Simón era un niño extraño. Le gustaban cosas que nadie entendía. Los otros niños se reían de él cada vez que podían. Nunca se sintió querido por nadie y tenía la convicción, basada en experiencias propias, de que no podría tener nada que realmente quisiera. Simón no estaba solo, "solo" era su definición. Nunca encajó en ningún lado ni con nadie. Él mismo era su único amigo. Al crecer, crecían su amargura e infelicidad.
Simón nunca pensó que su vida podría ser diferente. Hasta que la conoció.