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La noche por fin había llegado y NuNew no podía estar más ansioso de pasar la bella noche con Zee. Se había acicalado todo su abundante pelaje para que se viera más bonito y comió mucho para evitar pasar hambre. Eso era algo que compartía con Zee, los dos amaban comer y amaban por sobre todas las cosas, el pollo.

Recordaba cuando Zee robó un pedazo de pollo de la mesa y sus dueños le gritaron mucho, el pobre huyó con el pedazo de pollo en la boca y no le compartió a ningún otro gatito más que a NuNew.

Nhu estaba en el jardín trasero. Estaba un poco oscuro, pero había un juguetito de Zee, por lo que mientras lo esperaba podría jugar con el.

El ratoncito de juguete en un momento se volvió aburrido, había plantitas que olían rico para NuNew pero no tenía ganas de jugar más. Zee se estaba demorando mucho y el pobre gatito tenía mucho frío.

Pasó más o menos una hora. El ánimo del angora había bajado considerablemente. Era oficial, Zee no había llegado a su cita y NuNew quería huir de ahí y no verle más. Al día siguiente no estaría de ánimos para nada e incluso el dormir solo como acostumbraba se le iba a hacer feo. Lleno de pena, el pobre gato volvió a su casa y fue a la habitación de la hija mayor.

Le maulló y rasguñó su puerta, hasta que le abrió. Entró cabizbajo, aún cuando su dueña le estaba mirando con curiosidad sobre qué le podía haber pasado a su minino para que estuviera así cuando a esas horas de la noche era cuando más desastre cometía.

—A ver, pequeño Nhu, ¿Quieres dormir con mami?—tomó en brazos a su minino y él se dejó hacer por sus caricias. NuNew necesitaba un poco de cariño para pasar la pena que le había dejado el flojo de Zee.

—Sí, por favor, mucho cariño...

Patitas Suaves ZeeNunewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora