielo. —Espero no verte pronto, mamá...
Dalia corrió con Percy —¡Vamos, Percy!—. Percy corrió hacia el monstruo empuñando su espada y lastimando al minotauro.

El siguiente golpe lo dio Dalia rasgando una parte del lomo del minotauro y luego Percy llegó y dio un fuerte golpe con su espada en el cuerno del minotauro, el cual se levantó y sacó volando a Percy. —¡Agh!

—¡Cuidado Perseo!— Dalia golpeó nuevamente al Minotauro con su daga ahora en la pata, pero este se levantó rápido, tumbando a Dalia hacia atrás y rasgandole la pierna con el cuerno.
La espada de Percy había quedado lejos de su alcance; él se arrastró en la tierra para intentar conseguirla, pero el minotauro fue más rápido, tomó una gran roca de tierra del suelo y caminó con ella hacia Percy —Agh—. Dalia se levantó cojeando del suelo intentando alcanzar a Percy, yendo detrás del minotauro levantando su daga lista para atacarlo.
El monstruo azotó la roca contra Percy, el cual apenas alcanzó a esquivarla. El minotauro dispuesto a atacar intentó lastimar con sus cuernos a Percy, el cual de nuevo los esquivó.

Dalia encajó su daga en la espalda del minotauro, distrayéndolo. Percy aprovechó para subirse a la espalda del minotauro, agarrando del pelaje del monstruo, el cual lo azotaba contra los árboles; Percy notó la herida que le había hecho anteriormente en el cuerno al minotauro; se agarró del cuerno, jalando con fuerza. —¡El otro cuerno también está roto! —gritó Dalia, para jalar de él.
Ambos chicos tiraron con fuerza hasta que lograron arrancar los cuernos y encajarlos en la cabeza del minotauro. Él se convirtió en polvo, desvaneciéndose en el aire y dejando caer a los chicos al suelo.

Después de esto, todo se volvió oscuro para Percy y Dalia hasta que unas voces murmurando los hicieron despertar.

—¡Hey! Rápido son dos nuevos, están lastimados pero vivos.

Dalia alcanzó a reconocer la sombra de una chica de cabellos rizados delante de ella se veía... ¿tranquila? ¿Preocupada? Para la mexicana era imposible distinguir bien su rostro pero por lo que distinguir se veía muy linda. Había un chico hincado a su costado moviéndola tal muñeca de trapo haciendo que Dalia se quejara en susurros con cada movimiento brusco.

—Tarado la lastimas, ten cuidado si le pasa algo Quirón nos hará limpiar el establo durante todo el mes.

—¿Ellos están bien?

—¿Eres estúpido? Mira su rodilla y tiene heridas por todos lados. Debió haberse lastimado salvando al rubio de al lado, aunque el no se va limpio calculo un buen golpe directo a lado cabeza.

—Miren; ahí viene.

—No lo sé.

—¿Solos?

—¿Cómo es posible?

—Sí, están bien.

—Deben ser los elegidos

—Guarda silencio, Annabeth —Percy logró distinguir esa voz de alguien que conoció anteriormente, pero ahora le costaba distinguir, quizá por el golpe en la cabeza. —Se están despertando. Todos hagan espacio, por favor —Percy miró a un lado y vio a Dalia a quien le costaba abrir bien los ojos para mirar lo que estaba pasando.

—Bienvenidos al campamento, Percy Jackson y chica misteriosa —se rió —Los hemos estado esperando.

Escucharon antes de sentir como los cargaban y el sonido de muchas pisadas siguiéndolos.

—Clarisse, llévala a la enfermería. Mantente con ella hasta que despierte o alguien pueda ir a suplirte. Asegúrate que tengan la mejor atención.

—Si, señor.








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 𝐖𝐢𝐭𝐡𝐞𝐫𝐞𝐝 𝐬𝐭𝐚𝐫𝐬 || ☆ || ᵉˡ ˡᵃᵈʳᵒ́ⁿ ᵈᵉˡ ʳᵃʸᵒ ↯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora