liróforo 3

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El hombre que sumió

Hoy no fue un buen día, y no fue un buen día por que perdí mi trabajo, mi jefe decidió despedirme por que según el ya hece tiempo no trabajo ahí, mi esposa había desaparecido y fui a casa de sus padres para hablar con ella, me dijeron que ella ya no estaba, que se fue y enojado aremeti palabras contras ellos, llamaron a la policía y cuando llegó el oficial, me dijo que hiciera esto de nuevo, ¿pero hacer que? Me llevo hasta mi casa, me pregunto si todo estaba bien, pero no, toda mi vida, esta echo un desastre desde que mi esposa desaparecio y no se por que, y las personas me miran con pena, y odio a las personas desde entonces por que se quejan de mis llantos en las noches, o los gritos contra la vida.
El día hoy vino un hombre hasta mi casa, paso como si me conociera, me dijo ser un amigo, pero, yo no lo conocía; pero si dice ser mi amigo yo le creo, me dijo saber donde estaba mi esposa y le seguí, subimos en una ambulancia extraña pues dijo ella estaría en el hospital donde trabaja siempre, ya había olvidado que ella era enfermera. Llegamos y me dieron un vaso de agua con sabor extraño, no quise tomar, pero me dijo que necesitaba beberlo para la resaca.
Eso me tranquilizo, caminamos por los pasillos del hospital, hace tiempo no iba a uno pues mi salud era excelente, y no soporto a todos los enfermeros vestidos de blanco, hacen doler a mis ojos, y ver como tratan a los enfermos llevándolos del brazo y estar tomando muchas pastillas y la comida del lugar, como odio la comida. Llegamos a la oficina del doctor y me dijo que esperara en su oficina, ese lugar era acogedor, todo muy suave a la vista y al tacto, tenía frío y el doctor me dio una saco para que hagarrara calor, no podía moverme mucho, el saco estaba muy apretado. Me senté y espere... espere y espere y mi esposa no llegaba, había un hombre que gritaba -mi sombra quiere matarme- debia tener un mal sueño, tenia un colchon en la pared por lo que pude ver desde la ventanilla de la oficina. El hombre de blanco volvio, me dio una pastilla para el dolor ojos, me dormía, me dormía, mi esposa desaparecía de mis ojos, todos se callaban, yo dormía, mis demonios dormían. Recordé por fin, mi esposa había muerto en un accidente de tráfico... ahora yo duermo.


Crueles o hipócritas

Las personas son crueles, pero no por naturaleza, les es más sencillo serlo.
Un carnaval desastroso de mascaras interminables; quejándose del hambre mundial, pero vistiendo ropas caras, religiones que predican el amor, pero juzgan a su semejante.
Y nosotros criticando todo eso al mismo tiempo desde una comodidad.
  Al final pocos son los que tienen corazón, el resto solo son crueles o hipócritas, a veces ambos. Cuidado con esas personas, cuidado con los que te adulan demasiado, cuidado con los que te adulan poco, cuidado con las personas.

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