— ¡Dale Martín, fondo, fondo, fondo! – animaba Juliana.
Martín, como todo un perrito faldero, hizo caso a lo que le dijo. Todos rieron por la situación, excepto Benicio, mostrando su típica amargura y responsabilidad, este suspiro y dijo:
— Chicos, saben muy bien que no pueden beber en un bosque porque pueden ocasionar un accidente, recuerden que hay que respetar...
— el protocolo de cuidados para prevenir un incendio, dale boludo, no seas así... Al menos por hoy.
Benicio se miró indignado. Pese a querer mucho a sus amigos y viceversa, eso no lo quitaba que era el niñato que siempre cumple con las reglas y es muy, pero muy de demasiado responsable.
— Voy a buscar más leña – afirmo Benicio antes de perderse en la oscuridad del bosque.
Nadie dijo nada hasta unos segundo que nos empezamos a reír. Seguimos pasando el rato embriagándonos más. Lleno de risas. Juliana le seguía dando de tomar a Martín y las gemelas contaban absurdas historias de terror.
— ¿Y saben que es lo peor? – todos miramos hipnotizados a Mica y Cami continuo – ¡Esa masacre ocurrió en este mismo bosque y nunca se supo del asesino enmascarado!
Luego prosiguió con asustarnos y reímos por su fallido intento. Casi todo era risa.
— Che, chicos – Mateo llamo la atención de todos – ¿No les parece raro que Benicio no venga aún?
— Dale Mateo, sabes que él está buscando bastante leña para que haya mañana. No te preocupes por él – dijo Juliana. Mateo bajo la mirada y llamo a Martín.
— ¿Vos que pensás amigo? – lo miro esperanzado.
Martín, borracho hasta los pies, con mucho esfuerzo, dijo:
— Lo-lo que ella... diga — y señalo a juliana
— Lo voy a ir a buscar. Y dejen de tomar, por favor – dicho esto último se fue.
Mica, Cami y yo nos miramos confusas, y la confusión se transformó en incomodidad. Pasaron 5 minutos sin que nadie diga nada. La preocupación empezó a consumirnos. Primero Benicio desaparece, va a buscarlo y le pasa lo mismo. Decidida a acabar con esa gran tensión, respire hondo y me digne a hablar;
— Chicos, mejor vayan a sus carpas, yo voy a resolver esto.
Juliana y Martin, con mucho esfuerzo llegaron a su carpa.
— Como digas – dijeron las gemelas al mismo tiempo.
Tome una linterna para ver en la inmensa oscuridad de la noche. Camine pocos pasos.
Un grito desgarrador me saca de mi trance y me doy cuenta de que Mateo corre a mí como un rayo, mientras grita más y más. Estaba partido y luego, no solo fue un grito el que se escuchó, los pasos acelerados se acercaban a nosotros con más gritos de por medio.
No sentía señales de Juliana y Martin, por lo que supuse que estarían dormidos después de su intensa sesión de alcohol. Cami salió de la carpa.
— ¿Qué mierda está pasando? – pregunto Cami medio adormilada. De pronto, la gemela abrió los ojos tanto como yo, sorprendida, al ver a Mateo acercarse a nosotras con gran velocidad.
— ¡LO MATO! ¡Él LO MATÓ! ¡ESTÁ MUERTO! – gimoteo el chico. Él seguía repitiendo eso, absorbido por la locura.
— ¡Mateo cálmate! ¿De qué hablas? – le pregunto Cami buscando respuesta a la situación.
— ¡BENICIO, BENICIO ESTÁ MUERTO! ¡LE DESTROZO LA CABEZA! ¡ESTÁ MUERTO! – seguía el corrompido chico.
Yo me quedé paralizada. Benicio estaba muerto. Muerto.
El sonido de una bala llama la atención de todos.
— ¡NO, MATEO, NO POR FAVOR! – grito Cami
Otra vez me quedé como espectadora. Sin hacer nada. Levanto la mirada, distingo un hombre cubierto de una gran tela negra.
Cami también lo ve. Mica sale de la carpa y rompe en llanto al ver el cuerpo sin vida de Mateo. Todo se ve borroso y a duras penas puedo describirlo. El ruido de las balas me rompía, los estaba matando, uno por uno.
Éramos siete. Éramos.
Cometí un acto de egoísmo, porque mientras él mataba a mis amigos, aproveche a huir.
2 días después...
— Entonces hui, eso fue todo lo que paso – relate al oficial.
Esta fue la historia de como un monstruo me arrebato a mis amigos, o al menos eso fue lo que le dije a la policía.
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Terror en el bosque
Horror7 amigos disfrutan su última noche antes de ese gran paso a la adultez; la universidad. Sería la noche perfecta, o eso esperaban.