[8]
Castidad.
"pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;"
1 Tesalonicenses 4:3
Ethan.
Ayer,—después de mi larga ducha—le pregunté a mi abuela si sabía quién era la persona que Hadasa quiere presentarme. Ella me dijo que solo sabía que era un proyecto de caridad.
Proyecto de caridad.
¿Para que quiero conocer a alguien por obra de caridad?
El hecho es, que después de posponerlo tanto, al fin conoceré a esa persona.
Rebozo de la alegría.
Comienzo mi turno en la cafetería. Voy de un lado a otro llevando pedidos. Al principio no me agradó mucho esta idea—aunque es mejor que sacar la basura, supongo —, pero ahora me desagrada un poco menos. Así también, tengo en que ocupar la mente y dejar de pensar en la desgraciada de Hadasa.
El tintineo de la campana que está en la puerta, anuncia que ha llegado una persona. O dos.
Hadasa se abre paso entre las personas. Todos voltean a verla cuando camina, hay algo en ella que llama mucho la atención —y no me refiero a lo buena que está—. Tal vez un brillo singular que noto en ella. O quizás que su forma de actuar diferente la hace destacar. A su lado hay una chica castaña que se mueve con timidez. Es raro que no ande con la rubia y la bruja de segunda. La chica castaña ve todo como si estuvo encarcelada por un tiempo y ahora vuelve a ver la luz del sol.
Cuando me localiza en medio de la multitud, toma a la chica de brazo y la arrastra hasta donde estoy.
—Hola, Ethan—me saluda alegre.
Aún me pregunto de dónde saca tanta energía.
—Hola, evangélica.
¿Le acabo de poner un apodo?
—¿Evangélica?—me mira con diversión.
¿Cuál es su empeño en burlarse de mí y hacerme quedar mal?
—Todo el mundo te dice Dassa, yo te diré evangélica—replico sin mucha explicación.
Ella asiente aprobando el apodo. Bien. Y aunque no lo hubiera aprobado igual lo hubiera usado. Ese apodo le queda como guante a la medida.
La castaña a su lado me examina como si fuera lo más fantástico que ha visto en su vida. Y claro que seré lo más fantástico que verá en su miserable vida.
—Ethan, ella es Eylin—nos presenta Hadasa—. Eylin, el es Ethan.
—Hola —La chica, Eylin, levanta una mano con intención de que la estrechemos. No respondo, ni al saludo ni nada. Baja la mano con vergüenza.
Me recuerda al día en que conocí a la pelinegra evangélica.
—No te lo tomes personal, Lyn.—la tranquiliza la pelinegra—Es así con todo el mundo.
Hadasa parece ver a un conocido ya que nos deja solos. La castaña huye de mi vista a toda costa, en cambio yo, la examino a detalle.
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RADIANTES
SpiritualS. Juan 1:9-12 RVR1960 [9] Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. [10] En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. [11] A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. [12] Mas a to...