Los sombreros del traje volaron por los aires al segundo de que los aplausos invadieran el espacio de lo que antes eran discursos y monólogos de despedida protocolarios anuales por parte del director de la Universidad así como de los jefes de los distintos departamentos. Los alumnos recién graduados de medicina estábamos felices de haber terminado la carrera después de tantos años de sudor y de esfuerzo, estaba segura de que esa noche mis compañeros harían una hoguera gigante para quemar las toneladas de apuntes y libros como forma de celebración y símbolo de libertad con los que nos habíamos peleado año tras año. Sin embargo, era el final de una nefasta etapa que acarrearía otra peor.
12-12-2023
-- Hey, Jazmín. -- Me detuvo en el pasillo una de mis compañeras de trabajo: Cristina. Meneaba sus caderas embutidas en una bata blanca dos tallas menor de la que le correspondía; su pelo rubio cedía al viento y su sonrisa desembocaba en unas mejillas sonrosadas que hacían contraste con su pálido cutis. -- ¿Vienes esta noche? -- Una pregunta que me dejó un mal sabor de boca unos segundos por mi desconocimiento y una posible metedura de pata de su parte.
-- ¿A dónde? -- Escondí mis manos en los bolsillos de mi vestimenta idéntica a la suya.
-- A la fiesta de Naiara. -- Frunció el ceño. -- ¿No te ha dicho nada?
Negué con la cabeza en respuesta. Estaba a punto de dar media vuelta, declinando así su oferta y evitar ponerme a mí misma en una situación incómoda con mi mejor amiga al comprender que me habían marginado, pero sus palabras me frenaron.
-- Seguro que no te ha visto hoy, debe de estar atendiendo un parto. -- Mantuvo esa mueca simpática y cálida que podía derretir el corazón más frío. -- Va a hacer una fiesta hoy en su casa y nos ha invitado a los trabajadores de la primera y segunda planta. Tienes que venir. -- Me apuntó con su dedo índice buscando conseguir una aceptación. La miré pensativa, atraída por la idea de quedarme en casa viendo una buena película en compañía de ricas palomitas.
Ella unió sus manos y entrelazó los dedos frente a su rostro antes de dar inicio a un lloriqueo un tanto infantil pero muy propio de ella para convencerme. "Por fa, por fa..."
