Y bueno, así transcurre la vida de la infeliz mariposa, rodeada de lúgubres hermosas criaturas y llena de una alegría inconmensurable, presurosa por ver a la flor deprimida en el tétrico bosque iluminado.
Aletea rápidamente con sus pequeñas asquerosas escamas mientras se excita con su propia danza patética, creando admiración y dolor en esas perversas criaturas observando sus movimientos perfectos.
Los pétalos de esa flor deprimidamente desnuda gritan exasperadamente, mudos, en ese silencio inmortal de las penas más profundas del alma.
La hermosa lepidóptera demanda una atroz importunidad a sí misma y muere espantosamente asfixiada en su terrible vacío interno, en la ausencia de su ser más estimado y en un dolor tan único y puro como ninguno traducido antes.
Flora viste vivazmente de luto y lágrimas putrefactas desgarran su rostro maravilloso.
