♡ y si no soy tan bueno...♡

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El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, pintando el campo de entrenamiento con tonos dorados mientras Xavi Hernández practicaba sus movimientos. Sin embargo, a pesar de la belleza del día, una sombra de duda se cernía sobre él.

Los últimos partidos habían dejado a Xavi con un nudo en el estómago. A pesar de sus esfuerzos incansables en el campo, había cometido errores que costaron puntos al equipo. ¿Era realmente tan bueno como todos pensaban? ¿O estaba perdiendo su toque?

Xavi se detuvo, dejando caer el balón a sus pies mientras luchaba con sus pensamientos. La ansiedad lo envolvía como una manta pesada, haciéndolo dudar de sí mismo más de lo que nunca había experimentado antes.

Fue entonces cuando escuchó pasos acercándose por detrás. Una mano cálida se posó en su hombro, y Xavi se giró para encontrarse con la mirada reconfortante de Iker Casillas.

"¿Estás bien, Xavi?", preguntó Iker con preocupación, sus ojos buscando los de su amigo.

Xavi forzó una sonrisa, tratando de ocultar su tormento interno. "Sí, solo estoy... pensando un poco", respondió vagamente.

Pero Iker conocía a Xavi demasiado bien para dejarse engañar por una sonrisa falsa. Se sentó a su lado en el césped, su expresión seria pero comprensiva.

"Lo sé, Xavi", dijo suavemente. "Puedo ver que estás luchando con algo. ¿Quieres hablar al respecto?"

Xavi vaciló por un momento, pero finalmente decidió abrir su corazón a su amigo de toda la vida. Compartió sus preocupaciones sobre su desempeño en el campo, sus dudas sobre si era lo suficientemente bueno como mediocampista.

Iker escuchó en silencio, su rostro mostrando compasión y empatía. Cuando Xavi terminó de hablar, colocó una mano reconfortante en su hombro.

"Xavi, déjame decirte algo", comenzó Iker, su tono firme pero gentil. "Eres uno de los mediocampistas más talentosos que he tenido el privilegio de conocer. Tu habilidad para leer el juego, tu precisión en los pases, tu liderazgo en el campo... son incomparables".

Xavi bajó la mirada, luchando contra las lágrimas que amenazaban con emerger. "Pero, Iker, ¿y si no puedo mantener ese nivel? ¿Y si decepciono al equipo?"

Iker le dio una sonrisa tranquilizadora, su mirada fija en la de Xavi. "Escucha, Xavi", dijo con voz suave pero segura. "Todos tenemos días malos. Momentos de duda y ansiedad. Pero eso no define quiénes somos como jugadores o como personas. Lo que importa es cómo respondemos a esos desafíos".

Xavi lo miró, sus ojos brillando con gratitud y admiración por su amigo. "Gracias, Iker", murmuró, su voz cargada de emoción. "Realmente necesitaba escuchar eso".

Iker sonrió y se puso de pie, extendiendo una mano para ayudar a Xavi a levantarse. "Vamos, amigo", dijo con un brillo travieso en los ojos. "Todavía tenemos algo de tiempo antes de que termine el entrenamiento. ¿Por qué no intentamos algunos tiros libres? Tal vez te ayude a despejar la mente".

Xavi asintió, sintiendo un peso levantarse de sus hombros. Juntos, caminaron hacia la portería, listos para enfrentar el resto del día con renovada determinación y confianza.

A medida que el sol se ponía en el horizonte, Xavi se encontró agradecido por tener a alguien como Iker a su lado. No solo era su amigo y compañero de equipo, sino también su roca en tiempos de duda y confusión.

Con Iker como su lugar seguro, Xavi sabía que podía enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara. Y juntos, no había límite para lo que podrían lograr en el campo y más allá.

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