~•𝑀𝑖 𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛•~

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La música se encontraba a un alto volumen, un montón de adolescentes bailaban, otros estaban sentados en sillas hablando entre ellos, entre un grupo se encontraba una hermosa joven de 16 años,Rosa María de cabello morado, ojos negros y una increíble personalidad.






Se encontraba con sus amigas y algunos amigos de la escuela, se la estaban pasando muy increíble —¡Hey miren ahí vienen tu hermano y sus amigos! —mencionó una de sus amigas a otra —Espera, ¿Qué traen en las manos? —preguntó Rosa María al ver unas botellas entre las manos de los chicos —Ay Rosa no seas aburrida, es para divertirnos mejor —Los chicos se sentaron levantando dichas botellas las cuales como imaginaba Rosa eran de alcohol —No estoy segura de esto —dijo cuando vio como sus amigas abrían esas botellas.




—¿Qué tan malo puede pasar? Además estás con nosotras, nada malo puede pasar...



...
"𝑁𝑎𝑑𝑎 𝑚𝑎𝑙𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟"








—¡A QUE CHINGADOS TE REFIERES QUE NO FUE TU CULPA, TU MEZCLASTE MI JUGÓ CON ESA BEBIDA! —gritaba la peli-morada desesperada, su "amiga" simplemente la miraba indiferente —Oh vamos te ayude a divertirte, además ¿No te estaba cuidando tu noviesito ese? No soy la única a la que debes culpar —mencionó la chica.







—Si, pero si no me hubieras mezclado todo no me hubiera perdido por
andar de ebria Y NO HUBIERA APARECIDO EN ESE CUARTO, COMO QUIERES QUE NO TE CULPE —Simplemete rodó los ojos, Rosa quería golpearla en toda su cara pero, de repente empezó a sentir un fuerte dolor de cabeza, no le tomó mucha importancia, podía ser por la resaca o por la furia que sentía en esos momentos.

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Había pasado dos semanas desde el incidente, Rosa se separó un poco de sus amigas pero no las dejó de hablar por completo, por este tiempo Rosa se empezó a sentir algo mal, tenía dolores de cabeza repentinos junto con náuseas, estaba empezando a preocuparse pero la única persona en la que podía confiar, su hermana mayor, estaba en un pequeño viaje de promoción, por lo que se encontraba sola en esos momentos.






Los dolores empezaron a aumentar poco a poco, pero la gota que derramó el vaso fue que se suponía que hace ya días le tenía que llegar su regla, hace mucho que no se le atrasaba, no podía esperar más quería librarse de cualquier duda, con el dinero que solía ahorrar, se compró una prueba de embarazo, caminaba por los pasillos de aquella escuela, buscaba un baño cercano, no quería ser vista por nadie.







Llegó al baño, estaba muy asustada, tenía la prueba volteada, estaba sudando frío, ya había cumplido con las instrucciones, se suponía que el resultado ya estaba definido, lentamente volteó la prueba, las lágrimas comenzaron a hacerse presentes, sus ojos se cerraron con fuerza, tratando de contenerlas, estas cayeron sobre sus manos, que ahora cubrían su rostro, su cuerpo doblándose sobre sí mismo como si quisiera desaparecer.

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