Parte I

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Proverbios 4:23

Guarda tu corazón con toda diligencia, porque de él mana la vida.

El gran planeta azul lleno de vida, rodeado de plantas verdes, seres vivientes de un lado a otro, del norte al sur, del este al oeste. Todos y cada uno de esos seres (incluyéndonos), fuimos creados para ser felices, para disfrutar cada día y cada noche, desde abrir los ojos hasta volver a la cama, todo lo iniciamos como una aventura que pareciera nunca tener fin, esto va en dependencia de los acontecimientos, retos y desafíos a los cuales nos enfrentamos en nuestro diario vivir y allí es donde nuestro corazón se encuentra jugando un papel importante.

El corazón del ser humano, no refiriéndonos al órgano de carne que bombea sangre sino aquel donde radica nuestra alma, sentimientos y emociones, el lugar más importante que nosotros debemos cuidar, hoy en día podemos ver a muchas personas caminando por las calles, por las plazas, los parques, los centros comerciales, los colegios, las universidades y muchos de ellos con muchas condiciones dentro de sus corazones (tú también que estás leyendo), nosotros caminamos con un estado en el corazón, muchos deseando encontrar un amigo, un refugio, alguien que te entienda y comprenda, alguien quien dedique un minuto, una hora o una tarde para prestarte atención aunque sea por un momento ¿por qué?, porque originalmente fuimos creados para ser seres sociables, para interactuar y compartir unos a otros, no obstante ha habido tanta indiferencia y falta de empatía en la sociedad actual. Cuantas veces el no brindar dinero sino un minuto de tu tiempo a una persona que necesita hablar le ha salvado la vida, un abrazo o un consejo le ha sanado la herida y quitado el dolor, porque hay cosas en esta vida que el dinero no puede sanar, si es necesario y útil, pero hay condiciones del alma que no puede sanar, ni aun visitando los mejores lugares o alcanzando las mejores conquistas podrán limpiar el estado del corazón.

Tú que estás leyendo te identificarás con migo, Dios lo sabe, te ha dolido, te han herido y has sufrido y de alguna o muchas formas, por eso considero que las ofensas no buscan status, nivel académico, intelectual, cultural o si eres pobre o rico, simplemente llega y muchas veces imprevisto y rasga tu corazón, cuantas veces nos hemos encontrado en esas situaciones, cuando llega la ofensa no escoge tamaño, simplemente llega y daña el corazón, por eso es muy importante aprender a perdonar a sanarnos a nosotros mismos, no son los débiles los que perdonan o piden perdón, ni fuertes los que se resisten o no perdonan, es todo lo contrario. Los valientes perdonan, los valientes aman, los valientes piden perdón aquellos que entienden que el perdón te da libertad son personas maduras que viven al máximo, se lo que se siente que te dañen, te lastimen, te hieran, te traicionen, también he estado allí pero déjame decirte una cosa, Dios sano mi corazón, me enseñó a perdonar y amar, no ha sido fácil pero si lo hizo conmigo también con tigo lo hará.

Dios desea que los seres humanos seamos muy felices pero este tipo de situaciones nos impiden la total felicidad, sé que hay muchas situaciones que nos quieren robar la felicidad porque también las he vivido, no obstante déjame decirte que Dios es real y él te ama, te quiere sanar el alma, el corazón y esto y también estoy dispuesto a compartirte un poquito de lo que Dios ha hecho en mi vida y como él me ha ayudado a superar esas situaciones manteniendo un corazón sano para él.

Así que, sigue leyendo... iniciemos juntos esta aventura y esta travesía parecida a la del viajero de Alba...

Tu Perdón Es Mi LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora