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Despierto al día siguiente con un dolor de cabeza insoportable, con el cuerpo entumecido y bastante deshidratada. Había estado llorando gran parte de la noche. Ahora sí que sabía la razón: yo. Dejé de sentirme persona, dejé de sentirme yo; como si en mi cuerpo habitara alguien más y yo solamente fuera un espectador, era raro que pasara. Sin embargo, cuando pasa es muy intenso, era casi seguro que tuviera el maldito sentimiento todo el jodido día.

Me termino levantando muy a mi pesar a lavarme la cara de mapache muerto que traigo, me veo al espejo y no puedo reconocerme en su totalidad. — Ugh. Te ves muy mal, Samantha, te vez del asco... Como siempre. - suspiro terminando de secarme la cara.

Bajo los escalones y en la cocina veo a mi madre comiendo un pan tostado acompañado de un jugo de naranja. Ella voltea a verme, inquisitiva, como sabiendo la razón de por qué mis ojos se ven como se ven. — ¿Algo que contarme, hija?

— No... - volteo a otro lado, evitando su mirada porque sé que con solo verme sabría la razón. Tengo que cambiar el tema antes de que siga preguntando. — ¿No vas tarde al trabajo?

— Hoy entramos después, gracias por la preocupación, ¿Jared va a venir hoy por ti?

— Probablemente. - asiente.

Se queda varios segundos mirándome mientras toma un sorbo de su té. — ¿Estás segura de que no hay nada? Te he dicho que nunca te voy a juzgar por lo que sea que me cuentes.

— Si te hace sentir más tranquila, conocí a una chica. No es nada del otro mundo.

— Muy bien, si continúan hablando invítala a comer. - menciona con emoción y la entiendo. Fuera de Jared y Lilith, no conoce a alguien más cercano a mí.

— Seguramente se va a quedar tanto como para invitarla. - ruedo los ojos.

— No seas tan negativa, dijiste lo mismo de Jared...

— Y ahora le tienes más favoritismo que a tu hija. - le suelto con aire divertido.

— Ay, por favor, hija. A ti no te gusta ni cocinar ni esos muñequitos. - se levanta dejando su plato en el fregadero. El tono con el que lo dijo me pone tranquila, no está tan de mal humor como casi a diario.

— Tienes un punto, ¿Ya te vas?

— Si. Saluda a Jared de mi parte. - toma mi cabeza y besa mi frente, yo suspiro ante su contacto. — Voy a pasar por la despensa saliendo del trabajo. No hagas nada insensato en mi ausencia, por favor.

— Intentaré.

Sube a su auto y se va. Mamá trabaja en una oficina del asco donde es acosada por un superior suyo y a pesar de haber puesto varias denuncias nadie hace nada. Le he dicho en varias ocasiones que salga de ahí, que hay mejores lugares para trabajar que esa pocilga de ratas, pero ella dice que está bien, que le pagan mejor que en otros lugares. No quiero decir que es conformista y sé que lo parece, pero sé que no es tan sencillo criar una hija como yo.

Lo sé.

Unos minutos después llega Jared, con el entusiasmo de siempre. Cocina mientras me pregunta que hice ayer en la noche. — ¿Mmm? Hablé con Joy un rato antes de venir a casa.

— ¿Quién..? - apaga la estufa y toma dos platos, ahora cocinó espárragos salteados con un omelette con jamón y queso. — ¿Joy, dices? Joy... Joy... Joy, ¡Ah! Con la que compartimos Biología avanzada, ¿Ella?

— ¿Soy acaso la única que no la conocía? - aprieto los labios picando con fuerza el espárrago con el tenedor.

— Eres muy distraída, lunita. Provecho. - me miró riendo.

Joy y SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora