"Livin' On a prayer"

Capítulo 1: Una desgracia

El amor de mi vida se quiere morir.
Diría que es una desgracia si no fuera porque la misma desgracia es culpable de esta decisión, nuestra historia nació con un NO adelantado, él y él. Nada en el mundo era peor que estar enamorado, ese sentimiento aplastante en el pecho cada segundo del día, no digo que no me gusta solo es sofocante, desde que se que no tengo el derecho quiero hacer una vida a su lado, tener una vida grandiosa, con mi hermano.

Porque si, generalmente no piensas en tener un romance prohibido, no de la manera en la que me sucedió por lo menos, creí que crecería para casarme y formalizar una familia, cuya acción en dado caso no sería difícil, por lo menos no para mí, que descubrí a temprana edad que me gustan tanto las mujeres como los hombres, no se cómo, no se cuando ni porque, pero cuando me di cuenta ya estaba enamorado de mi hermano; De su mal humor por las mañanas, de sus ojos fríos y de sus risos rubios que se colaban a nuestras bocas en medio de los besos furtivos.

Me enamoré y también me decepcioné. No, no fui quien se decepcionó, fui quien decepcionó a quien tanto amo durante años, no sólo de manera pasional, si no también fraternal

Ahora mismo vivo en plegarias y rezos a saber de Dios cuántas deidades, nervioso por las tardes, inquieto y no hay otra razón que yo mismo, porque fui yo quien abrió la boca en primer lugar.

Debí lavarme la boca con jabón en ese maldito momento, quizá debí aguantar mi furia, pero me fue imposible, no quise herirlo, jamás lo haría, no a propósito por lo menos. No tenía idea de cómo estos pensamientos rondaban su mente hacia años atrás, pese a ser "perfecto".

Quizá haya sido esa la etiqueta en primer lugar lo que lo provocó, yo solo terminé de derramar el vaso, con mi boca sin cuidado, mi boca insensible.

Pero no podía aguantar más tiempo aquellos comentarios sobre esa Lif. Se que ella misma no tiene la culpa, solo está enamorada, pero está enamorada de la misma persona de la que yo lo estoy.

Aquella tarde en cuestión regresamos de la escuela, tomados de la mano, acción para nada extraña, puesto que nos habíamos habituado de nuevo a ello en cuanto formalizamos, nuestra relación, por decirle de algun modo. Yo llevaba ambas mochilas al hombro.

La conversación se había vuelto trivial, entre clases de diferentes materias hasta las horas del descanso correspondientes.
Odio que hable de ella, ella siempre ella.

No la soporto, y la culpa solo ha sido mía.

Debí cerrar la boca.

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Nuevo inicio, seis capítulos como mucho.
Lo siento tanto.

Algo de esta versión es verdad, solo queda el final y cada una de nosotras está haciendo su vida.