Que agonizante es la pérdida de alguien a quien queremos demasiado, te quedas sin aire, sentís que morís con esa persona, no entendés como el planeta sigue girando o como todos continúan con sus vidas normales sin importar nada más, no entendés, no querés hacerlo. La primer perdida que tuve en mis cortos 20 años fue la de mi hermano mayor Matías, a causa de un cáncer que lo consumió en siete, ocho meses; algo que me tomo de sorpresa, que me dejo en shock sin posibilidad de procesar su muerte. Miles de preguntas, "¿por qué le pasó a alguien con tan buena salud? ¿tan joven? ¿tan bueno?". Preguntas que nunca van a tener respuestas.
Con el paso del tiempo comencé a ser de las demás personas que siguen con su vida normalmente porque el planeta efectivamente no deja de girar por la pérdida de alguien a quien amas. Me tocó seguir, sin olvidarme de mi hermano, sin dejar de llorarlo muchas veces, sin entender el por qué, pero también me tocó, no dejar de vivir, continuar como el siempre lo deseo.