El invierno nunca me gustó, a pesar de que en donde yo vivo nunca nieva y no tenemos blancas navidades tampoco, siempre son calurosas en esta parte del hemisferio.
Recuerdo que mi niñez se trataban las vacaciones de invierno (dos semanas entre un semestre y otro), sobre ir donde mis abuelos, que solo vivían unos kilómetros mas lejos o mas hacia el centro de la ciudad. Era solo para que no estuviera sola, ya que mis papás trabajaban y llegaban tarde. Si me quedaba en casa solo vería televisión o estudiaría todo los días entrando en una monotonía absoluta.
Odio el invierno, siempre hace frío incontrolable y mis manos y mis pies se hinchaban y deformaban por mis problemas de circulación, dolían y picaban . Además después de mis entrenamientos de natación, había que secarse el pelo obligadamente lo que me hacia llegar mas tarde a casa y quedarme hasta mas tarde estudiando.
Y si no lo has adivinado a hasta ahora. Si, siempre tuve esta vida de niña estudiosa y deportista ("hace todo bien" o así me decían en el colegio en la adolescencia). Una persona odiada y querida a la vez; odiada la mayoría del tiempo por compañeros que no entendían la presión de los papás terribles que tenía; y querida solo para cuando necesitaban buenas notas.
El frío lo hacia todo mas terrible de lo que era, la depresión, la soledad, el aburrimiento, el ocio, los juegos, en fin... todo. Llovía un montón, el único panorama era el cine, luego el cine y un café.
Pero, tengo un invierno favorito, incluso más favorito que un verano.
En el verano de mis 23 acepté que aquel amigo era aquella persona con la que estaba segura que funcionaría, esa pues... la que te dicen que es todo perfecto y que cuando terminas, es como que casi te mueres.
Teníamos una gran fuerza en contra, ya que él era mucho menor que yo. O al menos eso es lo que nuestras fechas de nacimiento indicaban. A mi siempre me importó, hasta que decidí que no me importaría.
¿Cómo era? Bueno, no soy de las que responden "fue mágico", "era como tenía que ser" o cosas así. Pero creo que funcionaba, y cuando eres adulto te das cuenta de que eso es lo mas importante.
Si, que funcione, suena frío ¿no? Pero a estas alturas de la ida ya tienes que saber que si quieres tener compañerx de vida, este tiene que ser compatibles con tus actividad y las cosas que te hacen feliz y viceversa. Lo curioso, es que él estaba lejos de tener una vida adulta, por lo que fuimos discretos al principio, mi familia no lo aprobaba y su familia si. No quería estar en boca de todos, no quería preocuparlo por sentirme mal si alguien me decía algo pesado.
El me acompañaba y yo a él, nos reíamos juntos un montón, jugábamos bromas pesadas que después terminaban en besos con sonrisas. Estar juntos era aprender cosas nuevas, descubrir cosas uno del otro, comprendernos, reprocharnos y discutir mucho (creo que siempre nuestra actividad favorita).
Ese invierno él pasaba frío después de salir de la piscina, le tejí una bufanda, después nunca se la sacaba. Me hacía subirme a los juegos para hacerle gracia cuando me caía, y nos reíamos juntos. Caminábamos todos los días y nos contábamos nuestras vidas, nuestras ambiciones y nuestras frustraciones.
Fue un invierno donde caminábamos tomados de la mano apoyándonos y queriéndonos. Tomando siestas eternas, aprendiendo que era lo que significaba el uno para el otro y las implicancias de estar juntos. Aprendimos nuestros nuestros limites al querernos, cada paso que dábamos como pareja era glorioso, y debo decir que a pesar de que no era mi primera pareja, todo era nuevo e intenso. Me daba miedo ir revelando que esto era nuevo para mi, quería darle seguridad y mucho amor.
Habíamos hablado pocas veces de lo que queríamos en el futuro, aquella fría noche yo solo estaba hipnotizada mirándolo a sus ojos verdes con leves tonos cafés.
-Lleno de niños pelirrojos y con rulos corriendo por ahí dijo- riéndose mientras hablábamos del viaje de mis sueños a escocia. Yo sólo lo miré mientras estaba recostada en sus piernas y el sentado jugando con mi pelo y revisando la hora en su teléfono.
- Prefiero esperar un poco y ver a unos niños de pelo oscuro o claro ondulado con los ojos verdosos como los tuyos.- dije sin pensarlo mucho, mientras me acercaba para besarlo. Él mantuvo su frente pegada a la mía negando con una sonrisa, yo me retorcía de amor.
- ¿De verdad me esperarías?- me miró fijamente y con mucha seriedad. Yo asentí sin pensarlo, y el me besó con intensidad.- no terminemos nunca por favor - me dijo. Y yo solo lo abracé esperando que lo que él quisiera se hiciera realidad.
ESTÁS LEYENDO
Mi invierno favorito
RomanceCuenta la historia de una joven enamorada de un niño y su corto romance de invierno