⚜️ Creación Y Disgusto, Encuentro ⚜️

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En los albores del tiempo, cuando el universo aún se mecía en la oscuridad primigenia, Dios decidió dar forma a su más grande creación: la humanidad. Con manos divinas, moldeó al primer hombre, Adán, a partir del barro de la tierra, infundiéndole vida con su aliento sagrado. Adán emergió de la tierra como un ser perfecto, el primer hijo de la creación. Su cuerpo se formó con una armonía celestial, cada detalle meticulosamente esculpido para reflejar la divinidad que lo había engendrado.

Pero la creación de Adán no fue el único acto de Dios en aquellos días de maravilla. De la misma arcilla que formó al hombre, surgió una figura igualmente magnífica: Alizée, la primera mujer, una criatura de una belleza indescriptible. Su creación fue un acto de equidad divina, una compañera igualmente poderosa y libre. Sus ojos brillaban con la intensidad de las estrellas, y su cabello castaño dorado fluía como los rayos del sol. Alizée poseía una fuerza interior inquebrantable y una sabiduría ancestral que emanaba de su ser. Su espíritu rebelde y su deseo de independencia eran tan profundos como el océano mismo. Como Adán, ella respiraba la misma esencia de la creación, con un espíritu indomable y una voluntad feroz.

Desde el momento en que sus miradas se encontraron, Adán y Alizée sintieron una conexión inexplicable, una atracción magnética que trascendía el tiempo y el espacio. Sus almas parecían estar entrelazadas desde el principio de los tiempos, destinadas a encontrarse y desatar un amor intenso y apasionado. Juntos, eran una fuerza poderosa que desafiaba todas las convenciones y normas establecidas.

Sin embargo, la igualdad entre Adán y Alizée pronto se convirtió en discordia. La pasión y el amor que los unía también los llevaban a confrontaciones y desacuerdos. Alizée, en su ferviente deseo de autonomía y libertad, se negó a someterse a la autoridad de Adán. No aceptaría ser subordinada ni relegada a un papel secundario. Mientras que Adán anhelaba una compañera que se adaptara a sus expectativas y deseos. Esta rebelión contra las normas establecidas enfureció a Adán y desconcertó a Dios, quien no había previsto tal desafío a su designio.

La tensión entre ellos aumentó, convirtiéndose en una lucha de voluntades. Adán, acostumbrado a la armonía divina, no comprendía la necesidad de independencia de Alizée. Ella, por su parte, no podía sacrificar su esencia por el amor de un hombre, por más que lo amara. La creación misma parecía tambalearse ante esta confrontación, y el Jardín del Edén resonaba con sus debates y discusiones.

Finalmente, Dios intervino, separando a Adán y Alizée, creando a Eva a partir de una costilla de Adán, una compañera hecha a su medida. Sin embargo, Adán no estuvo de acuerdo en dejar ir a Alizée y se quejó amargamente con Dios. Para él, no importaba que hubiera otra compañera; estaba decidido a tener a Alizée como suya. Dios, escuchando las súplicas de Adán, le advirtió a Alizée que debía comenzar a dejar esos actos de rebeldía.

Alizée, fiel a su naturaleza indomable, se negó a ceder. Esta insubordinación le trajo consecuencias con el Padre Celestial. Dios no toleraría tal falta de respeto hacia las reglas mandadas, y en su infinita justicia, decretó un castigo ejemplar para Alizée. Fue condenada a vagar por la eternidad en el Bosque Susurrante, un lugar desprovisto de vida, desolado y frío. Este bosque, rodeado por árboles altos y sombríos cuyas ramas parecían susurrar lamentos antiguos, estaba envuelto en una penumbra constante. La tierra era estéril, cubierta de hojarasca marchita y raíces retorcidas que emergían del suelo como garras. No había flores ni canto de aves, solo el silbido del viento que penetraba hasta los huesos, helando el alma.

🌥𝕰𝖈𝖔𝖘 𝖉𝖊𝖑 𝕰𝖉𝖊́𝖓: 𝕬𝖒𝖔𝖗 𝖞 𝕮𝖆𝖎́𝖉𝖆 🪽 【Appleradio】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora