Fortalecer el equipo

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La vehemencia del beso iba más allá de la capacidad regular de sus respiraciones, cuyo ritmo era un apremiante caos derivado en jadeos y obscenos chasquidos ocasionados por el devorador choque de sus lenguas. Harry, bajo los efectos de la densa bruma lasciva, no recabó en su memoria cuándo o cómo sus jeans, camiseta y bragas terminaron el algún rincón del suelo que no podía ni le interesaba ver, sin embargo, sí tenía presente su propia desesperación al desabotonar la camisa de Louis y arrancarla de su cuerpo, su lloriqueo de urgencia cuando el alfa se apartó para quitarse el pantalón y ropa interior.

La cordura era un lujo que no podía costear si las manos ajenas se presionaban posesivamente al deslizarse por sus muslos y torso, acentuando alrededor del encaje en su sostén de maternidad.

—Estaba muriendo por besarte otra vez—Louis susurró, provocándole un cosquilleo al cepillar sus labios debajo de la línea de su mandíbula.

—¿Sólo besarme?—suspiró el omega.

—Todo—plantó un beso en su yugular y siguió descendiendo—. Mierda, soñé contigo tantas veces—chupó un específico punto en su cuello y Harry se estremeció, liberando un gimoteo—. Sólo podía pensar en ti, mojándote por mí..., en lo malditamente hermosa que sonaba tu voz suplicándome más.

Harry arqueó su espalda, en respuesta a que las ágiles manos del alfa le desabrocharan el sostén e inmediatamente acudiera a apretar su sensible busto. Regresó con brusquedad de esa embriagante sensación al percatarse de que un hilo blanquecino brotó de una hinchada punta; enrojeció, abriendo los ojos con premura. Olvidó que la leche materna tenía una odiosa fijación por gotear en los momentos más inoportunos.

—Joder, p-perdón, perdón...—titubeó.

Su vergüenza progresó a ser confusión por la imagen de Louis chupando su propio mancillado dedo para recabar el rastro que aquel líquido dejó. Respiró entrecortado al verlo lamer encima de su pezón.

—¿Me dejas ayudarte?—ofreció, mirando hacia arriba con la dilatación de sus pupilas consumiendo casi toda la aureola azul.

Harry tragó, antes de asentir con repetitivo ruego. Louis depositó otro beso ahí, simultáneo a una de sus manos serpenteando por la empapada cara interna de su muslo hasta llegar a la de sus glúteos. La ola de abrasivo placer lo golpeó con una inesperada brutalidad cuando el alfa, empezó a introducir un dedo en su lubricada entrada y, a su vez, capturó su pezón en la succión de su boca.

El omega echó su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras dejaba escapar un ruidoso gemido que aprisionó en la palma de su mano. La cantidad de lubricante que mojó las sábanas sería un factor bochornoso si no estuviera tan encendido y necesitado de más, de la culposa magnificencia en el flujo de leche, la lujuria con la que Louis tomaba cada gota, la fuerza con la que sus labios se atenazaban alrededor, la perfección de sus dígitos al abrirlo. Era abrumador en un sentido maravilloso.

Cuando Louis repitió su hazaña con el otro pezón, Harry metió sus dedos entre sus lacias hebras de cabello.

—Lou, Lou...—gemiqueó—. Dios, anúdame ya. 

—¿Eso quieres?—el ojiazul besó su esternón y subió a sus labios, los cuales también fueron reclamados con un beso más lánguido en el que Harry probó su propio sabor—. ¿Estás tan necesitado de que vuelva a llenarte?

—Por favor—jadeó en su boca, lloriqueando al sentirlo sacar sus dedos.

—Qué buen omega, pidiendo educadamente—se mofó con una sonrisita ladina.

—Soy bueno, s-seré bueno..., p-por favor.

—Hazz—pausó el beso con un picoteo que instó un quejido de parte del rizado—. ¿Cuánto tiempo llevas sin...?

—No lo he hecho desde...—tragó con dificultad—. N-No he estado con nadie después de ti.

El alfa parpadeó, anonadado.

—Si duele mucho o quieres parar...

—Soporté un parto, puedo con un nudo—Harry rio apenas, negando.

—Aún así, tienes que decírmelo, ¿okay?—insistió.

El omega respondió con una muda afirmación. Louis sujetó su cadera y no apartó la vista de sus ojos, atento a su expresión mientras alineaba su erección con las húmedas paredes en las que entró despacio. Harry se sujetó a la espalda ajena, encajando por inercia sus uñas; perdió el aliento, enroscó sus piernas alrededor de la cintura de Louis, quien hurtó su gemido con un beso.

—Estás...jodidamente apretado—exhaló—. V-Vas a matarme.

—Había olvidado l-lo bien que se sentía...—sollozó—. Estoy t-tan lleno.

Sus palabras quedaron atrapadas en la lengua del alfa, pero, a decir verdad, tampoco habría conseguido articular algo coherente, pues el movimiento de sus caderas al embestir era todo lo que existía para sus sentidos. Louis apretó de nuevo uno de sus senos, probablemente dejando huella con sus dedos.

—Me perteneces así. Me perteneces todo el maldito tiempo—gruñó Louis—. Eres mío.

Harry negó, mordiéndose el labio inferior con un chispeo retador en su mirada. El castaño alzó las cejas.

—¿No? ¿Entonces por qué estabas rogando que te follara?—se impulsó dentro en una estocada particularmente profunda que lo hizo ahogar un grito.

—Estamos fortaleciendo el equipo.

Louis afianzó un agarre en el cuello de Harry, presionando en su garganta. 

—Vuelves a decir la mierda del equipo y te dejaré sin caminar toda la puta semana—advirtió el alfa.

Harry sonrió, atrayéndolo a otro beso. Los embistes incrementaron la velocidad y fuerza, impactando sin parar contra el punto que enviaba latigazos eléctricos en todo el cuerpo del omega, emitir gritos que Louis callaba con la exigencia de su boca. El clímax lo tomó por sorpresa, conllevando que su vientre se manchara con un trazo de semen y su lubricante hiciera un desastre debajo. La habitación entera olía a una magnífica mezcla de sus feromonas y un desliz dulce, adictivo, seductor.

—Carajo, eres precioso—jadeó Louis—. Precioso y mío, sólo mío.

—A-Alfa...—gimió en un frágil hilo de sonido, destruido, rendido a su merced—. Tu nudo. Dámelo. Lo necesito.

Otros contables empujes fueron requeridos para que su capricho se concediera. Harry gimoteó, recibiendo la cálida semilla de Louis y asimilando la combinación de inmenso dolor y placer por sentirlo ensancharse dentro de él.

El alfa se acomodó en su pecho y su cabello fue acariciado por los dedos del rizado, con un contacto gentil y trémulo. Dejó un beso en su cuello.

—Estuviste perfecto—susurró—. Mi mente no te hacía justicia, eres...increíble.

Harry ronroneó, impulsado por su lobo, retozando gustoso ante el cumplido.

—...hacerlo en un baño público tiene su encanto, pero, honestamente, creo que prefiero la cama—comentó, instando a que Louis riera.


Especial Lucky Again (AU/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora