Querido Marcos:
Debo comenzar diciendo que no sabes quién soy, nunca estuve frente a vos, nunca te hablaron de mi... Pero aún así yo te conozco, yo sé quién sos.
Podés pensar en mi como "Kris". Solo una cosa importa y debes saber, estuve enamorado de tu novia, Cielo. Ambos asistimos a la Universidad de Artes Escénicas en el centro de la ciudad. Nos conocimos en nuestro primer día de clases, ambos llegamos tarde a la clase de expresión corporal. ¿No te suena romántico? El típico cliché de una película romántica de segunda.
Desde ese día comenzamos a hablar, no tardamos en construir una sólida amistad. Pero su dulzura y belleza me llevaron a confundir mis sentimientos, o desarrollarlos, y cuando quise acordar ya estaba completamente enamorado de ella.
Mis sentimientos no fueron correspondidos.
Nuestros primeros años en la Universidad siguieron con calma, ella confiándome su amistad, yo muriendo por entregarle mi amor, mi corazón en bandeja de plata.
Al volver de las vacaciones de nuestro ante último año, Cielo comenzó a actuar diferente frente a mi: me prestaba más atención, me escribía diciéndome que pensaba en mi, incluso me había llegado a decir que yo era un gran chico y que deseaba salir conmigo. Fue el momento más maravilloso de mi vida. Ponete en mi lugar, Marcos... La chica por la que morís hace años, de la nada te dice que siente cosas por vos. ¿Qué harías? Alegrarte lo primero, pensar... lo último.
Salimos un par de meses, todo era increíble, yo era atento, un romántico como pocos... Ella dulce y hermosa. Teníamos una relación de ensueño, como la que muchas parejas deseaban y pocas lograban construir. Sin embargo, Cielo jamás había querido usar ese término para referirse a nosotros, "pareja", según ella porque "no era necesario".
El día de mi cumpleaños número veintiocho quedamos en vernos en el parque, en mi parque favorito y donde ella me había propuesto salir hacia algunos meses atrás. No tenía cómo sospechar que me dijera que me dejaría por otro. Rompió mi corazón sin remordimiento alguno. Me dijo que nunca me había amado y me explico con lujo de detalles cómo todo este tiempo me había usado, cómo solo me veía y quería como amigo (como un estúpido perro faldero que solo llena un vacío en el espacio). Ella me había usado para que el chico que en verdad le gustara le prestara atención: vos.
En definitiva, Cielo no se arrepentía de ninguna de sus decisiones, sino tan solo de no haber sido honesta conmigo... Pero eso era un pequeño daño colateral, ¿no? Bueno no. No tuvo el valor de decirme que quería que yo fingiera ser su novio para atraer a otro tipo, no le importaron mis sentimientos, los momentos y palabras que compartimos. Ya ni siquiera nuestra amistad podría volver a ser la misma de antes. Una pena.
Ella no merecía seguir como si nada hubiera pasado, quería que sufriera así como ella me había hecho sufrir al decirme toda esta verdad oculta. Necesitaba que sufriera.
Cielo me usó y cuando obtuvo lo que quiso me desechó no sin antes pretender mantenerme junto a ella como su perrito fiel.
Por eso el día que nos graduamos la invité a pasar un fin de semana juntos, como en los viejos tiempos, como cuando éramos amigos y todo era relativamente más fácil conmigo ocultando mis sentimientos.
El plan era quedarnos en una pequeña cabaña a las afueras de la ciudad, hablar sobre nuestros planes a futuro, sueños y metas.
Debo admitir que a medida que pasaban las horas muchas veces dudé si debía matarla o no... Quizás podía encontrar otra forma de vengarme, seguramente la había pero no quería tenerla en cuenta. Así que no hice.
No fue nada difícil, con aquella confianza insana que seguía teniendo en mi, como si fuésemos los viejos mejores amigos de antes. Ilusa. En ningún momento mostró una gota de arrepentimiento, de preocupación por su juego cruel. Ella es la verdadera villana de esta historia, no yo. Yo soy quien puso fin a su maldad.
Bastó con poner un poco de veneno en su cerveza para que a los minutos yaciera sin vida junto a mi.
Confieso que fue tan gratificante verla quieta a mi lado, en el sofá. Aunque no tardé en lamentarme por no haberla hecho sufrir antes. Después de todo, ella había roto mi corazón pero aún en mi dolor y sed de venganza yo había tenido compasión: la había dejado morir sin ningún sufrimiento.
Pero lo hecho, hecho estaba, ya no podía inflingirle ningún dolor. Ella ya no estaba ahí.
Dejé su cuerpo cerca de la cabaña. Encima eso, ¿te das cuenta Marcos? Yo no soy el villano: ¡incluso le di entierro a su estúpido cadáver! Ella no lo merecía. Si caminas dos kilómetros adentrándote en el bosque, donde los pinos parecen querer tocar las suaves nubes en el cielo, allí donde la tierra está removida, allí encontrarás el cadáver de tu dulce y fría novia.
Podés intentar reportame, denunciarme con la policía, pero no sabes quién soy, te aseguro que no hay una sola huella en esta hoja. Y te conviene mantenerte lejos. No me gusta la gente entrometida.
Además ya te dije dónde está su cadáver, ¿no es lo justo? ¿No estamos a mano ya?
Espero que logres ser feliz ahora que me deshice de aquel desperdicio de oxígeno. No dudo que me entenderás.
Atte. Un inexistente Kris.
ESTÁS LEYENDO
Schadenfreude #4
Short Story"Estoy harto de este falso amor. Quiero ser un hombre bueno, te doy el mundo, cambié todo, solo por vos. Pero ahora no me conozco, ¿quién sos?" Schadenfreude: la alegría de ver fracasar o sufrir a alguien. ■ Este es el cuarto cuento de una serie que...