Prologo

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Había una vez una niña verdaderamente hermosa, tan linda como el oro y tan brillante como un rayo de sol.

Tenía una hermoso cabello largo y rubio que le llegaba abajo de la cintura, muchos decían que si mirabas su cabello bajo el sol tenía el suficiente poder como para llenarte de felicidad y energía.

Su piel, su blanquecina piel y sus hermosos ojos de color azul como el agua, no el agua de un arrolló, ni el agua del mar. Más bien el agua de una tormenta, un agua turbulenta y llena de electricidad.

Una hermosa niña nacida del vientre de rapuncel.

Con el hermoso don de sanar.

Sanar heridas, sanar desgarres, quebraduras y quemaduras, hasta sanar ceguera y problemas de audición causadas por accidentes.

Lo más valioso y peligroso que tenía es que podía sanar los corazones rotos y lastimados, un poder que solo lo tenía ella.

Pero no todo era color de rosa, mientras el embarazo de su madre una bruja malvada la hechizo. Rapuncel al darla a luz lastimosamente falleció por obra de esa maldición, la supuesta dulce niña que debia nacer con su cabello de oro, nació con sus mechones rojos  como la sangre y unos ojos tan oscuros y llenos de maldad que el pueblo temió por su vida.

Su padre al percatarse de lo que había pasado, lleno de dolor y sufrimiento por la muerte de su amada, la llevó a la misma torre donde su mamá se había criado con el fin de dejarla ahí por el resto de la eternidad con ayuda de las hadas. El sabía que al dejarla nunca volvería a verla, pero era lo mejor, su pequeña aterraba al pueblo y ya habían ofrecido recompensa por la cabeza de la recién nacida, decían que si la dejaban crecer sería la perdición.

Su padre la arropó en una manta y como última muestra de amor y una disculpa por abandonarla le dio el beso más lleno de cariño y dulzura en su cabeza rojiza.

Como si se tratara de un cuento de terror sus labios comenzaron a secarse y en cuestión de segundos ya era polvo.

Un rayo dorado surgió en donde su padre le había obsequiado su último beso letal y todo su cabello se torno dorado y finalmente rubio. 

Se pensó que la niña ya estaba curada, pero todo empeoro cuando ella comenzaba a sentir emociones negativas.

Al crecer la pequeña niña se dio cuenta que aún tenía esa maldición, cuando se enojaba, se sentía incomoda, triste, humillada o avergonzada su cabello y ojos se llenaban de esa maldad que no podía controlar, pero por otro lado si ella sentía emociones positivas hacía una persona, tenía la capacidad de sanar a esa persona, obviamente solo heridas superficiales aun no era lo suficientemente poderosa para sanar un corazón.

Eso cambiaría cuando ella cumpliera sus 18 años, el hechizo llegaría a su máximo poder tanto bueno como malo.

Y muchos querrían aprovecharse de eso.

Peter Pan // LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora