Verdades.

50 15 38
                                    

— Admito que desde que Roier llegó a tu vida me he sentido verdaderamente mal. Son celos, pero extraños. Es como sentir envidia de que alguien más puede darte lo que buscas y mereces, mientras yo me lleno cada vez más de inseguridades y miedos. Ayer en la fiesta, después de ella, tuve un momento de despecho, el primero en mucho tiempo, y una cosa llevó a la otra. El caso es que por querer ser buen amigo terminé haciendo algo estúpido.
— Ajá... —quería que continuara.
— Así que... —tragué saliva, no podía seguir hablando pero tampoco quería mentir, necesitaba ser honesto por esa ocasión —. Ayer Nieves y yo nos besamos toda la noche, o al menos eso creo yo, la verdad no recuerdo mucho. Te juro que empezó como una ayuda para hacerle saber cómo era besar a alguien, y después se transformó en una pesadilla —el menor dejó de mirarme y desvió la mirada al suelo. Se notaba que quería preguntar algo más, pero a la vez no se atrevía.
— ¿Ustedes dos...? —me miró con decepción.
— No, eso sí que no —creo que sabía a lo que se refería.
— ¿Y te gustó?
— No como tal, fue más una... cómo decirlo, una debilidad por todo lo que había ocurrido. Y sé que estuvo mal, pero acordé con ella que no volvería a pasar y en serio no quiero que pase si es que aún tengo una oportunidad de enmendar las cosas contigo.
— No sé. Voy a aplicar una que te apliqué en los primeros días que nos conocimos, a ver si te acuerdas viejo achacoso — el menor se acercó y se me quedó viendo directo a los ojos. Recordé que la primera vez que me preguntó si me gustaba Vegetta hizo lo mismo para ver si mis pupilas se dilataban. Ahora volvía a tratar pero con Nieves —. A ver, ¿te gustó besar a Nieves?
— No(?) — tragué saliva.
— Ay wey, tus pupilas se movieron pero después se quedaron bien quietas. Ya aprendiste a mentir, cabrón.
— No te miento, es que no voy a  negar que cuando la besé no pensé en ella, pensaba en ti.
— Ah no mames, pobre Nieves.
— Lo sé, debo arreglar esos detalles.
— Bueno, debo confesarte que Roier y yo... bueno, ambos digamos que congeniamos mucho y nos volvimos cercanos en estos días.
— No te creo — sarcasmo.
— Oh que la verga — rió levemente —. Si te hace sentir menos culpable, después de ver ese beso entre Nieves y tú en la mañana hablé con él y me dijo que tal vez tú estabas desperdiciando una gran oportunidad con un gran partido como yo. Que te quede claro que fueron sus palabras, no mías. Y bueno, me sentí tan apreciado y querido y me conmovió tanto su apoyo que también nos besamos.
— Vale... —tardé en procesar la situación, pero sabía que no podía hacer un drama por esas cosas, era absurdo e innecesario dado que yo había hecho lo mismo —. No es mal chico.
— Nieves tampoco lo es.
— No, es increíble.
— Roier es la mamada —ambos sonreímos a la par, pensando en aquellos dos que nos hacían felices a su manera —. Pero bueno, a lo que quería llegar es que olvidarte no es tan fácil como parece, la neta. Creí que si me acercaba a otra persona iba a poder salir adelante y olvidar lo que tú y yo éramos. Era menos doloroso eso que fingir que estaba bien y que entre los dos íbamos a mejorar.
— Te entiendo.
— Pero necesito saber si estás de acuerdo con que todo termine ahora.
— Quackity, tú sabes lo que voy a responder.
— Ya sé, cabrón, pero quiero oírte de todas formas.
— Pues la verdad me pesa mucho saber que no funcionó lo nuestro, y no quiero que termine, pero también estoy dispuesto a que, si quieres, nos demos un tiempo para sanar, estar solos y después dejar que el destino decida por nosotros. No quería que fuese así, pero verte así de triste, sabiendo ahora lo que sé, creo que entiendo tu posición.
— Pues la neta no suena tan mal la idea —admitió.
— No, es una oportunidad para explorar el mundo y tal vez ver lo que hay allá afuera. Eso creo al menos — traté de convencerme de ello.
— Yo lo encuentro lógico — tampoco sonaba convencido.
— Vale, entonces quedemos así, ¿vale?
— Claro que sí. Pero... pero al chile, antes de eso necesito hacer algo.
— ¿El qué?

El menor me miró a los labios y eso me intimidó mucho. Después se acercó a mí y me besó apasionadamente. Mi cuerpo cedió por completo a ello y mi corazón explotó en mi pecho nuevamente. Esta vez estaba recibiendo amor de él como tanto había deseado. Era una buena despedida, aunque en el fondo sabía que tal vez esto haría más difícil nuestra separación. Esa tarde aprovechamos el aislamiento del pueblo para sellar entonces nuestro fin. Aunque no seríamos un intento de pareja nuevamente, al menos no pronto, al menos íbamos a acabar en buenos términos.

...

Los días siguientes, después de que Quackity y yo dejamos nuestros intentos de relación, las cosas empezaron a cambiar. Nos solíamos encontrar en el pueblo por las mañanas y las tardes, lo cual era agradable. Quackity se hizo muy cercano a Lanita y Roier, que se convirtieron en buenos amigos para él. Eso no significaba que no quisiera estar conmigo o con el grupo, simplemente encontró en ellos dos un entorno más cómodo. Alguien que había vivido en su país natal y alguien que hablaba inglés, era imposible que no se sintiera a gusto con ellos. Por mi parte, yo me hice cercano a Nieves, quien se había convertido en mi mejor amiga. Igualmente, no es que reemplazara al resto del grupo ni nada de eso, solo que viviendo juntos era normal que nos hiciéramos más cercanos.

Nos dedicamos al menos 2 o 3 días a recolectar víveres después de nuestra llegada, hasta que, al sexto día de la semana, apareció él. Había dicho que estaría aquí una semana después, pero en realidad llegó antes, cosa que nos pilló por sorpresa.

Estaba en casa escuchando música tumbado en el sofá. Solía dejarme solo un auricular puesto para estar atento a lo que ocurría fuera, y de repente, ahí estaba. Un sonido de motocicletas me sacó de mi momento de relajación. Me senté en el sillón y paré la música, sabía que era el momento de sacar las cosas y entregárselas a Kronos. Hasta ese punto no habíamos sacado nada de lo que teníamos en la mochila y la maleta que eran mías. En mi mochila solo quedaba lo que Kronos me había dejado "amablemente" para empezar mi vida en Collado. En la maleta, estaba todo lo que Luzu me había traído para el equipo y para mí. Nada de eso estaba escondido, ya que tenía otras preocupaciones en mente, pero cuando las motos sonaron cerca del pueblo me di cuenta de cuán estúpido había sido de no esconder todo.

— Rub, las cosas, no las escondimos —bajó casi corriendo la mitad de las escaleras.
— Mierda —dije en tono bajo y después me puse de pie —. ¿Hay manera de esconderlas en algún lugar que él no revise?
— Solo... solo se me ocurre un lugar, pero tienes que venir a ayudarme.
— Te sigo entonces.

Intervención Parte 2 (Completada) | Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora