Capitulo 1: Jubilo

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Arrastro mi maleta con hastió por el andén acomodando la mochila en mis hombros.

-¡Pasajeros del tren para la estación Offenburg embarcar en la plataforma este!

Mierda. Perderé el tren.

Corro rápido entre la gente empujando a un par -Permiso- halo mi maleta que ha quedado atascada entre un par de personas que no se mueven para nada, hago fuerza cayendo de culo al piso entre el gentío. Inhalo sosteniendo mi pecho hinchado cuando el sujeto se aparta dejando rodar mi maleta.

-Alemanes, son una puta complejidad- miro hacia arriba a un chico pelirrojo que me sonríe, se inclina hacia mí extendiendo su brazo -Venga esa mano.

Lo ojeo un poco antes de hacer lo que dice dejando que me ponga de pie -Gracias.

-No hay de que- su sonrisa se vuelve ancha cuando ve mi boleto de tren -Oh vas a Offenburg, yo también, iré a Schiltach.

Dejo salir un suspiro de alivio al oír eso -Por lo menos ya sé que no voy a un pueblo fantasma- murmuro tomando mi maleta comenzando a andar junto a él.

-Nadie habla mucho de él- se encoge de hombros al tiempo que subimos al tren -¿Cómo te llamas?

-Nerea Jones- le tiendo la mano como saludo, él la recibe con gusto.

-Soy Tomas Porsh- le devuelvo la sonrisa tomando asiento en una de las cabinas, él me sigue sentandose a mi lado -Voy por estudios, mi carrera en la universidad de Columbia es mayormente de investigación, cuando oí que recibían visitantes dije a la mierda iré allá a estudiar su cultura.

-No es el lugar más conocido por ello.

Sus ojos brillan como si fuese algo extraordinario -Exacto, sus casas siguen manteniéndose en forma luego de siglos, perjuran sus costumbres- suspira ensoñado y yo me rio -Sera una jodida maravilla, ganare el cuadro de honor sin duda.

Le hago un ademan dándole la razón en eso. El camino es tranquilo, exceptuando el sonido de la cámara de Tomas que fotografía cada árbol, nube y montaña que vemos a través del cristal, saco mi celular al recibir un mensaje.

Mamá:

Suerte.

Frunzo el ceño descartándolo de inmediato.

En cuanto el tren abarca a la estación, bajamos juntos con nuestras maletas, decidimos irnos en autobús para fotografiar "los pálidos rostros alemanes comunes" por lo que terminamos sentados entre un bebé con reflujo que llora a gritos y una anciana con gallinas en una jaula.

-Debimos tomar el vuelo- menciona Tomas en voz baja apartándose del aleteo de la gallina, le pincho el brazo con mi dedo.

-Vas estudiar sus costumbres- rueda los ojos dándome una mala mirada, le sonrió -Esto es parte de la experiencia- suspira y toma otra fotografía capturando el grito que el bebé acababa de dar.

Conecto mis audífonos recostándome a la ventanilla cerrando los ojos. La voz de Lana del rey mece mis sentidos durmiéndome en un instante, despierto en cuanto Tomas me zarandea del brazo indicándome que el autobús se detuvo -¿Dijo por qué?- mascullo bajando mi maleta.

-Nunca se acerca a Schiltach, malditos prejuiciosos- lo observo en cuanto baja junto a mí -¡Gracias por nada conductor ebrio!- me codea -Apestaba a cerveza de raíz, irlandés, no me engaño su falso acento.

Nos quedamos de pie a la orilla de la carretera rodeados de bosque -¿Y ahora qué?

Tomas se posa sobre una roca viendo a ambos lados de la carretera -Supongo que si seguimos hallaremos la entrada del pueblo.

Eclipse de sangre.(en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora