2- ¿qué le ha pasado a tu falda?

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Tras el incidente con Petra, Fina había notado a Doña Marta mucho más distante. Imaginaba que su jefa estaba bastante contrariada con "su secreto" y no le encajaba en el perfil de dependienta ideal. Cada día, en la tienda, veía como Doña Marta la ignoraba, y si se dirigía a ella, era con un desdén y un tono muy inquisitivo. 

Una mañana, Fina había acortado un poco su falda para poder agacharse y subirse a las escaleras. Cuando Doña Marta se dio cuenta no tardó ni un minuto en reprimirla delante de todos. Incluso delante de un fotógrafo que estaba haciendo un reportaje.

- "Fina, ¿qué le ha pasado a tu falda?" dijo Doña Marta con ese tono tan intransigente.

- "Está algo más corta para poder moverme" dijo la chica.

- "¡Esto es el colmo! ¡Ayer te sobrepasaste con una clienta y hoy me replicas y haces lo que quieres!; ¡Aquí no son las cosas a tu manera, Fina!, ¿Entendido?"

- "Entendido, doña Marta, no volverá a pasar". Fina agachó la cabeza y apretó los labios sin entender qué había ocurrido y porqué la trataba así.

El fotógrafo se quedó a solas con Marta y le dijo: "¿no crees que te has pasado con la pobre chica?. Ni que hubiera matado a alguien. Deberías replantearte porqué la tratas tan mal solo a ella. Ha sido un espectáculo denigrante". 

Marta sin saber como se ruborizó. Su gesto duro, serio y tajante se aflojó de repente y le hizo pensar. ¿Qué le estaba pasando con Fina? ¿Por qué la había tratado tan duro?. 

Aquella noche, tras la cena con la familia de la Reina, Marta se fue a su habitación. Intentó leer su libro favorito "Madame Bovary" pero no conseguía concentrarse. Pensaba todo el tiempo en la discusión con Fina, en su cara y en cómo la había tratado. Quería entender qué le pasaba con ella y porqué estaba tan nerviosa cuando sentía su presencia y recordaba su secreto. No era odio, no era nada que hubiera sentido antes. Suspiró y pensó que tendría que hablar con ella y pedirle perdón. Marta se sentía profundamente triste por lo ocurrido y no era capaz de entender porqué... "¿qué me estás haciendo, Fina?" pensó.

Al día siguiente, cuando Marta llegó a la tienda, no  estaban ni Carmen ni Claudia. Solo estaba Fina a la que había condenado a limpiar el almacén. La chica subió cargada de cajas para dejarlas en la tienda, intentando no molestar a su jefa ni tener más problemas con ella. Doña Marta, la miró sin que ella se diera cuenta. Estaba muchísimo más guapa con el uniforme que con esa bata horrible de trabajo.  Cuando Fina iba a salir de nuevo hacia el almacén, la llamó: "Fina, necesito comentarte algo".

La chica, cuando la oyó, se tensó por completo. Toda su piel se erizó y pensó que de nuevo había hecho algo malo. "Dígame, doña Marta". 

- "Verás, Fina, he estado pensando y creo que he sido algo dura contigo". 

- "La verdad es que no entendía porqué me estaba castigando, Doña Marta, siempre consideré que era un persona justa y que usted me apreciaba. Imagino que es por lo que Petra dijo de mí".

- "No tiene nada que ver, Fina. Yo te aprecio desde que eras pequeña" dijo Doña Marta mirándola a los ojos con esa mirada triste y tan azul que te llegaba al alma.

- "¿Entonces por qué me trata así de mal? ¿Por qué me hace sufrir? Creo que siempre he sido una buena trabajadora,  dijo Fina.

- " Lo siento. Han sido unos días muy duros en mi familia y creo que me he propasado contigo. Me gustaría que volvieras a la tienda, necesito tus habilidades de dependienta aquí y también tu compañía". Cuando pronunció esto último, doña Marta no se reconocía a sí misma. Así que volvió a su gesto más serio y duro y añadió: "Así que ya estás tardando en preparar tu uniforme y volver al trabajo en la tienda. Me tomaré el día libre y quiero que todo vaya sobre ruedas".

Fina, sintió como su corazón se congelaba. No era capaz de entender qué estaba pasando. Con una pequeña sonrisa y la mirada baja, contestó: "Por supuesto. Muchas gracias, Doña Marta".

Doña Marta, salió de la tienda y fue al almacén donde guardaban las mejores esencias de la Reina. Un espacio pequeño y oscuro al que casi nunca iba nadie. Se acercó a una estantería y cogió un bote de su favorito, uno con olores cítricos y lo abrió. Mientras se deleitaba con ese perfume, cerró los ojos y dejó volar su imaginación. Sin ataduras y sin complejos. Solo quería que ese olor siempre se asociara con el sentimiento que llenaba su corazón desde hacía días. Solo podía pensar en las manos de Fina alrededor de su cuerpo, en sentir su respiración en su cuello, en que sus manos alargadas le acariciaran el pelo, en tenerla frente a frente, cada vez más cerca y sentir que el mundo se paraba. Solo quería tenerla allí delante, mirar sus ojos avellanados, acercar sus labios a los de ella y no dejar de besarla nunca. 

De pronto, abrió los ojos y se asustó de sus propios pensamientos. Se colocó bien, se sacudió la ropa y también esas ensoñaciones de su cabeza. Y de nuevo, erguida y pisando fuerte, salió de ese almacén intentando dejar atrás aquello que le ocupaba el corazón y que la hacía temblar...


Mafin- Nunca te fallaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora