Oh lover

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En una época donde las criaturas mágicas, los magos y humanos coexisten. Dónde la magia lo es todo y no es necesaria la tecnología de los humanos. Los reyes gobiernan y ser caballero es uno de los más altos honores en el pueblo.

El nombre de aquel pueblo se ha perdido con el tiempo, y solo queda la leyenda más famosa del lugar. La leyenda del caballero y el dragón blanco. Mucho se sabe de las diferentes criaturas mágicas que rondan la tierra, pero una de las más peligrosas y para nada domesticables, son los dragones.

Habitan en diferentes partes de la tierra y hay de distintas razas, cada una con su característica más única que la otra. Existía una especie de dragón que se extinguió hace muchos años. Se dice que porque los caballeros los cazaban para poder recibir el honor de la corona, o porque muchas veces atormentaban a las personas del pueblo no mágico.

Una de las historias más destacadas es la del caballero con escudo de león. Sir Harry Potter. Un valiente que se habló por generaciones, de brillantes ojos verdes y una cicatriz en forma de rayo en la frente.

Poco se sabe de lo que le sucedió, ya que con su partida, también desapareció el dragón que atormentaba aquel reino. La historia se ha pasado de boca en boca, se han hecho trovas, canciones y poemas.

La verdadera historia, realmente nadie la sabe, pero un historiador que era amigo de aquel caballero fue el único que la pudo plasmar tal cual sucedió. Esta es la verdadera historia.

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Después de que le dieran el título de Sir, uno de los honores más grandes del reino, se le encomendó llevar al ejército a conquistar tierras cercanas, Sir Potter demostró ser hábil, audaz y valiente.

Logrando cada una de las misiones encomendadas. Desde entablar amistad con los gigantes, hasta rescatar a la princesa de un malvado mago. Su última misión, antes de desaparecer para siempre, fue la de acabar con el dragón plateado. 

Aquel dragón salía cada luna llena atormentar al pueblo, quemaba casas, cosechas y ganados enteros. Por más que los pueblerinos se preparaban para esos acontecimientos, el dragón lograba hacer daños irreparables una y otra vez.

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Sir Harry Potter estaba en la sala del trono, el rey lo había mandado a llamar. Llevaba su túnica negra, la más elegante que tenía, no llevaba armadura, solo vestía una sencilla camisa café con agujeta al frente, pantalón y botas negras y llevaba su espada y su varita en un cinturón de cuero en su cintura. Traía guantes negros y estaba de pie con brazos cruzados, esperando. Había escuchado que ese día llegaría la caravana del reino vecino.

El reino vecino era un tupido bosque donde habitaban en su mayoría criaturas mágicas y ese día tendrían de visita al príncipe de aquel reino. Se decía que era un elfo. Así que Harry se imaginó a un elfo doméstico con una pequeña corona en su cabeza. Algo que le causó gracia en su momento, pero que guardó para él, porque no quería faltarle el respeto a los invitados.

Cuando anunciaron la entrada de la caravana, Harry casi pierde el equilibrio. La persona que lo presidía no era un elfo doméstico, sino un élfico. Una criatura mágica muy parecida a los humanos, pero con características sumamente finas, haciendo de la criatura una obra de arte.

Era un joven de su misma edad, rubio platinado con el cabello largo casi hasta el piso, lo llevaba trenzado y llevaba una delgada corona plateada que parecían hojas entrelazadas. Vestía con una larga túnica blanca con adornos en verde, plata y oro. Su perfil era perfecto, nariz recta, labios rellenos y rosados, la tez blanca y aterciopelada, se daba cuenta de que era una criatura mágica por sus orejas puntiagudas. Aunque llevaba una túnica que cubría su cuerpo, se veía que era esbelto e incluso más alto que él.

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