En mi deporte de mirones
en el que te espero en la orilla,
viendo cómo te alejas,
pero careciendo del valor para seguirte.
Y tú huyes mar adentro,
mientras te espero en la arena.
Seca, desértica.
Pero abrazada por la húmeda brisa que dejas al partir.
Las olas se levantan
como leones enfurecidos
o pensamientos intrusivos,
que no puedo detener.
Pues querida,
yo no soy un pez de piscifactoría.
Yo soy una gaviota sombría
que busca en lo que dejas
cuándo retrocedes junto a la marea
alimento para mi musa.
Y vaya si lo haces.
Mientras el sol me trae,
quemaduras del pasado,
tú me traes preocupaciones del mañana.
Y entre los dos,
asustáis al terrenal presente,
que huye,
sin dejarme ningún regalo