Verdad y Mentira

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Cuando uno no sabe lo que es, se pasa la vida cuestionándose su identidad, cuando a rastras se te impone una única identidad, una "única" finalidad, ¿de qué puede llegar a servir el cuestionamiento más que para causarse el propio sufrimiento?

La determinación humana es la de luchar, con la más pequeña oportunidad aún el ser más resignado a sufrir sabe que no todo puede ser eso, tiene que haber más, ¿si no cómo es que llego ahí?

Estaba resignada a no conseguir nada, a no destacar y cuando lo fuese que solo sea mi sufrimiento, mi vergüenza, la humillación y denigración de mi ser para deleite ajeno.

Hasta que apareció "ella", cada noche al quedar dormida tras haber llorado o al menos el intento de eso, pues mi cuerpo ya se había secado, podría incluso decir que era una existencia sin razón de ser, podría desaparecer y nadie iba a notarlo, estaba para consolarme en mis sueños. Aunque al principio solo como una voz o un rostro familiar reconfortante, fue un sentimiento diferente al de siempre.

—De verdad que es rara.

—Ahora habla dormida.

Alcanzo a escuchar a dos lacayos de quienes me molestan, si bien aún no estoy completamente despierta, tampoco estoy del todo dormida, cuando siento un aire cálido en mi oído, se que es su respiración aunque no puedo verla, abro mis ojos, levantándome de mi asiento, ambos chicos están al lado de la puerta que da al patio, algo en mi hace que mi corazón se acelere y mis ojos se cristalicen, se que no es miedo, me siento lista para la consecuencia aún sin haber hecho de la casusa.

Silencio, seguido por el goteo de la sangre en el suelo, siquiera pude pestañear antes de darme cuenta que uno de ellos estaba en el suelo con la nariz rota, sentí como las comisuras de mi boca se elevaban, satisfacción, no creía haber sentido eso en la vida antes de haberle dado ese puñetazo, le propi8ne una patada y arremetí con el otro, parecían decir algo, tal vez pedir que me detenga o trataban de llamar a una autoridad, nada importaba.

No sé cuando pasó hasta que solo miraba mis manos con sangre, tanto como la de ellos como la de mis nudillos que estaban en carne viva. Puedo decir que solo me quedé viendo con atención a los directivos, como si sintiera que lo que había hecho estaba mal, cuando solo podía pensar en irme y lo bien que me sentía, de culpabilidad hasta me había olvidado que significaba.

Un golpe en mi mejilla, dos puñetazos en la espalda mientras me intentaba cubrir, el tirón de mi cabello, ¿quién me hablaba?, no lo sé, no me importa, voy a olvidar cualquier cosa que me digan más tarde, después de todo tampoco me importaba.

Las lágrimas caían por mis mejillas, no podía evitar mi llanto, mientras ahogaba mi respiración para no emitir sonido alguno, cubierta hasta la cabeza para que nadie se diera cuenta de que aún seguía despierta.

Estaba frente al enorme espejo de mi baño en el cuál adoraba mirarme sintiéndome superior, aunque solo era sonreírle al espejo con orgullo de lo que veía cuando siquiera podía atreverme a sacarme fotos.

Aún caían las lágrimas por mis ojos, que ya estaban rojizos e hinchados.

—Deja de llorar —me dice "ella" emergiendo del espejo frente a mí —, hay que saber  cuando parar por el otro —me dice con dulzura mientras levanta mi mentón.

Unas pequeñas lágrimas ruedan por mis mejillas, la observo con mis ojos cristalizados, mi vista está algo nublada, ella se aparta dejándome la vista directa al espejo, se pone detrás mío mientras apoya su mano  en mi hombro derecho.

—¿Qué ves en el espejo? —me ve con un rostro sereno expectante de mi respuesta, puedo sentir que sonríe porque sabe mi respuesta, pero no se refleja eso en el espejo.

—Me veo a mí, llorando —digo con voz temblorosa, levanto los hombros, no creo que pueda decirlo de mejor manera.

—Está bien pero hay mucho más que cuatro palabras.

—¿Qué hay en el espejo cuando me ves a mí? —en el espejo puedo ver como retrae los labios, disgustada por mi respuesta tan corta, se le nota que está insatisfecha con eso, está impaciente por mi próxima respuesta.

Al mirar al espejo solo puedo ver la oscuridad de sus ojos, carentes de brillo, casi al igual que los míos. Solo unos segundos me b5an para saber que decir con exactitud.

—La ambición, el rencor, el odio, maldad, me siento cohibida por la presencia que das, es como estar atrapada y aún así creer que tengo el control.

—Yo me pregunto entonces, ¿por qué no podes decir lo mismo cuando te ves a vos? —me pregunta mientras apoya su mano izquierda en mi cintura.

—Porque aunque te veas igual que yo, no somos la misma persona —respondo, sintiendo mi cuerpo más cálido.

—¿Te parece que la cosa es así?, si quisieras podría ser diferente —susurra a mi oído de una forma encantadora, para luego besar mi cuello.

Puedo sentir la humedad del beso, el calor de sus labios, mi cuerpo solo puede dejarse llevar.

—¿Cuál es tu punto? —digo separándome de ella, quedando frente a frente.

—Deja de engañarte, sabes que soy.

—No, no tengo idea, por eso te lo pregunto, quiero que salga de tu boca —digo imponiéndome ante ella.

—Soy la verdad —me responde con seguridad mientras desabrocha los botones de mi camisa, no me había percatado que me había quedado dormida con mi uniforme.

—Me gustaría que me dijeras la verdad.

—No puedo mentirme a mi misma —sonríe divertida.

—No se cuál es la mentira y cuál es la verdad —respondo decepcionada.

—La verdad es única y verdadera, pero si soy una parte de vos ¿qué tan real soy? —sus manos recorren mi cintura y mi estomago, causándome un leve cosquilleo.

—Una mentira incompleta.

—Pero eso es mentira también, lo único que quiero es que sepas quién sos, no lo que te dijeron que eras,, entonces, ¿querés saber lo que es sentir todo el tiempo lo que le hiciste a esos dos? —sonríe acercando sus labios a mi boca, antes de que pueda negarme, siento sus labios sobre los míos y una ráfaga de escalofríos recorrer mi cuerpo.

Despierto, al mirarme en el espejo me dedico una sonrisa como todas la mañanas desde hace cinco años, es increíble que desde entonces consiguiera todo lo que veía en mi otro yo en el espejo.

Miro mi telefono, como todos los días tengo cientas de llamadas de diferentes números, solo borro las notificaciones.

Cuando dejo mi auto en el estacionamiento que se encuentra a unas cuadras de mi trabajo un indigente se me acerca, como tratando de advertirme algo.

—La maldad te persigue, quiere lastimarte, tenés que apurarte o te va a matar, ¿te están saliendo mal las cosas no?, te quiere ver en lo peor, te aviso porque sos una chica linda, te quiere robar la belleza, el éxito —el indigente se ve asustado y desesperado porque le crea.

Me acerco a su oído y le susurro.

—¿Le parece que la esté pasando mal? —suelto una pequeña risa.

El hombre abre los ojos, cae al suelo mientras se aleja de mi arrastrandose.

—La reencarnación del mal, ayuda por favor.

Grita desesperadamente, mientras lo veo  con una sonrisa de satisfacción, dandole la espalda, no me detengo cuando escucho un choque, solo me voy de ahí.

A veces no puedo evitar preguntarme, ¿donde estaría si jamás hubiera sabido quién era yo?




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⏰ Última actualización: May 18 ⏰

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