Descripción:
En una tormentosa noche, el joven Francia, buscando consuelo en la chimenea, se ve sorprendido por un regalo de cumpleaños inesperado de su padre, el Reino de Francia: una pila de libros. Este gesto, aunque inusual, despierta una chispa de calidez en su corazón, recordándole que incluso en la frialdad y la distancia, hay momentos de esperanza y cariño.
Advertencias:
No por el momento.
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El viento ululaba con furia, haciendo crujir las ventanas del palacio. Afuera, la tormenta golpeaba con fuerza, pero en el interior del gran salón, el calor del fuego en la chimenea proporcionaba un refugio acogedor. Un joven Francia, miraba fijamente las llamas danzantes, sumido en pensamientos oscuros y temerosos.
Las llamas del fuego se movían con una gracia casi hipnótica, sus lenguas anaranjadas y rojas retorciéndose y bailando con una libertad que el joven Francia solo podía envidiar. Observaba cómo el fuego subía y bajaba, danzando sin preocupaciones, sin que nada ni nadie pudiera dictar su movimiento. Cada chispa parecía contar una historia de audacia y desdén, ignorando cualquier intento de controlarlas.
__"Cómo me gustaría ser una llama de fuego"__ Pensó Francia, su mirada fija en el corazón de la chimenea.
Imaginaba lo que sería moverse con tal libertad, audaz y sin miedo, sin escuchar a nadie, sin importarle la opinión de los demás. Podría danzar y retorcerse, arder brillantemente y dejar una marca imborrable a su paso. Sería una existencia llena de pasión y sin las cadenas de las expectativas ajenas, un contraste absoluto con su propia vida llena de reglas estrictas y constantes críticas.
Las llamas, en su baile eterno, parecían susurrarle promesas de una libertad inalcanzable. Eran libres de seguir sus propios caminos, de ascender y descender a su antojo. Francia sentía una punzada de anhelo en su corazón, deseando poder desprenderse de las pesadas cadenas de las expectativas de su padre y del reino que lo rodeaba.
En medio de estos pensamientos, los pasos firmes resonaron por el pasillo, acercándose. Francia no se molestó en levantarse para hacer la reverencia que su padre le había enseñado con tanto rigor. Los pasos se detuvieron detrás de él, y el joven Francia esperó el regaño que seguramente vendría por su falta de educación. Sin embargo, lo único que escuchó fue el sonido de algo pesado siendo colocado en el suelo.
Intrigado, miró de reojo y vio una pila de siete libros, cada uno adornado con un moño de diferente color. Todos los libros estaban atados y sostenidos por un listón más grande, manteniéndolos firmemente en su lugar. Con manos temblorosas, Francia comenzó a desenvolver el moño más grande, liberando cuidadosamente los libros de su atadura común. Una vez sueltos, tomó el primer libro de la pila y, con aún más delicadeza, desató el listón que lo envolvía.
Observó la portada del libro y descubrió que era una colección de poesía. Sus dedos recorrieron las letras doradas del título, y un extraño calor llenó su pecho. Fue entonces cuando, casi instintivamente, abrió el libro en busca de algo más. En la última página, encontró un mensaje escrito con una caligrafía elegante:
"Feliz cumpleaños, espero que disfrutes tu regalo."
La simpleza del mensaje contrastaba con la opulencia del gesto, dejándolo perplejo. Francia sintió una mezcla de confusión y asombro reflejada en su rostro, incapaz de comprender del todo el significado detrás del regalo. Su padre, el Reino de Francia, no había dado ninguna señal de recordar su cumpleaños. No había venido a felicitarlo, ni había almorzado con él ese día, como era costumbre en otras familias reales. La ausencia de su padre en un día tan significativo había dejado a Francia sintiéndose ignorado y desvalorado.
Mientras desataba los moños y examinaba los libros, Francia descubrió que eran de poesía, fantasía y cuentos. Un sentimiento cálido comenzó a llenarlo, como una chispa de esperanza en su pecho. Estos libros representaban sus intereses más queridos, su refugio en un mundo lleno de reglas estrictas y expectativas aplastantes. Su padre, al elegir estos libros, parecía reconocer esa parte de él, dándole algo que realmente amaba.
Sin embargo, junto con ese calor, surgió un sentimiento frío y amargo. Recordó claramente las palabras de su padre, que siempre había despreciado sus intereses artísticos.
"La poesía y las fantasías son una pérdida de tiempo"__Le había dicho más de una vez.__ "Solo te distraen y te hacen más inútil."___Esas palabras se habían clavado en su mente como espinas, llenándolo de inseguridad y duda sobre sus propios intereses y pasiones.___
Ahora, al recibir estos libros, Francia no podía evitar preguntarse si era una burla velada, una manera de subrayar su fracaso en ser el hijo que su padre realmente quería.
Esa dualidad, la mezcla de calidez por el reconocimiento de sus gustos y el frío de los recuerdos de rechazo, dejó a Francia en un estado de confusión emocional. Mientras sostenía el primer libro de poesía en sus manos, sentía como si las llamas danzantes de la chimenea reflejaran su propio estado interior, una batalla constante entre la esperanza y la desesperación, entre el anhelo de libertad y la realidad de su vida restringida.
Con un suspiro profundo, Francia cerró el libro y lo sostuvo contra su pecho, tratando de encontrar consuelo en el ambiguo gesto de su padre. Decidió agradecerle, pero al levantar la mirada, se dio cuenta de que su padre ya no estaba. La habitación se sentía fría otra vez, a pesar del fuego de la chimenea, a pesar del regalo que le había dado su padre. La calidez que Francia había sentido como una pequeña llama se extinguió al darse cuenta de la ausencia del Reino de Francia.
El silencio envolvió la estancia, y la familiar frialdad volvió a apoderarse de él. La chimenea ya no parecía suficiente para contrarrestar el vacío que sentía. Francia, sosteniendo aún el libro contra su pecho, miró alrededor de la habitación, buscando algún indicio de la presencia de su padre, pero no había nada. La soledad se hacía más palpable, y la sensación de abandono lo envolvía nuevamente.
Sin embargo, muy dentro de él, una mínima chispa de calidez permanecía. No era el fuego de la chimenea ni los libros lo que le otorgaban esa pequeña sensación de confort, sino el hecho de que su padre había recordado su cumpleaños. Ya fuera una burla velada o un intento genuino de hacerle un regalo que le gustara, no importaba. Lo importante era que su padre no había olvidado. Ese pequeño gesto, a pesar de todo, le otorgaba una diminuta esperanza, un pequeño consuelo en medio de la frialdad habitual.
Francia se aferró a esa chispa de calidez mientras miraba la pila de libros. Era un recordatorio de que, a pesar de la indiferencia y el desprecio que su padre a menudo mostraba, había momentos en los que parecía importarle. Y para Francia, ese pequeño destello de esperanza era suficiente para enfrentar otro día en el palacio, con la promesa de que tal vez, solo tal vez, las cosas podrían mejorar algún día.
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Sí, nueva historia y ni termino las que tengo, estos serán One-shot, no sé si decir que serán cortos o largos, dependerá. Bueno, esto tratará de Francia, que creo que quedó claro desde el principio, countryhumans, un fandom meramente muerto. Cómo ví que no había tantas obras donde Francia es el protagonista, creo que encontré unos 4 y en esas cuatro Francia es mujer, en mi historia Francia será hombre.
Espero que les haya gustado, chaito.
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*.✧Agridulces Recuerdos*.✧
FanfictionPequeños One-shot's donde el protagonista es Francia, pueden tomarlo como un propio AU