Parte II: Amor

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Mamá había preparado un rico desayuno aquella mañana, se veía más feliz que de costumbre

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Mamá había preparado un rico desayuno aquella mañana, se veía más feliz que de costumbre. Como si se hubiese ganado la lotería o hubiera conocido al mismísimo Zeus en persona. No sabía la razón de su inesperada contentura de aquel día, pero como no quería arruinársela decidí quedarme con la duda.

Mi día escolar fue lo mismo de hacía dos meses, llegué, tiré las flores que le dejaban a James y entré al colegio como si nada. Ya a la salida y durante la noche después de cenar me encerré en mi habitación junto con Queso quien se acostó desvergonzadamente en mi cama quedándose profundamente dormido. Mirándolo de reojo puse los ojos en blanco e inicié sesión en mi página de Facebook, en donde velozmente busqué en el extenso chat que compartía junto con James.

—Hola, James ¿Cómo estas hoy?

Pregunté con la esperanza de que respondiera, sin embargo, los mensajes no se enviaban correctamente, así que volví a repetir lo que hacía noche tras noche, contándole todo lo ocurrido me atreví a mencionarle el tan extraño comportamiento de mi madre aquella mañana. James la conocía bien y sabía la clase de mujer que ella era, sin sentido del humor, amargada y bastante grosera. Cabe mencionar que en una ocasión mi madre le había arrojado una botella de vidrio a James, puesto que ambos nos encontrábamos encerrados en mi habitación y tirados uno a un lado del otro sobre la cama. Ella mal interpretó la situación y llamó de todas formas posibles a mi amigo; además de que comenzó a odiarlo de una manera exagerada. Por otro lado, yo recibí una paliza que me dejó un sinnúmero de hematomas. James no volvió a pisar mi casa luego de eso.

Siendo tres para las diez, y estando a segundos de desconectarme de Facebook, el tan conocido sonido de la llegada de un nuevo mensaje me tomó por sorpresa. Y ver el chat con James de color azul con un número uno de color rojo en una esquina de este me hizo quedarme pegado en la silla debido al asombro. Mi corazón bombeaba sangre a tal velocidad que mi frente y manos empezaron a sudar descontroladamente. Se me hacía difícil tragar y sentí que la habitación se encogía.

Disculpa por tardar tanto en responder, estuve ocupado durante este tiempo. ¡Oh! ¡Por cierto, estoy bien! —respondió agregando una carita feliz al final de este.

¿James? ¿Realmente eres tú? — tecleé con las manos temblorosas.

Él había comenzado a escribir, haciendo de aquel modo que mi nerviosismo se elevara a tal punto en que emprendí a sudar frío.

Jajá, claro tonto ¡Quién más seria! Ah y leí todos los mensajes que me haz enviado... ¡Deja de tirar mis flores! Son mías no tuyas.

No pude contener la risa al leer su respuesta, definitivamente era él.

No puedo creer que estas vivo ¿Estás bien? ¿No estás herido? ¿Con quién estás?

Lo rellené de tantas preguntas que incluso olvidó responder algunas de ellas; Por otro lado, estaba realmente feliz de que James estuviera en una sola pieza. Era obvio que se trataba de él. Su manera de escribir, y de dejar de lado la incomodidad a pesar de la cantidad de días separados seguía ahí. Tuvimos una profunda conversación en la que me contaba todo lo que había hecho, sin embargo, nunca mencionaba el lugar en donde estaba.

Estaba atemorizado de preguntárselo, tenía miedo de ver la respuesta. Imaginar lo lejos que podía estar o el lugar en el que estaba ¿Por qué no dejó una carta? ¿Por qué no me dijo nada si se supone que era su mejor amigo? Así que, dudando y con los nervios de punta, mis torpes dedos empezaron a teclear lentamente las palabras para James...

Y... ¿En dónde...?

Antes de que pudiese acabar de escribir el mensaje y enviarlo, Queso empezó a ladrar fuertemente hacia la puerta de mi habitación, segundos después mi madre entró con su rostro enfurecido.

—¡Mira la hora que es! —gritó con fuerza tomándome brutalmente del cabello y agitándome—Mañana tienes escuela... ¡Y calla a ese asqueroso animal sino quieres que lo mate!

No supe por qué, pero felizmente le dije que había hablado con James. Ella reaccionó gritándome que él estaba muerto y que los muertos no se comunican con los vivos. Me dio una fuerte cachetada y le arrojó uno de sus zapatos a Queso para que se callara. Posteriormente salió dando un portazo. Para cuando me disponía a acabar el mensaje James ya se había desconectado.

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