Heaven – Niall Horan.
Nerea
Cerré la puerta detrás de mí, eran las once de la mañana. Había desayunado en casa de Paul. Después de acostarnos anoche hablamos un par de minutos hasta que el cansancio nos venció. Al despertar, él ya había hecho el desayuno y me había preparado una deliciosa taza de café con caramelo. Él todavía trabajaba los sábados, así que antes de irse me trajo a casa.
Me recargué en la puerta y la sensación de nerviosismo instalada en mi estómago no se iba. Mordí mis labios. ¿Hace cuantos años que no me sentía de esta forma? Reí y cuando alcé la cara, vi a mi hermano de pie en el pasillo que daba a la cocina.
Adam era mucho más alto que yo, tenía el cabello un poco largo y era castaño natural. Mi madre solía decir que era el hijo más bonito que tenía. Yo siempre le decía que era el más bonito porque era el único, no tenía con qué compararlo. Pero debo admitir que su fama en el noticiero y en el periódico no era solo por su cara bonita, sino por la forma en que escribía y que su forma de hablar atraía mucha audiencia.
Él sostenía un tazón y usaba un globo para mezclar, al parecer cocinaría panqués. Me miró y yo le sonreí. Él entrecerró los ojos y caminó hacia la cocina esperando que lo siguiera. Cuando llegué ahí noté que Emily estaba cerca de la mesa y servía el café.
—¿Desayunaste? —preguntó Adam sin mirarme.
—Sí —respondí observando mi reloj, en una hora tendría que ir por Demian.
—¿Dónde exactamente? —alcé la mirada, Emily me miró y luego lamió una cuchara con mermelada. Parecía disimular que mi hermano estaba a punto de darme una reprimenda por no haber llegado anoche. No recordaba cuando fue la última vez que tuve que pedir permiso a alguien.
—Ayer llegaste a casa corriendo, te cambiaste de ropa y te metiste a tu estudio. Pusiste la bocina tan alta que apenas podía escuchar mis pensamientos —entrecerró los ojos—. Hoy entré a tu estudio y hay unas manos sosteniendo un corazón... —apreté los labios— un corazón casi idéntico al que llevas colgado en el cuello.
—Puedo explicarlo.
—No —respondió él alzando una cuchara—, no puedes. ¿Quieres decirme por qué llevas una pieza de joyería que parece más cara que toda la casa?
—Me lo regalaron.
—¿Quién?
—Un... amigo—la verdad es que no sabía cómo describirlo.
Adam después de engrasar un molde, vertió la mezcla y luego lo echó al horno. Limpió sus manos con una toalla y luego las colocó sobre su cadera.
—¿Ahora tienes amigos ricos? —apreté los labios, trataba de no reírme, pero pensar en Paul lo único que provocaba era que me riera.
—No necesariamente.
—Señorita —rasqué mi cabeza con nerviosismo.
Emily me veía con diversión, al parecer le gustaba presenciar esta escena de hermano mayor molesto con su hermanita. Ella era fotógrafa profesional en una revista de modas y en ocasiones le ayudaba a Adam con tomas para sus columnas. Era muy guapa, tenía unos ojos preciosos y sonrisa tierna. Pero cuando se trataba de trabajo, era una fiera. Además, controlaba muy bien a mi hermano. Mis sobrinos serían muy guapos si alguna vez decidían tenerlos.
—Déjala... tal vez su compañero de trabajo le dio una cita especial —sonreí y mi hermano entrecerró los ojos. Se sentó frente a mí y negó.
—No lo creo, está muy contenta. Ni siquiera cuando llegó por ella se veía así de feliz —entrecerró los ojos—. ¿Con quién estuviste anoche?
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El Corazón de Nerea
RomanceSu paso por mi vida había sido como el de un huracán: Había durado pocos segundos, pero había hecho un desastre de mí.