Vivianne se mudó temporalmente con una amiga en otra ciudad, buscando espacio para reflexionar y sanar. Decidió centrarse en su carrera como diseñadora y en reconstruir su vida lejos del tumulto que había dejado atrás.
Axl, por su parte, cayó en una espiral de autodestrucción. Devastado por la pérdida de Vivianne y enfrentando los fantasmas de su pasado, se refugió en las drogas y el alcohol. Sus amigos de la banda trataron de ayudarlo, intentaron sacarlo del abismo en el que había caído, pero sus esfuerzos fueron en vano.
La vida de Axl se convirtió en una lucha constante, marcada por la adicción y el arrepentimiento. Mientras tanto, Vivianne encontró una nueva fuerza en sí misma, aprendiendo a sanar sus heridas y a seguir adelante.
El amor que compartieron nunca se desvaneció por completo, pero ambos entendieron que a veces el amor no es suficiente para superar el dolor del pasado. La verdad y la sanación eran esenciales para cualquier futuro, juntos o separados. Y así, cada uno emprendió su propio camino, llevando consigo las lecciones aprendidas de una historia marcada por la pasión y el dolor.