'truth, dare, spin bottles
you know how to ball, I know Aristotle'
❀✧♡✧❀
𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 Lorenzo es conocido en la universidad por su mala reputación
𝒐
𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 el futuro de Elizabeth se ve distorsionado por un italiano de ojos azules
𝒐
𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
lorenzo zurzolo
—No creo que esto sea buena idea, Oliver.— hablé cansado
—Hazme caso tío, te lo pasarás genial.
—No se, no me gustan mucho las fiestas y lo sabes.
Oliver dejó de mirarse en el espejo y me agarró por los hombros.
—Hoy será diferente, lo presiento. Además, habrá chicas. ¿Quién sabe? igual puedes divertirte un poco.— alzó las cejas un par de veces hasta que me sacó una sonrisa.
Oliver y yo nos conocimos al empezar la universidad. Él buscaba un compañero de piso y yo vi su anuncio en Internet. Congeniamos muy bien, de no ser por él yo me pasaría los días solo y deprimido.
—A veces odio lo convincente que eres.— finalmente me soltó para dirigirse a su armario.
—Ten.— me dio una camisa negra.— Ponte esto.
La fiesta del tal Ricky era a unas cuantas calles desde nuestro piso, Oliver sabía llegar.
Al llegar a la fiesta Oliver saludó a todos los miembros de su equipo de futbol y me los presentó. La mitad ya estaban borrachos.
—Chicos este es mi compañero de piso, Lorenzo.— les saludé con la mano.— Es un gran tío
—Vamos a por algo para que bebas.— dijo uno de ellos
De un momento a otro me estaban hablando como si fuéramos amigos de siempre.
Me levanté para salir al jardín, había perdido de vista a Oliver y la conversación con sus amigos no era muy interesante. Me senté en las escaleras del porche de la casa y saqué una cajetilla de cigarros de mi chaqueta. Prendí uno mientras escuchaba el ruido de la fiesta de fondo.
Escuché como la puerta por la que yo había salido se abrió y alguien se sentó a mi lado. Giré la cabeza para ver de quien se trataba. Era la chica con la que había hablado en el pasillo, no sabía su nombre pero la había visto varias veces por la universidad.
Le extendí el cigarro ofreciéndole una calada a lo que ella negó.
—No fumo, gracias.
—Mejor, esta mierda mata.— respondí observándola
—Lo dices como si no lo estuvieras haciendo.— sonrió levemente al escuchar mi horrible consejo.
