*El proyecto*

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Me paré al borde del bullicioso campus, con la mirada fija en la figura que parecía destacar incluso entre el mar de estudiantes. Rainbow Dash. El propio nombre me dejaba un sabor amargo en la boca, un recordatorio constante de la rivalidad que había surgido entre nosotras desde el primer día. Mientras la veía moverse sin esfuerzo entre la multitud, una sensación de determinación surgió dentro de mí. Hoy iba a ser diferente. Hoy iba a demostrar de una vez por todas que era superior.

Agarrando firmemente mi mochila, me abrí paso entre la multitud de estudiantes, sin apartar los ojos de la figura de Rainbow. Parecía ajena a mi presencia, su atención se centraba únicamente en el cielo. Típico de Rainbow, siempre soñando con volar.

Aceleré el paso, decidida a alcanzarla. A medida que me acercaba, podía oír los murmullos de los alumnos a mi alrededor. Hablaban de ella con asombro, alabando su velocidad y agilidad en el campo de atletismo. Pero yo sabía más. Conocía la verdad que se ocultaba tras su fachada.

Finalmente, llegué a su lado, con la voz cargada de sarcasmo. "Vaya, vaya, pero si es Rainbow Dash. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar practicando tus intentos fallidos de batir el récord de velocidad?".

Rainbow se giró hacia mí, sus ojos destellaban de fastidio. "Applejack", se burló, "¿qué haces aquí? ¿No deberías estar cuidando de tus preciados manzanos?".

Apreté los puños, luchando por mantener la compostura. "A diferencia de ti, Rainbow, tengo otros intereses además de volar sin rumbo por el cielo".

Se rió, un sonido que me crispó los nervios. "¿Ah, sí? Bueno, me encantaría verte intentar vencerme en la pista de atletismo. A menos, claro, que te dé miedo enfrentarte a una pequeña competición".

Sus palabras encendieron un fuego dentro de mí, un ardiente deseo de demostrarle que estaba equivocada. "Acepto, Rainbow. Considéralo un desafío".

Y con eso, el escenario estaba listo. Todo el campus bullía de expectación cuando la noticia de nuestro inminente enfrentamiento se extendió como un reguero de pólvora. Los estudiantes hicieron sus apuestas, confiados en su campeón elegido. Pero para mí, se trataba de algo más que ganar. Se trataba de demostrarle a Rainbow, y a mí misma, que era capaz de cualquier cosa que ella pudiera hacer.

Rainbow Dash y yo siempre hemos sido rivales, desde que éramos pequeñas. Recuerdo mi primer día en preescolar. Me acababa de mudar de Appleloosa, y era muy diferente a los demás, ya que no tenía el pelo de colores. Estaba nerviosa, pero aún recuerdo el momento exacto en que la conocí. Estaba entrando en la escuela cuando tropecé con mi propio pie y caí de bruces al suelo. Tampoco vi la señal de suelo mojado, así que resbalé. De pequeña era muy torpe. Cuando me levanté, había una chica delante de mí. Pensé que iba a ayudarme, pero en lugar de eso, se rió y me dedicó una sonrisa arrogante.

"Parece que eres nueva aquí. Soy Rainbow Dash, la estudiante más increíble, dura y guay de aquí. Ya has hecho una entrada horrible, prepárate si lo vuelves a hacer" Dijo y se fue, mirándome fijamente.

Desde aquel día siempre hemos chocado. Eso fue cuando sólo tenía ocho años, y ahora tengo casi diecisiete. Después de establecer nuestra nueva competencia, volvimos a clase. Ahí venía ella, tan engreída como siempre. Rainbow Dash, esa fanfarrona llamativa y siempre competitiva, se pavoneó en el aula con un aire de confianza que rayaba en la arrogancia. No era la más alta, pero su presencia la hacía parecer más grande que la vida. Lo que más llamaba la atención era su pelo multicolor, que caía en cascada por su espalda en un alboroto de colores que parecían brillar con cada movimiento. Cada tono -rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado- era tan llamativo y brillante como el primer día que se lo tiñó. Era como si necesitara que todo el mundo supiera lo especial que se consideraba, incluso antes de abrir la boca.

🌈🍎𝕌𝕟 𝕤𝕒𝕓𝕠𝕣 𝕒 𝕧𝕚𝕔𝕥𝕠𝕣𝕚𝕒, 𝕦𝕟 𝕥𝕠𝕢𝕦𝕖 𝕕𝕖 𝕒𝕞𝕠𝕣🌈🍎Where stories live. Discover now