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México, Vallebravo.

Cuando el avión aterriza en la pista, los asientos se ven ligeramente sacudidos gracias al impacto de las llantas contra el asfalto caliente. Leon observa por la ventanilla al cielo despejado, hay un par de nubes apenas visibles gracias a los rayos del sol del mediodía, pero casi todo lo que ve es una enorme e infinita extensión de un azul precioso.

Chris, sentado en frente suyo y con los brazos cruzados, aún mantiene los ojos cerrados. Hasta que el piloto les informa que pueden descender. Entonces el capitán de la BSAA por fin los abre y se apresura a tomar su bolsa de lona, que hace un sonido tintineante al chocar contra uno de los tantísimos asientos vacíos del avión. Leon lo imita, con su propia gracia y con muchísima menos tosquedad, porque el cuerpo de Redfield es robusto. Musculoso, enorme.

Un grandullón, sin duda alguna. Es lo que piensa Leon, para sus adentros.

Cuando salen del avión les da la bienvenida un sujeto vestido en algo parecido a un traje formal: la tela de la ropa es de un color hueso que resplandece bajo el sol, y Leon percibe detalles bordados en el pecho, con formas triangulares. El pantalón es del mismo material pero no hay bordados. El hombre lleva también un sombrero con una hendidura en el centro y una especie de listón negro alrededor de su circunferencia.

Se ve fresco, porque Leon no ve sudor ni brillo sobre la piel trigueña del hombre.

—¡Agente Kennedy, Capitán Redfield! —les llama, con un perfecto inglés y una sonrisa que deja ver sus dientes blancos y alineados. Hay dos hoyuelos que aparecen con ese gesto. No puede evitar pensar en Luis y en sus risas divertidas cada vez que hacía una broma para provocarle.

Sancho.

Mentalmente aleja cualquier pensamiento que se encamine a ese lugar, porque desea permanecer concentrado. Luis, los Ganados, Valdelobos, Salazar y Saddler  deben desaparecer de su imaginación porque está en el presente, a meses de distancia del suceso de Los Iluminados.

Chris es el primero en dar un paso al frente para estrechar con cortesía la mano de quien los está recibiendo.

—Un gusto, estamos en tus manos a partir de ahora —responde, con ese tono de voz suave y amable, que lo escuchó usar horas atrás con cada empleado que se topó en el camino al avión. Leon no quiere parecer grosero, pero jamás ha sido bueno con las interacciones sociales y preferiría no tener que tocar a nadie, si no es estrictamente necesario.

Además, hace un calor espantoso y las palmas le sudan sin piedad.

Sin embargo, el hombre que tiene en frente parece leerle la mente porque no hace ningún ademán de querer saludar del mismo modo a Leon, al que tan solo le hace un asentamiento de cabeza.

—Mi nombre es Raúl, un poco difícil de pronunciar en inglés, me parece. Pueden decirme Roy, si les resulta más sencillo. Los llevaré a un hotel aquí en Vallebravo pero mañana deberían partir a San Ignacio. ¿Nos vamos?

A pesar de la fluidez de su inglés, Leon no ha podido evitar perderse y marearse entre el mar de palabras que ha dicho Raúl, Roy, con la misma rapidez que un neoyorquino. Además de los nombres casi impronunciables de las ubicaciones de la misión. Chris tiene la misma mirada confusa; ambos han entendido la idea principal. Llegar al hotel. Viajar al día siguiente. Tan solo parecen necesitar un par de segundos para aceptar la información.

—Sí, vamos —esta vez es Leon el que le toma la delantera a Chris, quien asiente, y ambos se apresuran a seguir a Roy.

[...]

non grato [RE4R | Leon S. Kennedy/Chris Redfield (Chreon) | AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora