I need a place to stay [ Sasunaru / Narusasu ] [ ベガ ]

I need a place to stay

Necesito un sitio donde quedarme

Sí, aquella noche sigue siendo testigo de los continuos chillidos ahogados de dolor, sigue viendo como un niño, todos los días, en la noche, coge un cúter y empieza a hacer un sufrimiento diferente pero mejor que el que ya tiene.

Todos los días, dejando una marca de su muñeca hacia el resto del brazo. Rallas, sumando, y cuando no queda espacio, en las que ya casi se han curado. Aun más marcas.

¿Y quién es la persona que lo ayuda? Nadie. Nadie lo sabe y por eso nadie lo ayuda. Tampoco lo harían si lo dijera, tampoco es como si le importara a alguien toda su carga ni nada. Tampoco es que un ninja muestre sus emociones, aunque sean muy duras.

Es un niño, rubio, de unos ojos azules hermosos a pesar de estar apagados a la luz de la noche, es un niño hermoso que apenas sabe definir el concepto de felicidad...

¿Qué es la felicidad?

Hoy es un día como otro, se levanta de su cama sin querer levantarse y desando volver a ese hermoso sueño, olvidarse de que es un humano existiendo en una planeta cuyo nombre es Tierra, con una sociedad de mierda.

Naruto coge los kunais, deslizando con su mano libre el filo, pensando, ¿solo una? Arremanga su brazo izquierdo y se ve esos múltiples tachones perfectamente alineados. Busca un lugar libre y con cuidado el filo crea una pequeña brecha, dejando un rastro de sangre y una lágrima a Naruto.

Camina, un paso, luego otro y otro, un camino que nunca quiere recorrer con sus piernas que solo flojean con ganas de arrodillarse y volver a lo de siempre. Un corte o diez y a intentar calmarse durmiendo.

Solo piensa en volver y seguir sufriendo con dolor físico y no mental creando un contrarresto extraño que le ayuda a ser algo más feliz.

Y ahí está, alzando su mano derecha saludando con una sonrisa a su compañera. Se puede notar lo forzado que está a sonreír siempre. Cuando deja caer su brazo de nuevo al no obtener respuestas pero sí su mirada, arremanga su brazo izquierdo con el que acaba de saludar; con el que tiene las marcas y ha olvidado tapar.

Sakura se acerca a Naruto con una cara inexplicable. Coge la muñeca, arremangado su brazo izquierdo, mostrando un brazo... o mejor dicho una lija, muchos cortes.

—¿Naruto, qué es esto? —Sakura mira el brazo con una cara de confusión, frustración e incomprensión. Asustada. Su voz tiembla al pasar su mano por el brazo y notar cicatrices, muchas.

—Nada —en un intento de arremangarse la peli chicle lo impide, haciendo que este mire sus ojos verdes—, no es nada.

Sasuke acaba de llegar por la espalda de Naruto, sin darse cuenta de qué ocurre, sin ver a Naruto y sin ver a Sakura—¡Sasuke! ¿Le has hecho algo a Naruto? ¿Le has hecho daño? —Sakura alaza la voz sin soltar el brazo de éste, acercándose, con un claro enfado—¿Le has hecho esto?

Sasuke desvía la mirada a donde la mano libre de Sakura señala, mostrando un claro ejemplo de sufrimiento y único escape de dolor; un brazo lleno de días contados, días de llantos. El azabache no dice nada, se queda viendo esto, sus ojos se quedan quietos, no parpadean. Sus manos tiemblan en los bolsillos de su pantalón. Abre la boca para decir algo, pero... nada, no sale. Su obvia preocupación quiere hacer algo.

Naruto está aguantando sus ganas de llorar, de tirarse por el maldito abismo que tanto a visto y deseado. Que fácil sería poder terminar con todo. Respira entrecortado mirando el suelo, donde hay seis pies.