Soltó una risa, llevándose un golpe ligero en la cabeza contra la pared, haciendo una mueca ante la molestía, rápidamente inundada y olvidada por el sonido de la otra risa en el aire.
Sus hombros rozaban, las camisas abotonadas hasta el pecho era lo único que separaban el contacto de piel, pantalones de vestir arrugados por el movimiento y pies descalzos sobre las sábanas.
Jean siente la voz ronca por la risa y el alcohol, siente todo su cuerpo arder por el calor del vino, las mejillas le duelen por la risa y la sensación cómoda junto a Marco en su habitación del cuartel es cálida, se siente correcta.
Marco se cubre los ojos con el antebrazo mientras ríe, una carcajada larga escapa de su garganta mientras mueve una pierna para estirarla sobre las sábanas donde antes estaban cruzadas, aumenta ligeramente el apoyo en el hombro de Jean y la calidez es tan cómoda que abruma a Jean.
Cuando finalmente dejan de reír, están respirando pesadamente, recuperando el aire con una sonrisa suave porque ninguno recuerda realmente por qué estaban riendo.
Un escalofrío y un suspiro tembloroso recorre el cuerpo de Marco con una particular brisa que entra por la ventana, y Jean se levanta con tranquilidad de la cama para cerrarla, trabándola y cerrando las cortinas tras echar un vistazo al cielo estrellado por unas milésimas de segundos.
Regresa hacia la cama y ve a Marco sentado al borde de esta, pies plantados en el suelo mientras se estira para tomar sus botas y pone ambos pares al borde de la cama, Jean desvía su vista a su abrigo de la legión en el suelo y hace una mueca, colgandolo sobre su antebrazo y sacudiéndolo ligeramente para quitarle el polvo, también levanta del suelo el de la policía militar de Marco y cuelga ambos en el perchero junto a la puerta.
Marco sigue con la mirada los pasos de Jean hasta que vuelve a sentarse a su lado, rozando sus hombros de nuevo, acelerando su corazón porque se da cuenta de que estaba extrañando el contacto en los treinta segundos que estuvo alejado de él.
Cuando una mano pecosa se posa sobre su muslo y la mejilla de Marco se apoya en su cuello Jean suspira nervioso, con un rosa dulce pintando sus mejillas.
Jean siente la espalda rígida cuando Marco respira caliente en su cuello, los labios resecos de Marco rozan los vellos de su mandíbula, pero no los tocan y a Jean le late tan fuerte el corazón que siente que se le subió a la garganta.
Le tiemblan las manos mientras trata de sentirse relajado ante la cercanía, porque ellos son mejores amigos y pueden estar cerca uno del otro.
Poner las manos en las piernas no significa nada. Recostarse en su hombro no significa nada. Contar las pecas en las manos de Marco y compararlas con las estrellas no significa nada. No significa nada porque ellos son mejores amigos y pueden hacer todo eso.
Una presión en su mandíbula. Ligera. Un simple chasquido. Un beso. Un maldito beso en su mandíbula. Una mano pecosa extendiendo los dedos y sujetando su muslo.
Posesivo.
—Jean. —Un simple "mhm" es lo que obtiene Marco a cambio. —Quiero besarte.
Pero eso no lo hacen los mejores amigos.
—Puedes. —Y se le escapó de los labios con tanta naturalidad que al propio Jean le sorprendió.
Y ellos no son mejores amigos.
Porque Jean se aleja con suavidad y toma el mentón de Marco, lo acerca suavemente y le da un simple pico en los labios. No hacen ningún ruido, un contacto mínimo y careciente de tacto real, pero es más que suficiente para despertar una necesidad que no sabían que tenían.
Jean no se da cuenta de cuando una de las manos de Marco suben a su nuca, porque está muy ocupado viendo la otra que lo empuja suavemente sobre la cama, y el peso sobre su regazo lo hace soltar un jadeo tembloroso, silenciado cuando Marco reclama su boca con suavidad.
Marco se sostiene con una pierna entre las de Jean, presionando su muslo sin tocar su ingle. Tiene los ojos cerrados mientras sus labios se mueven sobre los suyos y Jean finge estar sorprendido por medio segundo, con los ojos entrecerrados admirando las pestañas y pecas de Marco.
Su mano derecha sube por la mandíbula pecosa y jala suavemente, abriendo los labios con un jadeo que recorre la columna de Jean apenas llega a sus oídos. Su izquierda se aventura por debajo de sus hombros, sube por su espalda y empuja hacia abajo.
Las rodillas de Marco tiemblan, pero se dejan hacer bajo el agarre, mientras abre la boca, dejando que Jean se haga cargo y le robe el aliento, su mano derecha está aplastada entre la cabeza de Jean y la cama, su agarre es incómodo cuando Jean lo empuja y se sujeta de sus mechones.
Jean jadea y los muslos de Marco tiemblan mientras la lengua de Jean juega con la suya, lo recorren mil escalofríos cuando un dedo de Jean baja por su columna, para afirmarse en su cadera y tratar de acercarlo más, aunque estén prácticamente pegados.
El sonido que sale de la boca de Marco cuando Jean le muerde el labio al separarse es tan lascivo que siente que su vida podría haber terminado en ese instante.
Marco termina de apoyar todo su peso sobre Jean y retrocede lo suficiente para esconder su sonrojo en el pecho del castaño, pero él puede verlo en la punta de sus orejas.
Una de las manos pálidas de Jean acarician la parte rapada del corte de Marco, mientras la otra acaricia su espalda con suavidad. El pecoso se remueve lo suficiente para rodear la figura de Jean con sus dos brazos entre la cama y él, sin mover su rostro de su esternón.
—Creo que me quedaré esta noche aquí. —Susurra Marco, apoyando su barbilla donde antes estaba su mejilla.
La mano que estaba en la nuca de Marco baja sobre la cama y jala el brazo pecoso que está bajo su cuerpo, entrelazando sus dedos con los suyos apenas logra poner ambos sobre las sábanas.
—Eso me gustaría.
Porque dormirán abrazados esta noche, despertarán en unas horas y hablarán de lo sucedido. Y ellos son mejores amigos, siempre lo serán. Pero tal vez puedan ser mejores amigos y mucho más que eso, al mismo tiempo.
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Pero eso no lo hacen los mejores amigos | JeanMarco
FanfictionDespués de una fiesta en el cuartel de la legión, Marco acompaña a Jean a su habitación. © Shingeki no kyojin