ㅤㅤprologue.ㅤprophecy am.

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͏͏𝟎𝟎. ͏ ͏prólogo͏ ͏── ͏prophecy am.͏

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GIRÓ LA CUCHARA DEL CAFÉ unas seis veces para disolver el azúcar, mientras se sentaba en el pórtico de la cabaña para aspirar oxígeno puro

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GIRÓ LA CUCHARA DEL CAFÉ unas seis veces para disolver el azúcar, mientras se sentaba en el pórtico de la cabaña para aspirar oxígeno puro. Estaba algo asqueada del olor a humo de los cigarrillos que fumaba él en cada hora.

Dio un sorbo, sintiendo como el líquido perdía placer en cuanto recordaba que estuvo sin intentar la meditación desde la mañana. Tampoco lo vió a él salir del sótano, por lo que probablemente estaba ocupándose él, de lo que ella no.

Se sentía culpable por no compartir el mismo ímpetu con el tema. Pero la verdad era que su mente estaba en pausa. El mundo pierde color cuando estás en pausa. Ya no recordaba cómo se sentía embriagarse de emociones, sentirse cómoda o conforme. Sólo estaba ahí, existiendo. Sin saber exactamente que era lo que esperaba o lo que tenía que hacer. Como estar en medio de la nada y no actuar para salvarte.

Probablemente el mundo de él también había perdido color, pensaba ella, pero lo tomaban de forma diferente. Él no conocía lo que era rendirse, nada podía apartarlo de cumplir sus propias necesidades y no se detendría hasta volver a colorear su perspectiva.

Bebió todo lo que quedaba del café en varios sorbos, tomándose todo el tiempo posible. Luego se incorporó y se decidió por ir a buscarlo, dejando la taza sobre la mesa en el camino hacia el sótano. La puerta estaba cerrada, así que apoyó el oído sobre la misma. Con cautela, escuchó como se quejaba y golpeaba algo, tal vez la pared. Luego, escuchó el encendedor y un nuevo silencio.

Se enderezó e inhaló profundo antes de abrir la puerta. Él ni siquiera levantó la mirada para ver quién se adentraba a la estancia. El hombre se hallaba sentado en el sofá, con las manos sosteniendo su cabeza y un cigarrillo entre dos dedos.

Se veía derrotado.

Asumió que había estado intentando rastrear a sus hijos todo el día y ya no estaba funcionando. Ella se acercó a él y se agachó para quedar a su altura. Las manos de la fémina pasaron por los muslos del masculino en señal de apoyo. Él levantó la vista, tenía cara de sentirse fatal.

THE PROPHECY, wanda maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora