Pov Becky.
Las luces tras la ventana me distraen sin motivo, brillantes y dispersas, el restaurante es agradable, y la gente luce feliz; Freen fue al baño y ha estado ahí almenos 5 minutos, esta es la primera cita desde que vino a verme; no he dejado de pensar en lo que dijo de proponerme matrimonio, ya paso un mes desde eso.
¿De verdad lo haría? Yo sería completamente feliz siendo su esposa, pero siento que ella aún no confía del todo en lo que siento, supongo que lo entiendo, después de todo, el daño que se hace no se cambia con palabras o acciones de un momento a otro, el dolor que le cause siempre estará en ella de alguna manera.
Pero quiero demostrarle que no hay forma que una duda atraviese mi cabeza, la quiero a ella, más que a nada.
Una idea cruzo mi mente en ese instante, ¿debería?
—¿Por que sonríes así? —pregunta ella sentándose frente a mí.
Su pelo suelto se ve más claro de lo que recordaba, mi novia es hermosa.
—Por qué tengo que irme de viaje.
Pov Freen.
¿Qué?
¿Irse? ¿A dónde? ¿Por qué ahora?
—¿A donde iras? —Su sonrisa se hace más grande mostrando sus dientes. Yo por otro lado, estoy casi cortando la circulación de mis piernas, mis manos agarrando fuertemente las mismas.
¿Por qué ahora que por fin reuní el valor de pedirle que se case conmigo?
—No te lo diré, tú puedes quedarte aquí, no creo regresar para despedirte, debo salir mañana temprano, iré a empacar.
Se levantó de la mesa sin decir nada más, caminando hasta la puerta sin siquiera esperarme, me acerque a la cajera del lugar, ella me veía triste.
—¿Dijo que no? ¿Cancelo lo demás? —preguntó.
—Ni siquiera me dejó preguntar, dile a todos que pueden pedir lo que quieran como pago.
—Bien.
Al salir del lugar vi a Rebecca hablando por teléfono muy emocionada, ¿para qué querría quedarme aquí sola? Vine para verla, para pedirle matrimonio, no vine a despedirla.
Verla hablar de esa forma por teléfono y su actitud me ponían nerviosa, confiaba en ella, pero siempre tenía ese temor muy dentro de mí, es como un trauma, la amo, pero hay cosas que simplemente se quedan para recordarte que todos somos humanos y fallamos.
Camino hasta donde está ella, tocó su hombro, ella cuelga inmediatamente el teléfono sin siquiera despedirse de quien esté del otro lado.
—¿Está todo bien? —mi pregunta es más para mí, que para ella.
—Sí.
Caminamos en silencio hasta el auto, todo el camino a casa se la paso hablando con alguien por chat, no podía evitar sentir un pequeño vacío en mí.
Ella se comportaba así y no tuve oportunidad de preguntar, creí que ella diría que sí, quizás se aburrió de esperarme, quizás encontró a alguien más seguro.
La deje en su casa por que prefería pasar la noche en un hotel, ella tampoco se opuso, a penas me puso atención, dijo nos veríamos pronto.
Me tire de espaldas a la cama del hotel de mala muerte que conseguí, viendo el techo dirigí mi mano al bolso de mi pantalón de tela negro, saque de ahí la pequeña cajita azul con un moño rosa, sentí una pequeña lagrima recorrer mi mejilla hasta el colchón de la cama.