Han pasado días, no más de una semana en donde decidí dejarla "¿Por qué?" se preguntarán, y la verdad es que decidí demostrarle que ya no era una niña, que yo sí sabía lo que quería y aunque fuese ella, más me quiero a mi misma. Y estoy orgullosa de ese amor, porque lo he construido y deconstruido más de una vez, hasta llegar al lugar que estoy.
Pero los llevaré al día en que sucedió eso y más, este será un viaje a través de mis recuerdos, los cuales podrán no ser claros, pero haremos el esfuerzo para que entiendan cada parte de esta compleja historia.
La noche había estado fría, más de lo común, probablemente por el cambio de estación o las lluvias que decía el pronóstico se acercaban, desperté temprano, como de costumbre, y me animé a hablarle, habíamos discutido levemente el día anterior, pero el tema no había dejado de dar vueltas en mi cabeza una y otra vez, le tuve que decir, debíamos hablar, ella insistió en que no quería, lo cual era entendible por lo ocurrido, sin embargo insistí, me conozco, debía hacer algo ya, o la ansiedad me iba a consumir hasta que hiciera algo al respecto, finalmente ella aceptó a vernos, acordando nuestro encuentro para una hora antes de que entrase al trabajo, cerca del mismo.
Recuerdo verla caminar a mi con su cabeza agachada y la vista en el celular, yo sonreí, tan típico en ella, pensé, luego al saludarla, como ya era de costumbre, la besé, notando su cara de desconcierto, probablemente por la discusión, aún así, al sentarnos, la conversación fluyó natural, ella me hablaba de temas inciertos que poca atención les pude poner, pues en mi mente no dejaban de dar vuelta mil formas en cómo comenzar a hablar. Finalmente me decidí, esperé a que terminara de decir lo que decía y pedí su mano, a lo cual ella algo extrañada me la ofreció, acariciando con su pulgar mis dedos, y entonces comencé:
- Tú sabes que no te he pedido nada nunca ¿Cierto? -A lo cual ella asintió con su cabeza acompañado de un "cierto". Por lo que me armé de valor y con la voz algo quebrada sabiendo cual sería su respuesta, le pedí "Necesito exclusividad" a medida que lo decía mi tono bajaba a tal punto que ella tuvo que preguntarme "¿Exclusividad?"... "Sí" Le respondí asintiendo también con la cabeza, a lo que rápidamente respondió "No puedo, lo siento" y yo sólo pude reír, el verdadero reír para no llorar, porque sabía perfectamente que esa sería su respuesta, más sabía que lo tenía que intentar.- Si me quedé soltera fue para conocer gente, yo no sé ni quiera lo que quiero, no puedo... -Agregó.
-Entonces búscame cuando lo sepas. -Le respondí con un nudo en la garganta, mirándola a los ojos, noté que por un segundo no entendía, hasta que captó y asintió, bajando la mirada sin dejar de tomar mi mano, me comentó.- Es muy valiente lo que estás haciendo.
Allí mis lágrimas comenzaron a brotar sin control, mi vista se nubló y recuerdo haber tardado un par de minutos en poder volver a hablar, entre eso, ella me abrazó, acarició mi cabello y cuando volvió delante de mi para seguir hablando, vi sus ojos vidriosos, brillaban de una forma que me hubiera gustado nunca volver a ver.
-Todo esto me recordó demasiado a mi relación pasada, y son cosas que no estoy dispuesta a volver a vivir. -Le expliqué, a lo cual ella asintió, susurrando un "Lo entiendo" mientras que limpiaba sus lagrimas también.- Igual sé que cosas buenas nos van a pasar, porque siempre nos pasan cosas buenas.- Agregó, a lo que asentí, tomando esta vez sus dos manos, la miré a los ojos.
-También creo que las cosas nos saldrán bien, sé que el cosmos o los planetas de alguna forma se van a alinear para que esto funcione. -Le dije, bajando la mirada a su blusa, que sin notarlo, era del espacio, con planetas y muchas estrellas. Nos quedamos mirando un momento, sin saber qué más agregar, sin embargo yo sentía que tenía tanto que decir, que había pensado en tanto que quería decirle en ese momento, que no podía, todo se quedaba atrapado en la garganta junto al nudo en ella.
-Gracias, siempre me dices que haz aprendido mucho de mi, pero yo siento que soy quien más ha crecido a tu lado en menor tiempo, por segunda vez. -Ella sonrió y ambas reímos por un pequeño momento, luego nos levantamos del pasto en donde estábamos sentadas y comenzamos a caminar rumbo a su trabajo, era un trayecto corto y ambas íbamos cada quien en la suya, por lo que le pedí la mano, a lo cual ella reaccionó con un pequeño ataque de nervios, mirando a todos lados, a lo cual reí, se me hizo gracioso aunque me hubiera gustado tomar su mano aunque fuese esos minutos. No hubiera sido la primera vez, pero ella es muy quisquillosa con el tema de tomarse de la mano.
En fin, cada una se fue por su lado y recuerdo haber sentido el trayecto a casa como el más largo que nunca tuve, quería largarme a llorar, tenía los ojos llorosos, sin embargo la micro donde iba tuvo gente todo el trayecto, no estuvo llena, pero no quise llorar en ese momento, quería esperar a llegar a casa para hacerlo. Recuerdo llegar y que me dieran la noticia de que un vecino con los que llegamos a la vez a vivir al condominio, había tenido un infarto y fallecido, como para hacerme recordar la fugacidad de la vida y que en un momento estamos, pero no sabemos si mañana también. Hice las cosas que mi madre me pedía, en modo automático, recuerdo haber escuchado al menos tres veces que me preguntó si algo me ocurría, quizá qué cara tenía para no estarlo disimulando. La noche llegó, y al momento de acostarme para recapacitar todo lo que había pasado en mi día, una presión en mi pecho comenzó, era como si pusieran una pesa en él, me apretaba, comencé a llorar y sollozar, más no me podía mover, el peso había llegado a todo mi cuerpo, dejándome inmóvil. Lloré hasta dormir, traté de sacarlo todo, pero como era de esperarse, al otro día seguía doliendo, las ganas de llorar seguían allí, y cuando me descuidaba, mis ojos se aguaban, dejando caer una que otra lágrima. Duele, pero sé que el dolor no siempre estará allí, y que tal vez algún día, nos volveremos encontrar.